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NARRADOR OMNISCIENTE:

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NARRADOR OMNISCIENTE:

—¿Y bien? —se acercó Thea a Ray, con curiosidad. Ambos se encontraban en el estacionamiento subterráneo del White Pearl Hotel, donde se hospedaba la chica —. ¿Qué pasó luego?

Era de día, en la mañana. Para ser verano había mucho viento, pero sobre todo frío. El pelirrojo visitó a Thea y se aseguró de ponerla al tanto de todo lo que había ocurrido en la ausencia de la joven en cuanto a Grace y Christopher.

—Te lo he contado todo. Christopher se subió a su carro y se largó —relató, recordando —, pero como te dije, él quiere verse con Grace hoy por última vez para despedirse de ella —negó con la cabeza, recargándose en uno de los muchos autos del estacionamiento —, aunque mi prima no pueda recordarlo a él —murmuró.

Becher sacó una cajetilla de su bolso, que descansaba sobre una cajuela cerrada de un carro, junto a un encendedor. Tomó un cerillo y se lo llevó a la boca, para después encenderlo.

—¿Fumas? —le extendió la cajetilla al pelirrojo. 

Ray no respondió sin embargo agarró un cigarrillo. Thea se acercó a él y se lo encendió mientras el pelirrojo la observaba fijamente a los ojos, serio.

Qué estúpido —susurró Ray para sí mismo, frustrado, una vez que se alejó la joven.

—¿Quién?

—Yo —exhaló el humo de su cigarrillo —. Grace ha estado muy rara estos días y... todo se atribuye a eso, a que puede que se sienta extraña después de haberle borrado todos sus recuerdos. 

—¡Oh por favor, Raymond! —chilló tía, exhausta de escuchar al pelirrojo nuevamente dirigiendo el tema de conversación hacia ese punto —. No hay nada de malo que tu prima se sienta o actúe así, es completamente normal.

—¿Ya lo has hecho antes con otra persona? ¿El borrarle sus recuerdos?

—No.

Raymond rodó los ojos al techo.

—Pero sé cuáles son las consecuencias de ello. Grace volverá a ser la misma, sólo dale tiempo a que se adapte nuevamente a la vida que llevaba antes de conocer a Christopher, y a todos los recuerdos que le robamos. 

Que le robamos... —susurró el pelirrojo, ido —. Le robamos sus recuerdos —admitió, pasmado.

—¡Raymond! ¡Basta, me estás asustando! —bramó Thea —. Mira, no salgas ahora con que te arrepientes, porque créeme que eso que hicimos, fue lo mejor que pudimos haber hecho. No sólo Grace salió ganando aquí ahora que ya tendrá una vida de una humana normal, ¿sabes? Sino nosotros también —sonrió —. Tú proteges a tu prima, y yo me caso con Christopher. Todo arreglado. 

Ray asintió con la cabeza repetidas veces, convenciéndose mentalmente.

Becher sonrió una vez más, dejando ver sus perlados dientes. 

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