Capítulo 25

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Mas bien intrigado y curioso. Elian se dirigió hacia donde se encontraba la pareja.

Nunca antes Silvia había acompañado a su marido a ningún evento, ya que no le gustaba exhibirse y prefería mantenerse al margen. Pero aquella noche, Carlo le había propuesto que le acompañase con segundas intenciones. Sabía que Elian estaría allí y podría verlo.

Desde que se casaron Silvia no volvió a mencionarlo, pero él sabía que pensaba en él y no dudó en ningún momento en montarse en su jet privado y viajar hasta Berlín para darle la sorpresa a Silvia de que pasara al menos una noche con Elian.

―Buenas noches.―Dijo Elian con voz ronca sin poder apartar sus ojos cenizosos de Silvia.

―Buenas noches―Respondió ella titubeando. Ver de nuevo a Elian la hizo de estremecerse. A pesar de agarrarse más fuerte del brazo de Carlo, éste captó la indirecta.

Carlo sin perder su sonrisa, estrechó la mano a Elian a la vez que este lo miraba con recelo.

―Que tal te encuentras Silvia.―Siguió preguntando Elian haciendo caso omiso a Carlo. Lo que de verdad le importaba era ella y verla tan bien arreglada, reflejando su belleza no pudo hacer otra que gruñir para sus adentros.

―Bien gracias. Y Diego como está y Victoria.

―Ellos están bien, te echan de menos.―Hablar de sus hijos era lo que más ternura le daba a Elian y no le mintió cuando le dijo que Victoria la echaba de menos.

Silvia hizo una mueca. Carlo le propuso a Elian cenar juntos y así poder hablar de algo que no fuese de negocios.

Entrando en batalla consigo mismo, Elian terminó aceptando la invitación y cenando junto a Silvia dejando a un lado a Hayde. Ella ya no era su problema, el problema lo tenía muy cerca de él.

La cena terminó y en breve comenzaron con la subasta. Un rato después Silvia pidió a su marido marcharse. Tan solo estar cerca de Elian la abrumaba llegando a  dominarla sin saber  exactamente qué hacer.

―Silvia tranquilízate. Mira, nos vamos a ir al hotel y allí llámalo y queda con él.

― ¿Estás loco? Yo...como voy hacer algo así.

―Silvia, mírate pareces una quinceañera. Es más que evidente que Elian está celoso, si no obsérvalo por ti misma como me mira. Parece que me va abrasar con los ojos. Y no niegues que te gusta y te mueres por estar entre sus brazos disfrutando del placer que te pueda dar.

Las mejillas de Silvia tomaron color. Algo avergonzada miró de nuevo a Carlo. El como si le estuviese leyendo la mente, la animó a marcharse y después llamarlo.

―Elian nos marcharnos, me encuentro cansada. Me alegro de haberte visto.―Pronunció Silvia sintiendo como el corazón se le desbocaba.

―Yo también me alegro de haberte visto. Espero volverte a ver pronto Silvia, de hecho le dicho a Carlo que vengáis mañana a mi casa. Así podrás ver a Diego.

―Claro que asistiremos. Gracias por el detalle.

Durante un largo tiempo se hizo un silencio, ninguno de los dos sabía que decir, tan solo mirarse a sus ojos y escuchar el latido de sus corazones.

Al llegar al hotel, Carlo se disculpó con Silvia, había recibido una llamada de Henry diciéndole que si podían verse en New York.

―Silvia me siento mal por dejarte sola, creo que no voy a ir a ver a Henry.

―Carlo, ve con él. Yo estaré bien no te preocupes. Mañana cuando vea a Diego me iré para Italia.

―Silvia, no te vayas tan pronto. Aprovecha al máximo el tiempo junto a Elian.

La Ambición De QuererteWhere stories live. Discover now