La vida de Yuuri Katsuki ha sido muy buena, solo que había un detalle, le faltaba una pareja, estaba cansado de estar solo, pero lo que nunca pensó fue que... en una noche al desear a su pareja ideal, los Dioses Ágape y Eros lo escucharon, ellos so...
Esta noche antes de dormir, Yuuri Katsuki un patinador profesional, se acercó a la ventana de su habitación, abriéndola y sacando la cabeza para tomar una buena bocanada de aire puro, suspiró.
Tomando valentía y mirando hacia el cielo estrellado, con nostalgia.
— Los años pasan, y sigo sin poder encontrar a una pareja que sea a lo que espero, no pido a alguien perfecto, quisiera poder pronto llenar esta soledad, con una persona que me haga sentir amado... deseo ardientemente tener un amor eterno... Dime, Dios, ¿Dónde está?
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Esta mañana lo que despertó a Yuuri no fue su despertador, sentía algo pesado en cima suyo, con incomodidad se removió, pero no pudo volver acomodarse, estaba en una posición de boca abajo, esta vez no quería ir a entrenar, estar en la cama era la gloria pero hoy era diferente.
―Despierta, mi lindo Yuuri~
Con los ojos cerrados se tensó, juro a ver escuchado una voz gruesa hablándole, aun se encontraba adormilado así que talvez lo soñó.
― Despierta, cerdito dormilón~
Okey, esta vez se asustó, volteo a ver a su lado y lo que encontró lo dejo de piedra, un hombre desnudo y de cabello largo platinado estaba abrazando por la cintura, Yuuri grito, se alejó de él y callo de la cama, incorporándose con las piernas temblando le dijo. ― ¿¡Quién eres!? ¿¡Qué haces en mi casa sin nada de ropa!? ― Sonrojado y temblando se acerco y le tiro en cima su sabana para ya no ver las grandes joyas que cargaba el platinado ― ¡Ahora te pido que te vayas de aquí o llamare a la policía!
― Mi nombre es Victor Nikiforov, estoy en tu casa porque tu me deseaste, estoy sin ropa porque así me aparecí aquí y simplemente no me puedo ir de aquí por que vine a cumplir tu deseo y ese deseo soy yo.
Yuuri no lo podía creer, ¿Cómo él podría ser su deseo? Era algo completamente ilógico, el joven de cabellos plateados se acercó gateando hasta él, el pelinegro estaba atónito que no podía moverse, lo que hizo sonreír al contrario, llegando hasta él, lo tomó de las mejillas y lo besó.
No correspondía su beso de lo nervioso, sorprendido y asustado que estaba pero su sangre se aceleraba, el color rojo tomó dominio de sus mejillas y orejas, el otro ya fastidiado de no ser correspondido le mordió el labio inferior obligándolo abrir su cavidad bocal, metiendo su lengua inicio una secuencia desenfrenada de besos que hicieron nublarle la vista a Katsuki, Víctor lo arrojó debajo de él tomando el control de la situación ― Te amo, Yuuri.
Volviendo en lo que estaba, al escuchar esas palabras que le sonaron como una melodía, hizo que reaccione, estaba a punto de ceder a los encantos del hombre con cuerpo que parecía esculpido por Dioses «Literalmente» que se encontraba en su departamento. ― ¡P-para! ¡No t-te creo! ¡Cosas como e-esas no existen!
― Pero yo existo Yuuri, tú me creaste. ― Victor lo miró con ojos tristes, lo que provocó que el corazón del pelinegro se estrujara.
Caminando hacia el armario, sacó unas prendas de ropa para luego extendérselas al joven de cabellos de plata ― Toma, ponte esto, creo que te quedara algo apretado, pero prefiero que lo uses y cuando estés listo puedes irte de mi departamento.
