Cap. 52

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TERROR

Tenía las piernas doloridas, un hambre voraz y un corazón apachurrado.

Katy había pasado a dejarme piezas de pollo cuando le dije que estaba sintiendo una terrible necesidad de comerme la carne congelada. No era lo mismo, pero el pollo ayudaba.

Lo que no ayudaba en lo absoluto eran los encabezados de las revistas. Al parecer no era sano que una mujer de seis meses pareciera de ocho. Todo el mundo parecía tener teorías sobre lo mal alimentada que estaba. Está bien, quizá me descontrolé un poco durante los primeros meses, pero tampoco era necesario que me lo recordaran, el espejo podía hacer eso por sí solo.

El pollo no sabía a nada, así que saqué el enorme frasco de salsa roja y sumergí la pieza completa dentro de él. Había mejorado el sabor, pero ahora necesitaba algo de azúcar. Busqué por toda la cocina y solo encontré un bote de helado, así que, sin pensarlo demasiado, saqué el helado de galleta dentro del congelador y sumergí la pieza de pollo adentro.

¡Estaba delicioso!

Me senté frente a la mesa de la cocina y continué devorando el pollo con salsa y helado. Estaba pasándola de maravilla hasta que recordé las palabras de aquella revista. No estaba gorda por tener un embarazo, estaba gorda por tener tres bebés en de una sola sentada. Eso la prensa no lo sabía.

Sentí rabia, quería arrojarles algo duro a la cabeza, quería gritarles que se ocuparan de sus vidas y me dejaran en paz, pero entonces recordaba que solo serviría para sacar otra nota, esta vez hablando sobre si mi histeria.

Las lágrimas comenzaron a correr libremente mientras masticaba un buen bocado de pollo con helado.

Tal vez era mi culpa. Tal vez estaba escudándome detrás de mí gesta triple para solapar mi sobrepeso. Lo sabría cuando los trillizos nacieran y corriera de vuelta a mi vida anterior.

Ya estaba tranquilizandome un poco cuando la puerta se abrió de par en par y un muy cansado Liam apareció bajo el marco de la puerta.

Me sentía gorda, fea, como una parte más de la casa, un mueble que se ha quedado estancado sin otro propósito en la vida más que tener bebés. Y no era porque Liam o mis amigos me hicieran sentir de esa manera, ellos se esforzaban por hacerme sentir mejor siempre que podían, pero contra las hormonas y la prensa nadie podía luchar.

—¡Dios! —exclamó Liam.

Mi llanto se intensificó, pero mi hambre era voraz, así que lloré, pero nunca deje de comer. Me las arreglaba para hacer ambas cosas al mismo tiempo. No era tan difícil, parecía haber nacido para ello. Estaba segura de que debía ser una escena horrible, pero no me importaba nada. Solo quería estar sola ahogándome en la autocompasión.

—¡¿Eso es salsa?!

—¿En serio es eso lo que te preocupa? —estallé furiosa.

Liam carraspeó y se aflojó la corbata.

—No, claro que no... Bueno sí, un poco... Eso te va a hacer daño, Luce. —Se acercó en intentó quitarme la pieza de pollo, pero me negué—. Deja eso... ¡Está bien!

Se rindió.

Esta vez Liam había perdido la paciencia conmigo. Generalmente no perdía la paciencia nunca, tenía un autocontrol admirable, últimamente eso había cambiado y de vez en cuando perdía la paciencia con las personal alrededor, pero nunca la perdía conmigo.

—No me gusta la forma en la que estás alimentándote —dijo con firmeza.

Su mirada penetrante era dura y decidida. Era la misma mirada que me lanzaba cuando no tenía listo algún papel importante en la editorial.

Lucky Love (LR #3)Where stories live. Discover now