Charlotte Benson.

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Narra Ally

La clase acabó.

Busqué a Lisa con la mirada y me reuní con ella.

-Tía te tengo que contar algo muy fuerte.-dije emocionada.

-Qué pasa?-dijo ella entusiasmada. Esperando un buen cotilleo.

-He conocido a un chico y... Me gusta.

Me miró sorprendida.

-Qué ocurre?-pregunté porque me esperaba otra reacción.

-De verdad que no te gusta Edward?-mi sonrisa se borró.

-Lisa... Tú qué problema tienes? Ya te dije que Edward no me gusta. Ni si quiera... Me cae del todo bien.

-Vamos Ally no me jodas, te he visto cogerle de la mano en clase.

-Es mi hermano tía.

-Es tu hermano porque vivís en la misma casa, pero no de sangre.

-No importa. No lo veo más allá de un... compañero de casa.

Me giré, Edward iba unos metros por detrás.

Iba mirándonos y seguramente centrado en la conversación.

Pensando que era una mentirosa.

Estaba contradiciendo lo último que le dije en clase.

-Bueno, vale, te creo.-aceptó.-Entonces... Quién es el afortunado?-dijo sonriendo.

-Un chico de la reserva.

-Quién? Conozco a algún chico de allí.

-No te puedo decir su nombre ahora mismo, pero... Te lo presentaré.-se me ocurrió repentinamente.

Pero después no sabía si sería buena idea.

-Después de esta clase me iré con él.-le susurré cuando vi a Edward despistado.-Sal en el cambio de clase y lo verás.

Ella sonrió sintiéndose cómplice de mi amorío secreto.

Edward volvió a mirarnos.

Yo me choqué con la puerta por echar la vista a atrás para observar sus reacciones.

Lisa reía ante mi patética actuación.

Entré en clase algo avergonzada ya que la gente que lo había visto se estaba riendo.

Me senté en el sitio de siempre.

Junto a Edward.

Me sentí segura cuando ocupó su lugar, en ese momento dejaron de importarme los murmullos y las risitas.

Hasta que vi a unas chicas riéndose descaradamente pasados unos minutos.

-No hagas nada Ally.-Dijo Edward adivinando mis intenciones.

-No me importa que tú te rías. Y no me importa que me restriegues mi notable despiste. Pero paso de que las mismas tontas de siempre vayan susurrando cosas de mí.-dicho esto me puse en pié.

Me acerqué a Charlotte Benson.

La pelirroja mejor reconocida por sus grandes pechos y aires de grandeza.

La cuál iba siempre con tres chicas más, Chloe Nelson, Sophie Danes y Marnie Wilson.

-Cuál es tu problema Charlotte?-dije situándome enfrente de su mesa.

Me miró incrédula.

Sus amiguitas repitieron el acto como si la tuvieran que apollar.

Vi como Jasper respiraba hondo.

-De qué hablas abandonada?-dijo refiriéndose a que era adoptada.

-Quiero que me digas las cosas a la cara, o de lo contrario a la próxima, tendremos otros problemas más serios. Y espero que no quieras llegar a esos extremos. Puede que te tiren otra cosa a la cabeza, más fuerte y dura que una manzana.-le aclaré, con un tono de firmeza y seguridad.

Toda la clase estaba mirándome.

-Ally.-dijo Edward para que la dejara.

-Corre, te reclaman por ahí. Y mejor no vuelvas a amenazarme si no quieres meterte en problemas serios. Pero serios de verdad.

Me dispuse a volver a mi sitio.

-Está tan bueno... Por qué no podrá adoptarme a mi el señor Cullen?-dijo Marnie Wilson para su amiga, Sophie.

-Ya sabes, que no está a tu alcance, Marnie.-Presumió Charlotte.

Pensando que ella era la excepción que rompía la regla.

Retrocedí lo andado.

-Así que eso es? Te gusta Edward, no?

Ella, avergonzada, se puso de pié encarándose para disimular su vergüenza.

-Callate.-me ordenó.

-Te voy a decir una última cosa, zanahoria-dije refiriéndome al horrible color de su pelo.-, que seguramente te fastidie mucho más a ti, que a mí todas tus tonterías de niña mimada. Escuchame bien porque sólo te lo diré una vez. Edward no está a tu alcance, y nunca lo estará. No eres lo suficientemente buena para él. Así que no vuelvas a criticarme, por la suerte de tener un hermano como él.

Le di un flojo empujón que hizo que se sentara de nuevo en su silla.

Entonces el profesor entró por la puerta.

Los demás estaban atónitos.

Me senté en mi silla.

La gente no dejaba de mirarme y aunque el profesor intentaba llamar la atención de la clase, pocos conseguían centrarse.

Edward me miró durante casi toda la clase.

Pero no me importaba.

Aquel había sido otro experimento.

Y aunque él sabía que pretendía, no evitaba ser natural.

Actuaba como le salía.

Y lo sabia porque yo estaba obteniendo respuestas que necesitaba.

Miráme a los ojos. (Twilight)Where stories live. Discover now