Capítulo 28

10.4K 677 10
                                    

Sintiéndose aún inseguro respecto a contarle la verdad a su padre. Esa misma mañana Carlo marchó junto a su madre hacia su casa. Allí se encontró frente a frente con su padre.

La fisonomía de Stefan era claramente de enfado. Aún no le había perdonado a su hijo que se casara con una caza fortunas. Una mujer vulgar que le daba lo mismo pasease con sus amantes y lo peor de todo, que la fotografiasen y la vieran todo el mundo.

Aún tenía en su mano el sobre que le hizo entrega el detective que contrató para que vigilase a Silvia. Aquellas imágenes le llegaron a quitar el aliento de ver con sus propios ojos como esa mujer besaba a otro hombre y el idiota de su hijo aún la defendía.

Cómo podía ser tan  iluso y no darse cuenta de la realidad. Ante la furia que surcaba por sus venas, Stefan golpeó fuerte la mesa ante la mirada atónita de su hijo y su mujer.

―Padre, no he venido a discutir contigo, solo quiero que me escuche y espero su comprensión.

―Comprensión dice el otro.―Stefan hizo una mueca mirando hacia otro lado con tal no de ver a su hijo. Las ganas de cogerlo por el cuello le eran cada vez mayor.

―Padre, escúcheme por favor. Silvia no tiene la culpa de nada. El único culpable de todo esto he sido yo.

―¿Qué pretendías con casarte con una mujer como ella? Dime Carlo. Eres tan imbécil que no te has dado cuenta que esa mujer no quiere más que tú dinero. ―Los gritos de Stefan subían tanto como su nerviosismo.

―Por favor Stefan, tranquilízate y siéntate para que escuches lo que te tiene que decir nuestro hijo.

Stefan tomó asiento en uno de sus sofás de cuero. Su pecho subía y bajaba de la misma inquietud de tener que oír las palabras absurdas de su hijo.

―Padre, ante todo le pido perdón, sé que esto no es fácil ni para usted ni para mí. Pero ya no puedo ocultarlo más. Yo me casé con Silvia porque quería esconderme detrás de ella lo que realmente soy. Yo soy homosexual. Nunca me enamorado de ningún mujer, amo a un hombre. ―Carlo tragó saliva, miró a su madre que se encontraba al lado suyo agarrados de la mano. Ambos se miraron valorando la reacción de Stefan. Él mirando hacia el suelo, comenzó a reírse con ironía.

―Qué vergüenza me das. Como has podido hacerme algo así Carlo. Acaso yo me merecía esto. Siempre os educado para que seáis hombres de bien, y resulta que mis dos hijos me han traicionado. Uno se casó con una camarera y el otro me ha resultado gay. ―Stefan siguió riéndose echando su cabeza hacia atrás para apoyarse en el sofá. Desde luego no sé que hecho, para que me ha toquen estos dos hijos. ¡Ay Señor! Pero que hecho yo para merecerme este calvario.

―¡¡Basta ya, Stefan!! No te voy a consentir más que hables así de nuestros hijos. Carlo te ha abierto su corazón, qué piensas que para él ha sido fácil puesto que tiene un padre que nunca lo ha escuchado. Y de nuestro hijo mayor, es normal que no quiera saber nada de nosotros, puesto que nunca hemos tratado a su mujer y menos conocemos a nuestros nietos. Y aún dices que este es tú castigo. No Stefan, esto no es un castigo, esto es una condena por todo el daño que nos has estado haciendo. Todos estos años de matrimonio han sido una infierno, solo te has limitado a tus negocios y nunca te ha importado lo que pasa con tú familia. Son tus hijos. Nuestros hijos, y debemos estar contentos con ellos y compartir su felicidad.

―No seas tan tonta Idana. Yo soy un hombre muy importante en los negocios, esta vida que llevas de lujos me la debes a mí. Por haberme dejado la piel trabajo día y noche para que nos os faltase de nada y así me lo pagáis.

―No hables así a mamá.―Carlo se puso enfrente de su padre. Ambos mantuvieron sus miradas cargadas de rencor. El puño de Stefan se cerraba cada más llegando a ponerse los nudillos blancos. La ira que estaba contendiendo estaba agotando su paciencia. Tanto que no dudó en darle un puñetazo a su hijo.

La Ambición De QuererteWhere stories live. Discover now