Capítulo 5

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Ataviada con un vestido largo color azul marido entallado a su figura, Alejandra lucía verdaderamente hermosa.  Abajo en las escaleras Elian la mirada prendado por su sublime belleza. Al bajar el último peldaño no pudo aguantarlo más y la dio un beso, al separarse la agarró de la mano para ponerle una pulsera de diamantes que le había comprado esa misma mañana.

―¡Oh! mi amor no tenías por qué gastar tú dinero en mí.―La voz fingida de Alejandra mirando la pulsera que lucía en su muñeca no podía hacerle más feliz.

―Mi amor te mereces esto y más te quiero tanto.―Despacio Elian besó a su mujer.

Agarrados de la mano la pareja se montó en su auto donde el chófer de Elian los conduciría hasta una fiesta. Alejandra no paraba de sonreír y admirar la pulsera pensando en cuánto tiempo podría seguir casada con Elian. Por un lado comenzaba a cansarle la vida de casada, pero por otro lado no le disgustaba recibir los regalos de Elian y tener carta blanca para derrochar dinero.

Al llegar a la fiesta, la pareja saludó algunos conocidos. Elian se separó de su mujer para ir aparte hablar con varios hombres de negocios. Mientras Alejandra se quedó en el corrillo de las mujeres que no hacían más que hablar de moda, de sus hijos y poner alguna mujer verde. Cansada de escuchar ese tipo de barbaridades, Alejandra se disculpó y se marchó hacia un balcón que daba a unas vistas de un hermoso jardín.

―Buenas noches, qué hace una dama tan bella sola.―Al escuchar una voz masculina, Alejandra se giró sonriendo hacia el caballero moreno de rasgos hermosos devorándola con la mirada.

―Pues mire, mi marido no me hace caso y me siento tan sola que he decido venir a tomar un poco de aire.

―No puedo creerme que su marido la pueda dejar sola sin tomarse un mínimo interés en usted.

―Pues ya ve.―La mentira le estaba funcionando bastante bien Alejandra. Aquel moreno alto y sexy se puso detrás ella susurrándole cosas al oído consiguiendo que ella no tardase en avivarse y con toda la descareza que poseía se giró para besar aquel hombre en los labios. Ambos decidieron irse a un lugar apartado de la fiesta donde dejaron volar su deseo.

Un rato después, aún con su respiración agitada Alejandra se recomponía su vestido, mientras aquel hombre se deshacía del preservativo y se colocaba su ropa.

―Además de atrevida eres tan fogosa. Me preguntaba si desearías ser mía por más de una noche, será divertido Alejandra.

―Bueno déjame pensarlo, puesto que mi marido no me da lo que tanto deseo, me tiene muy olvidada.

―Has visto lo buen amante que soy, y esto no es nada. En la cama soy aún mejor. Si tú quieres te lo puede demostrar.

―Debo irme Asier, te prometo que te llamaré si te necesito.―Alejandra se fue hacia el baño para retocarse el peinado y el maquillaje. Cuando estuvo lista salió de nuevo hacia el gran salón donde seguía su marido enfrascado en una conversación de sumo interés con varios hombres.

Ella tomó asiento en una mesa sirviéndose una copa. Al rato Elian se sentó a su lado enfadado.

―Elian nos vamos me aburro en la fiesta.

―Sí, vámonos, al final no he podido cerrar el trato con Asier Mateo. Maldito miserable, primero se va y cuando vuelve se niega a cerrar el contrato con mi empresa.

Alejandra hizo una mueca quedándose algo pálida. Si supiera Elian que hace unos momentos se había acostado con él, incluso pensándolo, ella podría hacer que Asier firmase ese contrato tan importante.

De vuelta hacia su hogar, Alejandra dudaba si llamar o no Asier. Sabía que meterse en la cama de ese hombre era poner en ridículo a su marido, pero también ansiaba estar en los brazos de él. Había sido divertido y excitante el juego de seducción que habían tenido en la fiesta, por lo cual no tendría ningún impedimento en llamarlo y volver a quedar con él.

Después de terminar de hacer el amor con su marido, Alejandra se quedó dormida pensando en sí debería o no llamar Asier, tener un amante no estaría mal y así se mantendría ocupada mientras su marido estuviese en el trabajo.

Después del desayuno, Elian se marchó hacia el trabajo. Alejandra volviendo a interpretar su papel de mujer casada triste por no poder verlo en todo el día, se despidió de su marido quedando en verse en la noche.

Ataviada con un traje de falta y chaqueta, Alejandra se dirigía hacia el hotel donde le había indicado Asier que se encontrarían.

Al llegar, Asier la invitó a una copa, ella aceptó gustosa. Mientras el alcohol recorría su garganta, Alejandra le hizo una proposición Asier.

―Tú dirás querida.

―¿Me deseas Asier?

―Mucho, creo que ya deberías saberlo.

―Si quieres que sea tú amante deberás firmar el proyecto con Elian Zisis.―Asier comenzó a reírse a carcajadas. Aquel gesto hizo que Alejandra empezase a encenderse de la misma ira.

―Vaya, ahora resulta que tienes que venir tú para que Elian firme ese contrato que tantos quebraderos de cabeza nos trae. Qué ridículo por favor.

En ese momento Alejandra recapacitó ante las palabras de Asier, sin duda había hecho ridículo en acudir a esa cita y más proponerle algo que a ella ni le importaba. Tan solo acabar en la cama con él. Pero por otro lado le preocupaba Elian y ya comenzaba hartase de tener que escucharlo hablar todo el rato de lo mismo. Con una mirada extraña, Alejandra se levantó sin ni siquiera despedirse, se marchó quedándose perplejo Asier ante su reacción.

Montada en un taxi recibió la llamada de Asier pidiéndole que regresara a cambio de firmar ese contrato. Victoriosa, Alejandra le pidió al taxista dar la vuelta.

Horas después, Alejandra salía del hotel jadeada por haber pasado un rato agradable en los brazos de Asier. Y lo que más le hacía sentirse agraciada, era que había conseguido que Asier diese el paso para reunirse con su marido y firmar el contrato.                                                                  Por su puesto se enteró de la noticia al día siguiente cuando se encontraba desayunando en compañía de su marido y éste le daba la noticia. Ahora solo debían reunirse y ponerse de acuerdo con los términos antes de dar por finalizo el trato.

Al irse Elian, Alejandra empezó a sentir un dolor de cabeza, llevaba días doliéndole la cabeza pero aquel día el dolor era insoportable. Decidió tomarse una pastilla y recostarse antes de ir al encuentro de su amante. Pero aquel día ella no asistió, a pesar de tomarse un pastilla, el dolor permanecía y apenas podía levantarse de la cama puesto que todo le daba vueltas.

―Señora quiere que llame a un médico, no la veo bien.―Le decía Tara, la sirvienta haciéndole entrega de un vaso de agua.

―No Tara, ya estoy mejor. Solo es una jaqueca, se me pasará. Ahora dime si alguien me ha llamado a mi móvil.―La muchacha consultó el móvil de Alejandra siguiendo sus instrucciones de desbloqueo, le dijo que tenía varias llamadas y algunos mensajes.

―Ve a preparar la cena Tara, Elian no tardará en llegar y no quiero que hables o acabarás en la calle.―El tono de Alejandra era serio y amenazante. La muchacha no le quedaba de otra que soportar su mal humor y guardar silencio.

Al llegar Elian, Alejandra bajó a recibirlo, pero esa noche Elian estaba tenso, agotado, había tenido un difícil día y solo quería comer algo e irse a la cama.  Esa noche Elian apenas le dirigió la palabra a su mujer y ella se lo agradeció solo pensaba en Asier y eso hacia que mirase cada dos por tres a su móvil. Para su suerte, Asier ya había dejado de desistir y eso le tranquilizó de algún modo Alejandra.

Habían pasado dos días y Alejandra no se podía mover de casa, sus mareos era constantes y no paraba de vomitar, dispuesta al ir al médico recibió una llamada de Asier dejándole claro que debía acudir esa misma tarde a su encuentro o le contaría a su marido que lo engaña.




La Ambición De QuererteWhere stories live. Discover now