.。.:*☆ 16 - Parte 2 ☆*:.。.

2K 185 43
                                    

NARRA OWEN:

Me encontraba algo nerviosa y ansiosa, después de todo salí de casa sin avisarles a donde iba a mis padres. 

Traté de recordar la ubicación de aquel edificio donde perseguí a Ethan la otra vez. Estaba por oscurecer, sin embargo las calles aún se encontraban siendo iluminadas por la luz del atardecer. 

Una vez llegué al viejo edificio, entré y subí las escaleras. Esperaba que el pelinegro se encontrara allí. Caminé sigilosamente por el pasillo hasta quedar frente a su puerta. 

¿Estaba segura de lo que estaba por hacer? Qué más daba, ya me hallaba aquí, no podía retractarme. 

Temblando ligeramente y vacilando, extendí mi brazo para chocar mis nudillos contra su puerta, suavemente, a la vez que aguantaba la respiración por inercia. 

No se escuchaba nada del otro lado y tampoco se veía nadie a la vista, ni incluso algún vecino. 

Volví a insistir, ésta vez un poco más segura, ¿por qué no abría?

—¿Qué haces aquí? —vociferó alguien a mi espalda mientras ponía su mano sobre mi hombro. 

Me sobresalté, soltando un grito del susto. 

Rápidamente y por instinto volteé hacia atrás, encontrándome con una señora un tanto robusta, tal vez un poco mayor que mi mamá. Vestía humildemente y fruncía el ceño, torciendo el gesto. Parece que la había asustado.

—¡Dios mío, niña! —exclamó, llevándose una mano al pecho, tratando de recuperarse del susto —. ¿Que haces aquí? —no dejaba de fruncir el entrecejo y su tono no era nada amable. 

—V-Vengo a ver a Ethan —respondí tartamudeando, señalando a su puerta. 

—¿Ethan? —preguntó, confundida —. ¡Ah! ¿Te refieres al chico que en ocasiones viene aquí acompañado de dos mastodontes? —apuntó con su mentón en un rápido movimiento hacia la puerta del pelinegro.

—Sí.

—Bueno, no está —se cruzó de brazos —. Ese busca problemas solo viene rara vez.  

—P-Pero... ¿Él no vive aquí? —la cuestioné decepcionada, parece que después de todo no lo podré ver, y no sé si eso me tranquiliza de cierta manera. 

—¡Claro que no! ¡Ese bruto no vive aquí gracias a Dios! Quién sabe que tan problemático podría ser como vecino. 

—Y... ¿Sabe dónde vive? ¿O... dónde lo podría encontrar? 

—¡Niña! ¿Para qué quieres ir hacia la boca del lobo? Mantente alejada de él y no te metas en problemas —me aconsejó, mientras agarraba unas bolsas con despensa del suelo y sacaba unas llaves de su mandil para entrar al departamento de enfrente. 

—Por favor, señora —me acerqué a ella apresurada, poniendo mi pie entre la puerta para evitar que cerrara —Si usted sabe algo, cualquier cosa... podría ayudarme. 

Me miró un buen rato de pies a cabeza, tal vez pensando las cosas, para consiguiente dejarme entrar.

La casa no olía a rosas, ni estaba del todo limpia, al contrario. Apestaba a cigarro y un poco a humedad, habían algunas cosas regadas en el suelo y otras mal acomodadas. 

Observé como se dirigía, con las bolsas, a lo que yo creo que era la cocina, abriendo la puerta y dejándome en el recibidor. Aproveché para darle un vistazo más al lugar rápidamente. 

—Siéntate —dijo en una orden, indicándome con la mirada uno de los sofás, mientras salía del lugar a donde había ido con una caja de cigarrillos y un encendedor. 

S U M E R G I D A Where stories live. Discover now