Capítulo 9.

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*9:30 am*

Me desperté confundida, pues estaba en mi habitación y recuerdo haberme dormido en el sillón... en los brazos de Harry.
Me levanté y fui al baño, abrí la ducha y busqué mi ropa: unos shorts negros y una camisa de Lacoste color blanca junto con mis convers. Era sábado y me suponía no salir a ningún otro lado que al patio. A todo esto, pensé que Harry se había ido.
Quité mi pijama quedando en ropa interior, giré y me encontré con un Harry sorprendido, mirándome de arriba abajo.

-¡¿Y TÚ POR QUÉ CARAJO NO TOCAS LA PUERTA O AVISAS QUE ESTÁS AQUÍ?!.- Grité mientras mis mejillas se tornaban rojas. Me cubrí con mis manos.
Harry rió.- No, espera, cálmate.- Dijo acercándose despacio.- Te venía a despertar para desayunar, ¿de acuerdo? No grites.
-¡Cállate y deja de mirarme, morboso!- Harry soltó una carcajada.
-¿Morboso yo?
-Sí, tú. Ahora lárgate, me ducho rápido y bajo.- Dejé de cubrirme y lo saqué de mi habitación quedándome sola.

Terminé de ducharme y bajé, Harry no bromeaba, pues había preparado todo para desayunar.

-Ahora sí, buen día princesa.- Dijo mientras comía una tostada.
-Vaya desayuno, buen día Harry.- Respondí mientras me sentaba. Tomé una tostada y le unté nutella.
Harry tomó un sorbo de café.- ¿Estás bien?.- Preguntó.
-Sí, sí lo estoy.- Respondí, pero la confesión que he hecho anoche rondaba por mi cabeza; si había hecho bien o no, si ya no sería lo mismo o lo contrario.
-No lo pareces... ¿quieres hablar de lo de anoche?.- Me miró fijo.
-¿Qué?.- Dije nerviosa.- ¿Anoche? No sé de qué hablas.- Bajé la mirada.
-Bárbara...- El teléfono sonó. Rápidamente atendí. Era mamá para preguntarme cómo estaba, como estábamos. Claramente contesté que estábamos bien, que no debía preocuparse por nada. Volví a la mesa una vez de haber cortado llamada con mamá. Harry me observaba mientras nos acompañaba un silencio incómodo.
-Harry.- Esté me fulminó rápidamente con la mirada.- ¿Ya terminaste? Digo, así levanto la mesa.
-¿Vamos a jugar a los esposos?.- Preguntó con una sonrisa de lado.
-¿De qué hablas?.- Alcé una ceja. Harry se levantó quedando frente mío.
Pasó su mano lentamente por mi cintura.- ¿Quieres ser mi esposa por este fin de semana?.- *Para toda la vida* pensé.
Lo miré un instante.- ¿Por qué haría eso?.- Pregunté.
-Pues porque te tengo loca.- Dijo sonriendo y apegándome a él haciendo que me estremezca.- Y tú me tienes loco a mí.- Susurró en mi oído.
-¿Y tú cómo estás tan seguro de eso?.- Le respondí por lo bajo.
-Pequeña.- Tomó mi mentón dándole un beso a éste.- Se te nota en el rostro.

Sin mediar más palabras, nos habíamos besado, nos estábamos besando, fue un beso que nunca antes probé. Era dulce y cálido, pero a la vez suplicante. Harry me levantó, puse mis piernas alrededor de él y me sentó en la mesada de la cocina sin dejar de besarme.
Me estaba dejando llevar por él, y me gustaba tanto, Dios mío.
Se deshacío de mi camisa rápidamente para que luego le quite la suya. Desabrochó mis shorts y me tomó por la cintura, sin dejar hueco entre nosotros, como si su cuerpo me quisiera lo más cerca posible. Entonces sonó el timbre. Ambos nos quedamos petrificados, observando cada detalle del otro; Harry me bajó de la mesada dándome otro beso. En sus brazos y con ese beso me dejó en la puerta, corrió y buscó mi camisa tirándomela para que me la coloque.

Entonces abrí la puerta, y ahí estaba Kellin.

-Bárbara.- Dijo.
-¿Qué mierda haces aquí?.- Pregunté sobresaliéndome de casa para que Harry no escuchara, porque si lo hacía, era capaz de matarlo a golpes. Dicho y hecho. Harry lo escuchó e inmediatamente salió dejándome detrás de él.
-¿Y ahora qué diablos haces aquí? Juré que te rompería las putas piernas, ¡responde antes que lo haga!.- Puse mi mano en su hombro para tranquilizarlo, pero no hizo mucho caso, sólo me miró de costado y volteo su vista de nuevo a Kellin.
-Harry, maldita sea. Sabes bien que esto no se arregla aquí, ¡lo sabes, demonios!.- Ambos dieron un paso adelante. Corrí poniéndome entre los dos.
-¡Ya es suficiente! Paren los dos.- Los miré.- Miren no sé qué diablos se traigan ustedes dos, pero paren, así no se arregla nada.- Harry miró a Kellin que se estaba riendo.
-Harry, ¿aún no le has dicho?.- Preguntó con la vista fija en mí. Yo giré la mía hacía Harry.
-¿Decirme qué?.- Le pregunté, éste me miró con preocupación.- Harry, te estoy hablando.
-Vamos Harry, dile.- Dijo Kellin haciendo un puchero.- Dile que estás en las peleas callejeras, vamos dile, que estás loco.- La mandíbula de Harry se tensó y apretaba los puños mientras miraba a Kellin.- ¿Saben qué? Los dejo resolviendo sus asuntos de, ¿novios?.- Rió.- En fin, se cuidan. Adiós.

Quedé viendo a Harry un momento, esperando una explicación aunque sé perfectamente que no debería dármelas, pero odio la violencia por nada.

-Bárbara...- Se acercó, pero me aparté. Harry me observó asombrado.
-¿De que habla, Harry?.- Pregunté entrando a casa.
-Tonterías. Por favor escúchame, siéntate, ¿si?
-No me pidas que me siente, dime que significa todo eso.- Fruncí el ceño.
-Mira, tengo problemas personales, problemas que escondí durante mucho tiempo, y las peleas eran mi desahogo cuando algo pasaba. Luego las mujeres.- Me asombré.- Sí, Bárbara, me acostaba con chicas, con una y con otra porque era otro maldito método de olvidar mis mierdas, ¿correcto?.- Sus ojos se humedecieron.- Yo puedo decirte que lo siento, ¿de acuerdo? Lo siento, maldita sea, lo siento muc...- Lo abracé y enseguida comenzó a sollozar en mi hombro. Jamás había visto y escuchado a Harry llorar, de ninguna forma y mucho menos de ésta. Acaricié su cabello para calmarlo.- Bárbara lo siento.
-Shh, hey, mírame.- Sus ojos estaban rojos y me miraba con una tristeza profunda, como si esto que se guardaba lo atormentara por varió tiempo.- Estoy contigo, ¿si? No tienes que pedir disculpas, ya deja de llorar cielo.- Sequé sus lágrimas. Harry me miró un instante, y volvió a unir nuestros labios, en un beso profundo y con sabor a "te necesito".

Mí estúpido niñero.Where stories live. Discover now