.。.:*☆ 50 - Parte 1 ☆*:.。.

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NARRA OWEN:

"Te amo".

Aquello que dijo Wells retumbó fuertemente en mi cabeza, congelándome todo el cuerpo. Me había quedado atónita, tal vez porque aún no procesaba muy bien lo que me había tratado de comunicar. A decir verdad, ¿había escuchado yo bien?

Y ante esa estúpida interrogante en mi mente, me vi obligada a soltar un necesario:

¿Qué?

Requería de escuchar una vez más lo que Wells había dicho. Creí haber escuchado mal; porque no podía ser posible, ¿cierto? Algo como eso.

—Me gustas, Owen —habló el albino, pero esta vez pude notar más seguridad y firmeza en sus palabras —. Te amo.

No sabía qué pensar, qué hacer, ¡o qué decir siquiera!

Sentí un calor extenderse por todo mi rostro, para seguirle un frío asolador, tal como si toda la sangre se me hubiese ido hacia el suelo.

Una serie de pensamientos extraños se me vinieron a la cabeza. Pensamientos como Wells y yo... tomándonos de las manos, diciéndonos cosas dulces, actuando acaramelados, besándonos, haciendo...

«¡NO! ¡DETENTE!»

Nadie, nunca en mi vida me había dicho algo como lo que acababa de decirme Wells. Claro está que mis padres no contaban.

Pero, ¿a qué se refería Wells?

¿Me amaba como una amiga?

Sí... eso debía de ser.

Después de todo yo era incapaz de gustarle de esa forma a alguien; era imposible. Si este fuera el caso, ¿qué es lo que habría visto Wells de bueno en mí?

No tenía ningún atractivo físico.

En realidad, mi pecho era más plano que una tabla, y ni hablar de mi trasero.

Nunca fui una chica de buena figura.

Mi complexión jamás fue delgada; a decir verdad, en la primaria sufrí por un tiempo de sobrepeso, y no fue hasta en la preparatoria que me estiré y logré un peso estable, sin embargo no "ideal".

Mi cabello no era brilloso como el de las otras niñas.

Odiaba mi oscuro cabello, no por el color, sino por lo esponjoso y curveado que era.

Fácilmente podría hacerme pasar por un chico si usaba una capucha y lentes oscuros; creo que nadie notaría la diferencia.

Entonces, gustarle de esa manera a Wells quedaba totalmente descartado. ¿Verdad?

—Como amigos —repliqué, pero por mi inseguridad sonó más bien a una pregunta que a una afirmación para darle una respuesta a mis interrogantes.

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