Capitulo 13

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Sin poder salir de su asombro, Silvia tomó asiento en el borde de la cama dejando que varias lágrimas se asomarán dejando entrever que sentía mucho miedo y más sabiendo que iba acabar en la cárcel sin haber hecho nada.

―Te tengo donde yo quería Alejandra. ―Pronunció muy despacio Elian desde su posición mirándola como sus manos temblorosas intentaban taparse su rostro.

―¿Por qué me haces esto? Maldita sea que te he hecho yo para que me tengas que ultrajar de esta manera. Respóndeme.

―Sosiégate querida, ya te lo he dicho, debes venirte conmigo a Berlín y fingir ante mi abuela que nos amamos después ya veré lo que hago contigo.

―Así tal cual. Así, sin importante nada, salvo salvar tu culo ante tú abuela arrastrándome a mí. Por favor pero qué clase de persona hace una cosa así.

―Alguien al que lastimaron, hirieron y me utilizaste como se te pegó la gana, así que no te quejes Alejandra y yo no te he hecho ni la mitad de lo que tú me hiciste a mí. Así que tú decides, o te vienes conmigo a Berlín o vas a la cárcel.

―No quiero ir contigo, no puedes obligarme.

―No me hagas de reír, si que puedo, puesto que aún sigo siendo tú marido. ¿O ya se te había olvidado querida?

Los ojos azules de Silvia se abrieron al máximo, su cuerpo se quedó rígido, su cerebro intentaba procesar la información de la cual se había enterado. Aquel hombre que momentos antes había besado, se había dejado llevar por sus magistradas caricias y dulces besos haciendo que por unos instantes se sintiese deseada. Resulta ser que es su cuñado. El marido de su hermana.

De pronto sus piernas empezaron a flaquear, su cuerpo pareciera que fuese de gelatina, despacio y sin salir de su asombro se sentó de nuevo en la cama apoyando sus manos ambos lados del borde de la cama. Necesitaba una explicación, exigía que alguien pudiese responder a todas sus dudas. Pero cómo le iba a preguntar si no quería escucharla, ya que era evidente que despreciaba a su hermana. Y ahora la estaba utilizando a ella.

¿Qué debía hacer? ¿Cuál era el camino correcto, irse con él o ir a parar a la cárcel? Dado que era más que seguro que el señor Zisis estaba decidido a denunciarla. Y no estaría denunciando a Alejandra, sino a ella, a esa mujer que estaba aturdida, nerviosa y aún no podía salir de su asombro tras enterarse quien es por fin ese hombre misterioso.

Mil preguntas comenzaron a revolotear en la mente de Silvia, exigía una explicación, una verdad. ¿Pero qué era lo que podía hacer si apenas tenía información, si su hermana nunca le aclaró nada y siempre se limitó a mentirle salvo en ocasiones cuando debía sacar la cara por ella¿ ¿Y ahora, quien sacaría la cara por ella?

―Acepto.―Pronunció Silvia muy despacio aun sin poder salir de su estado de shock.

―Perfecto, mañana muy temprano salimos para Berlín.―Elian no lo pudo disimular, esbozó una sonrisa al ver como las lágrimas de pánico recorrían el rostro de esa mujer que tanto lo lastimó. Entrecerró sus ojos cenizosos mirándola con aborrecimiento sintiéndose orgulloso por lo que había hecho. La tenía donde quería. Acorralada, sin escapatoria y ahora podía vengarse de ella utilizando su cuerpo en la intimidad concretamente en su cama, aunque lo quisiera negar, aún lo vuelve loco a pesar de tratar de ocultar su belleza  tras esas pintas de dejadez.

―Ahora vete, voy a llamar al gerente para aclarar todo. Ah y deberías darme las gracias por librarte de la cárcel, de donde te tuve que haber mandado hace tiempo pero fui demasiado generoso contigo. Recuérdalo Alejandra, eres mía.

Cada palabra que salía de la boca de Elian, más amargas se volvían para Silvia. Agachando su cabeza se dispuso a terminar de limpiar la suite y se marchó sin apenas mirarlo. Aún estaba demasiado sorprendida por la noticia que casi no podía atinar hacer algo correcto.

La Ambición De QuererteWhere stories live. Discover now