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NARRA GRACE:

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NARRA GRACE:

Entré a la cafetería The Garden, haciendo tintinear la campanilla de la entrada. El agradable aroma a granos de café me recibió, haciendo que aspirara profundamente. 

Tomé asiento en mesa al lado de la ventana y esperé a que un mesero se acercara a tomar mi orden. 

Los recuerdos llegarían, sólo debía de frecuentar los lugares donde creyera que pude haberlos formado, y eventualmente iría recordando y uniendo piezas de los embrollados pensamientos en mi cabeza. 

Al final, ordené un delicioso capuchino de vainilla.

Cuando el mesero dejó la taza frente a mí, humeante, la tomé entre mis manos. 

«—¿Qué tengo que hacer? —la voz de un chico a mi lado se hizo presente, volteando a su alrededor para ver a las otras personas en aquel juego de tazas giratorias. 

—Tienes que girar hacia la izquierda este volante, así nos moveremos —expliqué, al mismo tiempo en que giraba el volante tratando de mover la taza donde nos encontrábamos sentados para girar, recordando aquella experiencia cuando era pequeña junto a mis primos.

Una sonrisa se formó en mi rostro inconscientemente. El rubio siguió mis instrucciones y empezamos a girar más rápido.

Un grito de diversión salió desde el fondo de mi garganta junto a mi risa.

—¡Más rápido! —grité, viendo un atisbo de sonrisa extenderse en el rostro del chico. »

Parpadeé varias veces, saliendo de un trance.

¡Ese fue otro recuerdo! 

Y me he percatada de que en cada uno de ellos una persona está acompañándome. 

Siento la respuesta a todas mis preguntas tan cerca. 

Dejé dinero por el capuchino sobre la mesa y salí de aquel lugar, caminando a paso veloz frente a los locales. 

Debo de acabar con esto de una vez por todas. 

Volteé hacia el cielo, inhalando y exhalando profundamente.

«—¿Cuál es tu color favorito? —pregunté, terminando de dar los últimos mordiscos a mi algodón de azúcar.

El chico a mi lado pareció meditarlo por unos segundos.

—Creo que... el azul. Ese es el color del mar, pero también del cielo, es hermoso —dijo ésto último en un susurro —. ¿Y el tuyo? —preguntó con una sonrisa.

—No tengo un color favorito —de verdad que no lo tenía, me gustaban todos, me era difícil decidir por uno solo —, no tengo uno preferido. »

[...]

NARRADOR OMNISCIENTE:

—¿Diga? 

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