.。.:*☆ 22 - Parte 3 ☆*:.。.

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NARRA OWEN:

Oh Dios míos.

¿Cómo rayos había terminado aquí?

Ethan abrió -con unas llaves que nos entregaron en la recepción del motel después de que el pelinegro pagara por una habitación-, la vieja y descolorada puerta frente a nosotros. 

Ésta rechino al ser empujada hacia atrás, dándonos la bienvenida. El primero en entrar fue Ethan, quien de inmediato buscó una de las lámparas de las mesitas de al lado de las dos camas de allí para encenderla e iluminar el descuidado y viejo lugar.

No había sido capaz de dar más de tres pasos después de entrar por la puerta. Me mantenía de pie, totalmente quieta en el pequeño recibidor, mirando con incredulidad todo a mi alrededor. ¿De verdad iba a pasar la noche aquí? ¿Iba a dormir con Ethan? Bueno... ¿por lo menos en la misma habitación? Y lo más importante de todo...

¡MIS PADRES! ¿¡QUÉ ES LO QUE ESTARÁN PENSANDO AHORA MISMO!?

Choqué la palma de mi mano derecha contra mi frente fuertemente, lastimándome. Seguramente ya llamaron a la policía. Mi madre ha de estar comiéndose las uñas y sollozando en el sofá de la sala, dándoles la descripción de mi aspecto a los oficiales y dándoles a conocer la última vez que me vieron, mientras que mi padre ha de estar buscándome por su cuenta en el carro por toda la ciudad. ¿Qué demonios haré al volver? ¿Cómo podré excusarme de todo esto? 

Estoy jodida.

—¿Piensas quedarte allí parada toda la noche? —soltó Ethan, sacándome de mis pensamientos —. Aunque... por mi no hay problema.

Lo ignoré, y dirigiéndome a la otra cama, de la que no se había adueñado, me dejé caer boca abajo. 

Pude percibir como el pelinegro puso los ojos en blanco para consiguiente apagar la lámpara de la mesita y acostarse en su cama.

La luz de la luna se colaba por la ventana, iluminando un poco la habitación. Estaba tan cansada, sin embargo no dejaba de pensar en el regaño que me darían mis padres al volver, y mucho menos de la explicación que les daría. 

De un momento a otro, comenzó a dolerme el estómago. Tal vez debido a los nervios y a la ansiedad acumulada. 

Me removí en la cama, incómoda. No escuchaba nada de parte de Ethan, ni siquiera su respiración, por un momento creí que la mía probablemente era muy ruidosa y no le permitiría dormir.

Bueno, no es como si me importara.

—¿Por qué le dijiste eso a Wells? —hablé sin pensar, acostada boca arriba, observando el techo. A pesar de todo lo que ocurrió y lo que ocurriría mañana al regresar a casa anhelaba saber la verdad de sus palabras.

—¿De qué hablas? —se hizo el desentendido, por alguna razón me imaginé su cara haciendo un mohín. 

—No te hagas el que no... —había elevado la voz, mas traté de tranquilizarme antes de continuar —. Le dijiste a Wells que yo ya estaba usada, ¿a qué rayos te referiste con eso? —negué con la cabeza, aunque no pudiera verme, aún recostada en la cama.

—¿Qué no es obvio? —rió sécamente —. Wells es un buen miembro del equipo para alguien como tú... —hizo una breve pausa —. Una zorra.

Sentí un agudo pinchazo en el pecho. 

—¿Qué dices? —contesté, sin poder dar crédito a lo que escuchaba, levantándome de un respingo y quedando sentada en la cama —. Yo no...

—Por favor, no trates de ocultarlo —dijo, con ironía —. La vez que fui por ti, a aquella fiesta...

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