¿Una bruja?

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Edward

Empecé a ponerme nervioso cuando los pensamientos de Ally, Jacob, Sam, Lea y otro lobo el cuál no supe reconocer, gritaban en mi cabeza entrelazados. Pidiendo distintas explicaciones, gritando preguntas, aquello parecía un concierto atiborrado a punto de empezar.

-Ella es una Cullen.-expliqué brevemente para que se calmaran.

¿Qué? ¿Una Cullen? ¿Edward ya vas a arruinarle la vida a otra chica?-Pensó Jacob para mí. Y la verdad, sus palabras, o más bien pensamientos, dolieron.

¡Y qué hace aquí!-gritó Sam en su cabeza sabiendo que también le escucharía.

-Se nos olvidó contarle lo del tratado. No ocurrirá otra vez, la pondremos al tanto de todo.

-¿Qué? ¿Edward, qué dices? ¿Con quién hablas?-dijo ella confusa.

Sam le gruñó y ella le devolvió el gruñido, me dieron ganas de reír cuando por un momento se creyó que era un fiero animal. Que aunque lo fuera, no era del todo. Pero no era momento, ni lugar, para reírse de sus tonterías.

Pues que no vuelva a ocurrir.-Advirtió el lobo que desconocía.

-Está bien.-suspiré harto de todos ellos.

¿Y qué clase de chupasangre es? ¿Una bruja? ¿Cómo nos ha congelado?-Dijo Lea Clearwater pidiendo aún más explicaciones.

-Es su don, no es ninguna bruja, y no congela nada, chucho apestoso.-defendí a la rubia porque además de soportar a aquellos perros menos que a ella, ya era suficiente con que otra gente la criticara. Esta me gruñó . Agarré el brazo de Ally y eché a correr dándoles a los lobos una última mirada asesina.

Alejándonos de allí me pregunté como era que pudieron ser tan imprudentes de no avisar a la rubia de los percances de las fronteras, de los lobos y de las consecuencias. Había muchas cosas que aún no le habían contado, y no quería imaginar que pudo haberle pasado si no la hubiera seguido. Probablemente estaría muerta, cosa que, aunque la odie, me irritaba pensar. O a lo mejor, habría ideado, con su inteligente y privilegiada, a la vez que extraña mente un plan para salir de allí con vida. Habría sido lo más probable. Sí, definitivamente lo habría conseguido con su don, pero ella seguía prefiriendo el mío. Si yo hubiera podido elegir, seguramente el suyo sería uno de los que me habrían interesado. Era impresionante y desconcertante cómo tenía a los lobos hieráticos, sin movimiento alguno.

Ally no dejó de correr hasta que yo lo hice. Es decir, fuera ya de las tierras de los quileutes. Y aunque no dijo ni palabra sus descontrolados pensamientos gritaban con fuerza rebotando en mi cabeza. Pidiendo respuestas a absolutamente todo, intentando encajar algo, y frustrándose ella sola al darse cuenta de que por sí sola, nada le encajaba. Estaba echa un lío y sus ocurrencias no tenían sentido, realmente necesitaba una buena charla. Salió de casa de su amiga orgullosa de poder llegar a casa donde todos la arrebatarían a preguntas y sus contestaciones serían que todo había estado bien. Y ahora el que tenía miedo era yo.

¿Cómo le explicaría a Jasper que había salvado a su hermana? ¿Cómo explico la tremenda casualidad de encontrarla en un momento de vida o muerte ocultando que la perseguí? De nuevo, el rubio creería que estaba obsesionado con su hermana.

Miráme a los ojos. (Twilight)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora