La nueva Cullen.

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Ally

No me costó prácticamente nada integrarme en la casa ni aprenderme los nombres ya que parecía ser el nuevo juguete de todos, eran muy atentos conmigo y me preguntaban por absolutamente todo lo que necesitaba, también, una chica rubia, Rosalie junto con Jasper me enseñaron la casa de arriba a abajo exceptuando la habitación del que sería Edward, el tímido. O eso creía. Carlisle y Esme se estaban comportando conmigo como verdaderos padres y se me hacía demasiado extraño ya que una pequeña parte de mi vida había estado ocupada por ese tipo de amor y la gran mayoría por otro muy distinto. A Rosalie le gustaba hablar conmigo y lo demostraba puesto que no se despegaba de mí, no me preocupaba caerle bien, creo que ya lo hacía. La chica disfrutaba de nuestras conversaciones, se le hacían entretenidas. Emmett me trataba como su verdadera hermana por lo que no tendría que fingir mucho delante de la gente en cuanto a él.

Alice estaba muy ilusionada conmigo, y eso hacía feliz a mi hermano. Y si mi hermano era feliz yo lo era, por ello Alice me caía demasiado bien. Además de ser mi nueva cuñada, algo que también me ilusionaba.
Y en cuanto Edward sólo podría decir que era un chico muy extraño. A penas había podido escuchar su voz de forma lejana. Paseaba callado de un lado para otro sin llegar a realizar ninguna tarea concreta. Normalmente entraba en una habitación, se sentaba, comprobaba totalmente rígido a todas partes y a veces a ninguna y cambiaba de habitación volviendo a empezar. Parecía estar memorizando cada rincón de la enorme casa. Únicamente me parecía muy rarito. Después de preguntar me habían dicho que no me podían contar la historia porque él tenía un don, leer la mente. Y si alguien se arriesgaba a contarme aquello que lo tenía tan retraído y él lo escuchaba se hundiría más. También me advirtieron que tuviera cuidado con lo que pensaba de él porque podría sentarle mal, realmente estaba muy sensible el chico.

-¿Y bueno, Ally, tú tienes algún don?-me preguntó Jasper con cierta duda en su rostro. Yo era consciente de que a mi hermano se le hacía muy raro que su pequeña fuera como él y lo veía normal puesto que a mí me ocurría lo mismo. Tenía las mismas curiosidades sobre él que a él le picaban sobre mí.

-Sí, bueno, nada del otro mundo, no es como controlar emociones, leer la mente o ver el futuro- Algo que me explicaron poco antes.-Pero está bien, consiste en mover cualquier cosa con la mente. No sé, puedo refrenar un acto, levantar cosas, cambiarlas de sitio... Tipo telequinsesis.

-¿Podrías hacernos una demostración? Me parece un don fascinante.-me pidió Alice.

-Claro,-me costaba aún controlar mi don pero podía intentarlo.-¿Qué quieres que haga?

-Haz algo con Emmett.-dijo la chica de pelo corto preparando una mirada expectante con sus grandes ojos negros. A la vez él puso cara de susto.

-Tranquilo, no duele. Creo...-susurré.

Miré fijamente a Emmett concentrando mi mirada en el objetivo e imaginando la trayectoria que recorrería en mi mente para que ocurriera e hice que en milésimas de segundo estuviera pegado a Rosalie quien posaba sus manos, una sobre la otra en el respaldo del sofá y él previamente se encontraba en la gran cristalera que hacía de pared. Ésta sonrió y Alice también.

-Impresionante.-dijo el propio Emmet.

-¿Qué puedes hacer con lo que quieras manipular, todo?-me preguntó Carlisle con cierta duda y con los ojos maravillados por lo que acababa de presenciar.

-Bueno, depende, si pesa mucho tengo que concentrarme bastante en ello.

-¡Haz volar a Emmett!-gritó Alice con ilusión. Como una niña pequeña.

-Eh, creo que no es buena idea, digamos que yo no soy precisamente ligero. ¡Además Alice, yo no soy ningún conejo de indias para practicar conmigo!-dijo Emmett con tono de casi ofensa pero con algo de humor en sus palabras.

-Vale, vale.-Reí y cambié el peso de mi pierna derecha a la izquierda por hacer algo ya que en realidad no me sentía incómoda de la forma anterior.

-Levanta el jarrón.-dijo mi hermano indicando un precioso jarrón color violeta que ocupaba el centro de una amplia y baja mesa de cristal. Hice caso a lo que me dijo en cuanto me senté para asegurarme de que volvía a colocar el aparentemente caro jarrón en su mismo lugar, de una sola pieza al igual que la mesa.

Lo levanté con mucha suavidad de la mesa de cristal, concentrada en él, midiendo mi fuerza, la que podría tener el cristal, el jarrón, la velocidad con la que bajaba el adorno hasta su respectivo lugar sin fragmentar un sólo pedazo. Tenía todo calculado. Y justo cuando estaba a punto de dejarlo con total delicadeza haciendo caso omiso a los susurros de asombro que inundaban débilmente la habitación, una voz algo más grave y con menos suavidad, que provenía de detrás mío, me sobresaltó.

Me giré inconscientemente olvidando mi tarea de no apartar la vista del adorno, así que el delicado jarrón fue volando hacia la entrada y rompió su estructura en el marco de la puerta, dividiéndose en pequeños trozos justo encima de Edward, quien me había desconcentrado.

-Mierda, lo siento mucho. ¿Estás bien?-me laventé preocupada y me acerqué a prisa hacia él. Éste me miró con desprecio y yo no supe como actuar. Palidecí por uno momento y me quedé totalmente inmóvil mientras el miedo invadía mi cuerpo. Su penetrante mirada atravesaba con descaro mis ojos y no se le veía muy por la labor de apartarla hacia otro lado.

Agradecí que Carlisle nos sacara de aquel trance porque verdaderamente estaba entrando en un estado de pánico absoluto.

-¿Qué querías Edward?-preguntó sosegado como si no hubiera ocurrido nada. Él cambió la dirección de su mirada a la de su padre y agradecí profundamente de nuevo la interrupción de Carlisle.

-Alice, necesito hablar contigo.-dijo él como si la pregunta de su padre nunca hubiera sido formulada. Ella se levantó del cómodo sofá y salió por la puerta detrás de él. Su presencia acababa de crear un ambiente muy tenso en el salón en el que todos estaban en silencio.

-Bueno, creo que será mejor que recoja esto.-sugerí con vergüenza.

Recogí todos los trozos del jarrón mentalmente y me los llevé rápidamente a la basura. Cuando los tiré permanecí en la cocina unos segundos intentando relajarme para después volver con los demás.

-De verdad que lo siento, me he asustado. Eso no tendría que haber pasado.-aseguré aún avergonzada y sin saber que más decir para disculparme con todos ellos por el estropicio inesperado.

-No importa.-dijo Esme y me dirigió una sonrisa tranquilizadora.

Alice se dirigía de nuevo al salón con decisión, sólo que discutiendo tranquila con... Con él. Volvía incluso sonriente y al parecer obviando que las palabras de su hermano le parecían absurdas.

-Edward, tendrás que vivir con ello. Ally es la nueva Cullen.

Miráme a los ojos. (Twilight)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora