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NARRA OWEN:

Cerré la puerta de mi habitación dando un fuerte portazo.

—¿¡Están locos!? ¿¡Qué están haciendo aquí!? —les grité a las tres personas frente a mí: Wells, Jess y Mako.

—Vinimos a visitarte, te extrañé, ¿tiene eso algo de malo? —soltó Mako, dando a relucir una sonrisa maliciosa, y enarcando una ceja.

Me masajé la frente.

—Mi mamá los ha visto, ¡por Dios! ¿Saben lo arriesgado que puede ser eso? —los reprendí.

—¿Qué con eso? —contestó Mako.

—¡Mi madre no puede enterarse que me veo con ustedes en las tardes a practicar boxeo! —grité, perdiendo los estribos.

—¿Y? No le mencionamos nada sobre eso. Sólo somos tus "amigos de la escuela" que vienen a visitarte, es todo —se encogió de hombros, restándole importancia.

Levanté una ceja.

—Tiene razón, Owen. Le mentimos a tu madre, para ella somos sólo amigos de la escuela, por lo que no le veo nada de malo —intervino Wells.

—Y... ¡Te levantamos el castigo, hermosa! —añadió Mako, sonriendo triunfante.

—¿Disculpa? —lo miré, confundida, viendo a Wells en busca de una respuesta o explicación de parte suya.

—Tu madre nos comentó que estabas castigada —empezó a explicar el alto —. Y yo, bueno... 

—Wells logró convencer a tu madre de que te levantara el castigo con sus encantos —rió Mako, inspeccionando cada detalle de mi habitación, entretenido.

Wells me miró, encogiéndose de hombros, ligeramente avergonzado.

—Como sea —negué con la cabeza —. Deben de irse de aquí de inmediato.

—Oye, calmada —Mako hizo ademanes con sus manos —. Sólo venimos a visitarte.

Mordí mi labio inferior, nerviosa. Puede que sea verdad lo que dice, sin embargo no quiero que mamá se entere de alguna forma u otra de que me escapo todas las tardes para ir a un gimnasio no muy lejos de aquí a entrenar boxeo junto a ellos. Tampoco me gustaría que viniera Grace en éste momento; si fuera así tendría que presentarle a cada uno de ellos, y sería incómodo.

Sentí la mirada fija de Wells puesta en mí. Volteé a verlo y él destensó el entrecejo, dándome una cálida sonrisa.  

—No te preocupes, lo entiendo —habló —. Nos iremos ya, si eso quieres —dijo, comprensivo.

Iba a soltar un largo suspiro de alivio al escuchar salir aquellas palabras de su boca, si no fuera porque Mako me interrumpió antes:

—¿¡Eeeh!? —exclamó sorprendido, viendo algo en mi escritorio, de espaldas a nosotros —. ¿Sacaste una 'D-' en tu examen de cálculo? —comenzó a reír entre dientes —. ¿Quién lo hubiera creído? Tiburoncín, la aprendiz de boxeadora-niña-perfecta no es tan perfecta como aparenta ser...

Mis ojos se abrieron de la sorpresa y mi cara tuvo que haber estado igual que el color de un tomate, sentí humo salir de mis orejas. Caminé rápidamente, a pasos grandes, hasta llegar a Mako y le arrebaté el dichoso examen.  

—Joder, tiburoncín, no hay nada de malo en sacar una 'D-' en un examen —levantó sus manos en el aire, tal como hacen los ladrones al ser atrapados por los policías, quienes les apuntan con armas —. Y para que lo sepas, yo sacaba calificaciones peores que las tuyas.

Me dio igual lo que dijo Mako, sólo me enfoqué en volver a esconder aquel pedazo de papel arrugado con una 'D-' en tinta color rojo donde nadie pudiera verlo, ni siquiera yo.

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