El tratado.

4K 315 43
                                    

Ally

-Edward.-Dije llamando su atención a pocos pasos de llegar a casa.

-¿Sí?-Para mi gran sorpresa contestó.

-No quiero llegar aún a casa. ¿Te importaría hablar si no tienes nada mejor que hacer?-Dije mirando al bosque, invitándole a mantener una tranquila conversación en cualquier parte que no fuera aquella casa en la que había tanta gente, con tantas preguntas, esperando a que entrara viva por esa enorme cristalera, sin nada interesante que decir, y no contando un encontronazo con lobos.

-Supongo que sí.-Aceptó sin problemas, aunque sin llegar a posar su mirada en la mía, sólo de paso. Era obvio que necesitaba respuestas y él no se opuso a ofrecérmelas.

Tras llegar a uno de los árboles más grandes que habían en aquel bosque y ya algo alejados de la casa habiendo caminado todo el recorrido en silencio me paré y comencé el interrogatorio.

-¿Cómo sabías que estaba en peligro, Edward?-Sí, lo había visto hablar con lobos de metro y medio pero mi primera pregunta y la que más curiosidad me causaba, sin duda era esa.

-Simplemente pasaba por allí y escuché la mente de uno de los lobos.-No me resultó para nada creíble pero sabía que no me ofrecería ninguna otra alternativa así que la di por válida sin rebatirlo más.

-¿Puedes comunicarte con los animales o qué?-Segunda pregunta, o duda.

-No son animales Ally. Bueno, sí, pero también son humanos. Son hombres lobo. Supongo que si no sabías de ellos es porque en Londres no hay.- Desde la mirada de pasada que me había echado cuando le pedí hablar hasta esa respuesta algo más elaborada de lo que solían serlo, me volvió a mirar, pero esta vez a los ojos, esta vez apenado. Y no sabía porqué.

-Será por eso. Y bueno, ¿no os lleváis bien? Es decir, ¿no nos llevamos bien con ellos?

-Los hombres lobo son el clan enemigo, y ellos son del otro lado de Forks. Como nosotros no comemos humanos pero cazamos animales y ellos comparten ambas razas acordamos no cazar en sus tierras pero ellos tampoco podrían permanecer en las nuestras. Hay una especie de tratado en el que se establecieron unas normas que tanto ellos como nosotros debemos cumplir.

-¿Entonces, pensaban que estaba incumpliendo el tratado?-dije incrédula.

-No. Porque no te conocen. Simplemente pensaban que eras un vampiro cualquiera y te iban a matar. Nosotros damos caza a animales para vivir y ellos dan caza a los vampiros por simple instinto animal.

-Vaya, qué crueles. Nosotros necesitamos hacerlo, pero lo de ellos me parece mal.

-Así son.

-¿Y... Estabas hablando con ellos a través de sus pensamientos?

-Sí.

-Por curiosidad, ¿cuál de ellos me ha dicho bruja?

Él sonrió. -Pensaba que no te darías cuenta.

-Pues lo he hecho. Parezco algo estúpida, pero no del todo.-le sonreí rodando los ojos.

-La loba gris, Leah Clearwater, ha dicho que qué clase de chupasangre eras y que si eras una bruja. Esa chica nunca nos ha caído del todo bien, excepto a Carlisle y Esme claro está.

Sonreí.-Pues ya quisiera ella tener un don y ser una "bruja".-Dije haciendo las comillas con los dedos.

-Ellos no saben que sólo algunos vampiros tienen dones, en realidad no saben casi nada sobre nosotros, sin embargo contando sus historias de antepasados creen que lo saben todo. Y lo cierto es que sólo uno de ellos nos conoce en cierta parte. Una parte pequeña.

-¿Quién es él? ¿Tenéis relación con uno de ellos?

-No, ya no. Hace tiempo que dejamos de tenerla.

-Vaya...

-¿Qué habrías hecho si no hubiera aparecido, Ally?

-Sólo hay dos opciones muy simples, una, que hubiera congelado la imagen en mi cabeza y siguiera congelada mientras echaba a correr, cosa casi imposible, y dos, estar echa trizas en este momento. Así que gracias por salvarme.

Él sonrió y yo tuve un fallo técnico. Era difícil controlar mi don, por ello cuando pensabas en algo que estabas viendo, con deseo, ternura o alguna emoción o sentimiento de afecto eso podría mantenerse durante algunos segundos. Por ello, cuándo Edward sonrió, sin querer congelé su cuerpo durante un largo segundo. Sentía que la vergüenza me invadía, no todos los días congelas a una persona sonriendo, y si lo haces es por algo.

-¿Qué ha sido eso?-dijo esta vez riendo.

-Seguramente se me ha atrofiado el don, otra vez.-intenté disimular, fatalmente.

-Ojalá pudiera pasar de verdad.

-¿Por qué dices eso?

-Resulta estridente vivir con la cabeza llena de pensamientos ajenos. Es... casi doloroso. Y en este momento, sólo siento paz, sólo hay dos, el tuyo y el mío. Podría vivir así perfectamente. Me quedaría aquí horas.

-¿Cómo pienso?-pregunté dudosa, pareciéndole graciosa.

-Alto, casi gritando, pero bonito. Todos ellos son puros, no hay ni un sólo pensamiento que aún gritando no parezca tranquilo.

-¿Y es como si te gritara al oído?

-Más o menos, algo parecido.

-¿Pero cómo puede parecerte eso tranquilo?

-Tú haces que parezca el simple sonido de las olas en un océano alejado de todo. Por eso, por más que no quiera tenerte cerca, tú misma me incitas a querer verte.

Me acerqué a él como quien no quiere la cosa. Y entonces, como desde el primer momento, volví a formularle otra pregunta. -¿Desde más cerca suenan más fuertes?

-Es casi lo mismo. -contestó sereno, entonces di otro paso hasta él.

-¿Y ahora?-dije a medió metro de él.

-Igual.

Tras romper la distancia di el último paso dejando nuestros cuerpos casi al roce, nuestro alientos entremezclados y ahora seguro que mis pensamientos más fuertes.-¿Qué tal ahora?

-Creo que es como mejor suenan.-dijo tras sonreír apartando la mirada de mis ojos fijos en los suyos.

Miráme a los ojos. (Twilight)Where stories live. Discover now