Cap. 61

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Tenía demasiadas heridas. Mis manos estaban vendas, Will había enviado material de curación para 363 y para mí porque, aunque estaba molesto, mantenernos vivos era imperativo. Supongo que esa fue la razón por la que eligió usar el látigo y no un arma de fuego o una punzante. Quería herirnos sin dejarnos fuera de la jugada.

363 no me había perdonado, ni siquiera me miraba, se había limitado a intentar limpiarse las heridas a ciegas porque por muy atlético que pareciera, nadie podía curarse la espalda a sí mismo.

Una parte de mí quería ayudarle, pero otra parte, la más racional, sabía que era una mala idea y que reparar a los soldados rotos de Will era como alimentar a un cáncer terminal.

Terminé de limpiarme y venderme las manos y esperé, pero estaba aburrida y una parte de mí se sentía culpable por el castigo de 363, así que, lentamente, me acerqué con cautela.

Estuve a punto de dar media vuelta y regresar a hacerme un ovillo del otro lado de la cama, pero mi parte racional me recordó que no necesitaba verme más débil, así que le hice frente y tomé las gasas con alcohol y lo miré directo.

-¿Necesitas ayuda?

Era una pregunta meramente retórica, estaba claro que necesitaba ayuda con urgencia o esas heridas ni de chiste iban a cerrar si no las desinfectaba bien.

-Lárgate -respondió mordaz, mirándome con odio.

No quería empatizar con el psicópata, pero tenía un punto.

-De acuerdo -dije antes de sentarme detrás de él y comenzar a preparar el material.

-¿Eres sorda? ¡Dije largo!

-Oh, el monstruo está gritando. -Presioné el algodón contra su piel con fuerza, logrando que soltará un gruñido de dolor y girara hacia mí con más odio del que tenía al verde frente a él segundos antes. Lo miré sin inmutarme-. Qué miedo.

-¿Es que no tienes instinto de supervivencia?

Sonreí.

-Sí, pero lo dejé en mis otros pantalones.

Entonces entramos en un duelo de miradas bastante interesante. 363 pareció aceptar la ayuda cuando se giró sin decir más, dejándome la vista completa de su espalda.

Y vaya que tenía una buena espalda, quiero decir, todos los soldados tenían un cuerpo para morirse, pero me parecían repugnantes debajo de ese subterráneo maloliente. Por alguna razón con 363 no era así. Venga, estaba casada pero no era ciega ni era de piedra, quería pasar las manos por su espalda lentamente.

-Hazlo. Esto es tu culpa, después de todo.

Y luego abría la boca y solo me daban ganas de echarle el alcohol encima.

-Nada de lo que está pasando aquí es mi culpa -dije, tratando de convencerme a mí misma, sobre todo.

Las muertes de todos esos hombres... No había sido yo quien tiró del gatillo, era obra de Will y me.negaba a asumir esa responsabilidad, aunque parte de mí sintiera que lo era.

Entonces sucedió la cosa más inesperada: 363 rio.

-Vas a hacer que te maten.

Presioné el algodón sobre una de sus heridas con fuerza, haciendo que se sobresaltara.

-Will no me mataría.

-Dejame corregir: vas a hacer que nos maten a todos.

-¿Permitir que mate a un grupo de asesinos que conspiran para acceder a los planos de una bomba electromagnética que matará a millones de personas del otro lado del mundo? -Fingí pensarlo por un segundo, aunque sabía que no podía verme-. Creo que puedo vivir con eso.

Lucky Love (LR #3)Where stories live. Discover now