.。.:*☆ Especial No. 2 ☆*:.。.

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Antes de comenzar, quiero aclararles que este es un capítulo especial-especial de Sumergida, NO tiene NADA que ver con la historia o con los conflictos por los que estén pasando los personajes a estas alturas de la trama, bueno, no del todo. Gracias por leer. Disfruten. PD: Viviana si lees esto, tendrás que desinfectarte los ojos con cloro luego.

***

NARRA OWEN:

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NARRA OWEN:

Desperté en mi habitación, con la respiración agitada y algo sudorosa. Tal y como si hubiera tenido una pesadilla. Mi pecho subía y bajaba con rapidez. No recordaba absolutamente nada.

Eran las 8:00a.m. y por alguna extraña razón el cielo estaba nublado. Mis padres ya debieron de haberse ido al trabajo sin despertarme.

Eran vacaciones de verano; yo no tenía clases pero mis padres sí debían de ir a trabajar.

Me levanté con cuidado y lentitud de mi cama. La cabeza me dolía demasiado. Tenía dificultades hasta para respirar, ¿qué demonios me estaba sucediendo?

Bajé las escaleras —aún en pijamas—, y tuve repentinamente la necesidad de salir de la casa para respirar aire fresco.

Al salir me estiré, elevando mis brazos hacia el cielo y soltando unos quejidos de satisfacción. Aproveché para ir hacia el buzón y ver qué correspondencia teníamos, por lo general eran impuestos, recibos, propaganda, entre otras cosas.

Al tomar los pocos papeles que se encontraban en el buzón, di vuelta nuevamente para dirigirme dentro de la casa pero me vi obligada a detenerme al ver una sombra pasar por mi rabillo del ojo.

«¿Qué diablos?»

¡Había un pez en el césped! 

¡Y era dorado! 

¡Se encontraba saltando para todos lados en busca de agua para poder respirar!

Abrí mis ojos como platos y tiré la correspondencia al suelo, apresurándome por correr hacia el pez, tomarlo entre mis manos y llevarlo adentro de mi casa donde pudiera sumergirlo dentro de algún florero o recipiente con agua, sin embargo el pez no me permitía agarrarlo. Brincaba y brincaba de un lado para el otro.

Estaba tan desesperada por agarrarlo y llevarlo hacia algún recipiente con agua. Temía que muriera. ¿Qué diablos hacía un pez aquí afuera después de todo?

No me percaté de que había estado correteándolo por varias metros, rodeando así gran parte de mi casa, dirigiéndonos hacia el patio trasero. El jardín de enfrente se conectaba con el de atrás.

Estaba a punto de alcanzarlo; en una de esas lo tomé entre mis manos pero se me resbaló por lo tanto que se movía.

—¡Basta ya! —susurraba, persiguiéndolo y agachándome para agarrarlo, pero era simplemente imposible —. Deja de moverte.

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