Cumpliendo promesas.

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Ally

Me acerqué al coche con algo de temor, pero sólo pensando, en unas décimas de segundo, parte de aquel miedo se esfumó mientras decididamente me subí en el asiento del copiloto. Él me miró mientras yo me abrochaba el cinturón de seguridad.

-¿Qué ocurre?-dije sin entender el motivo de aquella mirada.

-Nada.-contestó poniendo en marcha el motor y desviando su mirada de mí.

Quería hablar de algo en el camino a casa, extrañamente me apetecía entablar una conversación. La partida de ajedrez no había terminado y las fichas seguían sobre el tablero, aunque las suyas avanzaban más que las mías yo no me dejaría derrotar tan fácilmente. Y creo que eso él lo tenía algo asumido. -Oye, ¿por qué no has ido a clase?

-No estaba de humor.-dijo con desgana después de suspirar.

-Y veo que sigues sin estarlo.

-Pues la verdad, sí.

-Qué raro.

Él rió, con un tono medio sarcástico pero al fin y al cabo una risa, un gesto de simpatía, una torre derribada. Y ahí, justo en ese momento me dio oportunidades claras de hacer una pregunta que haría que el tablero se igualase entre mis fichas, las blancas, y las suyas, las negras.

-Sé que hago demasiadas preguntas pero para esta no te pediré permiso. ¿Por qué estás simpático conmigo cuando no hay nadie y cuando hay gente eres mucho más... frío?

Se puso serio, totalmente serio, sin esperarme esa reacción y dejando volar mis nervios y pensamientos me di cuenta de que siempre tenía sus ases en las mangas, una batalla no estaba ganada hasta que el contrincante asumía una respuesta, y para nada me esperaba aquella.

-Por no ser maleducado y dejar de responder a tus preguntas.

Suspiré, nuevamente batalla perdida. Aquella respuesta tan inesperada derribó una de mis torres y cada vez estaba más cerca de llegar a la reina.

-¿De dónde has sacado esa fuerza de voluntad para imaginarte con todo detalle mordiendo a un humano y después hacer desaparecer ese pensamiento como si nada?-me preguntó mirando a la carretera y como si su pregunta hubiese sido sobre la hora. Eso sí que no me lo esperaba. Una pregunta por su parte, sin sarcasmos, miradas de asco, sólo curiosidad. Pero aún así ahora no derribó ninguna ficha si no más bien mis sentimientos, tras un extraño dolor en el estómago pude contestar.

-¿Me has leído...?-dije atónita.

-No preguntes, sabes que sí.-discrepó sin titubeos.

-No te responderé esa pregunta.-ahora sería yo la que se pusiera seria.

-¿Por qué?

-Cuentame tú quién es Bella y yo te contestaré a eso.

Él abrió los ojos y rápidamente dio un frenazo, parando el coche en seco, se quedó pálido unos instantes. Después me miró con la misma cara de susto. Un coche venía en la otra dirección y mis nervios ya no eran tan controlables como hacía unos momentos. Ahora volaban, y no sólo en el interior del coche, si no que nada más ver aparecer el coche por la curva hice que deslizara sin querer y saliera de su carril, pero conseguí frenarlo evitando un accidente. No me dio tiempo a cerrar los ojos para no verlo. Edward arrancó de nuevo y continuó el camino, con los nervios a flor de piel y apunto de que me diera un ataque. No me atrevía a decir nada, pero mis pensamientos hablaban solos, sin poder controlarlos. Y él los escuchaba.

-Lo siento.-dije casi para mí.

Estaba totalmente aterrada. Si hubiera sido humana probablemente estaría llorando por miedo. Sentía que el tablero de ajedrez acababa de ser derrumbado, siendo aquello un fuera de juego, un empate en el que todo había quedado como antes de empezar la partida.

No tardamos en llegar a casa, y yo me bajé del coche lo más rápido que podían mis piernas, fui corriendo a dentro evitando notar su presencia. Sentí que había fastidiado cada movimiento que había avanzado y eso era lo peor que me había pasado desde que llegué a esta casa.

Miráme a los ojos. (Twilight)Where stories live. Discover now