Cap 8

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8

Amoldé mi cabello con una buena laca. Nada estaba fuera de su lugar, el vestido rojo carbón que me había prestado Katy no me había quedado grande (como pensábamos) y sus zapatos no me quedaban tan altos (a como acostumbraba). Todo parecía perfecto.

—Esto le encantará a Liam —aseguró Katy cubriendo mis labios de rojo— y esto te encantará a ti —dijo entregándome el labial cerrado.

—¿Un labial?

—No es cualquier labial. Es Kylie, prácticamente puedes besar cualquier parte de él sin dejar huella, es como un sharpie pero sin toxicidad.

Inspeccioné el producto como si entre los dedos tuviera las llave del inframundo.

—Sabes, si fuera un mujer casada esto me quitaría el sueño— asegure con la mirada clavada en el producto.

—Pronto lo serás Luce, de eso no hay duda —aseguró colocándose una horquilla en lo labios antes de inspeccionar nuevamente mi cabello

—¿De qué hablas? ¡Auh! Eso dolió —exclamé cuando la horquilla se clavó en mi sien.

—De que todos hemos visto como te mira —dijo tirando de un mechón de cabello a la derecha—. Es sólo cuestión de tiempo.

Negué con la cabeza y me enfoqué en mi reflejo en el espejo.

No estaba tan mal.

Bueno, lo estaba hasta que el sonido del timbre resonó en toda la casa.

—Ay, por Dios, creo que voy a vomitar —me quejé sintiendo un retortijón en el estómago.

—¿Ahora?

Asentí. —Justo ahora.

—Pues te lo tragas —sentenció empujándome hacia la puerta de salida—. Ya no hay tiempo para nada.

Gruñí y caminé intentado centrar mi atención en la suave tela que golpeaba piernas al tambalearse de un lado a otro. Sí, así era mucho mejor. Las nauseas eran historia.

Cuando Liam apareció en mi campo de visión todo se vino abajo.

—Luce sólo recuerda que si le vomitas encima harás el ridículo una vez más y probablemente termines viviendo sola, con seis gatos, gritándole a lo hijos de Quentin que se alejen de tu césped mientras tu vesícula se llena de cálculos por haber perdido en el bingo en el asilo de ancianos abandonados.

Vaya.

Asentí. —Sin presión.

Katy asintió. —Sin presión.

«No quieres ser un anciana solitaria» me repetí mientras bajaba los escalones «no quieres ser odiada por los niños y sobre todo no quieres perder en el bingo, es lo más patético».

Cuando llegué al último escalón levanté la mirada y encontré de frente los ojos grizulados de Liam, aquello fue suficiente para hacerme perder el equilibrio una vez más.

Si la torpeza creía tener madre era adoptada y yo era la biológica.

Habría caído de bruces si Liam no me hubiera sostenido a tiempo.

Dorian extendió las manos como reflejo, pero al ver que ya no corría peligro se cruzó de brazos y con una mano debajo del mentón intentó reprimir la risa fracasando colosalmente.

—Lo siento —dije recobrando el equilibrio.

—Creo que nunca me voy a casar de verte llegar —susurró.

Lucky Love (LR #3)Where stories live. Discover now