Capitulo 7

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Alejandra intentaba tranquilizarse tras haber mantenido una acalorada discusión con Asier. Sin quedarle de otra  llamó un taxi y se fue hacia el hotel donde la esperaba su amante.

Dentro de la habitación, Asier ya estaba preparado para recibirla, tal y como se recibe una amante. Sin dejarle apenas que pronuncie una palabra la besó impaciente por tenerla en su cama, ella recibió ese beso gustosa, a pesar de su malestar Asier consiguió con sus besos y caricias abrasarla, aquel hombre era tan apetecible que no dudó en caer rendida a sus encantos y saciarse juntos en un placentero y deleitable juego de seducción.

De vuelta en su hogar, Alejandra se dio una ducha. Después, como siempre comenzó arreglarse para estar bonita para su marido. Elian era un hombre bueno, y sobre todo, estaba ciego de amor hacia ella, cosa que a ella le beneficiaba.

Durante la cena Elian no dejaba de hablar por su móvil sobre negocios, Alejandra intentaba aguantar la compostura observándolo como se irritaba ante lo que tenía que escuchar su marido por teléfono. Minutos después Elian se disculpó para ir al casino, al parecer había un problema y tenía que ir a ver qué era lo que estaba pasando.

Ella interpretando su papel de esposa comprensiva, se despidió de su marido. Cuando vio las puertas cerrarse, por su mente se le ocurrió la idea de salir a divertirse.

En una sala de fiestas, Alejandra bailaba en compañía de un hombre algo más joven que ella, que no había apartado sus ojos de ella nada más verla cruzar por la puerta. Acalorada, Alejandra se dirigió hacia la barra para pedirse su bebida, de nuevo un dolor en su cabeza, aquellos dolores no se iban y ya comenzaba a preocuparla. Por lo que dejó a su compañero de juerga y se marchó hacia su casa.

Antes de llegar a su casa, tuvo que parar por una farmacia, necesitaba con urgencia algún medicamento. De nuevo en su hogar, en la mitad de la oscuridad  una silueta salió a su encuentro.

―¿De dónde vienes Alejandra a estas horas?―Ver a su marido plantado ahí en mitad del recibidor echando fuego por sus ojos era lo que menos esperaba Alejandra.

―Vengo de la farmacia mi amor, me duele mucho la cabeza y no tenía medicinas para el dolor de cabeza. ¿Ves?―En un principio ella se alegró que Elian dejase de mirarla con rabia para mirarla con ternura preocupándose por salud.

―No te preocupes, son jaquecas, estoy bien mi amor.―Sacando todas sus armas, Alejandra rodeó el cuello de Elian para besarlo consiguiendo que dejase de preguntar más.

Una semana después, Asier no había tenido noticias referente a su amante, aquella mujer le gustaba mucho y lo complacía en la cama. Lo que no soportaba era que lo engañase y no acudiera a su encuentro y su paciencia tenía un límite.
Esa misma mañana Asier se encontraba reunido con Elian para cerrar el trato que venían hablando durante días. Antes de pasar a la sala de reuniones, Asier tecleó en su móvil un mensaje para Alejandra. Esperó durante unos minutos su respuesta, pero no la obtuvo. Sintiéndose burlado por esa mujer que tanto lo había deslumbrado no tendría piedad con ella. Si algo tenía seguro Asier, era que una mujerzuela no lo iba a ridiculizar.

Su dolor de cabeza no se iba y mas cuando estaba acompañado de mareos y vómitos, a pesar de aparentar que nada le ocurría, Alejandra podía intuir que algo le estaba pasando y no precisamente bueno. Por lo cual decidió coger cita para ir al médico, de pronto  recibió un mensaje de Asier, lo leyó  y dudó si acudir o no. Al final tras pensarlo y con algo de temor por si Asier pudiera hablar con su marido, se fue hacia el hotel donde le dejaría claro que todo ya se había terminado entre ellos.

Exasperada, Alejandra se bajó del taxi y con paso decidido fue hacia recepción, preguntó por la habitación donde se hospeda su amante, cuando obtuvo la información se fue hacia la habitación. Tocó la puerta antes de entrar, pero no le dio tiempo de entrar, su cabeza empezó a darle vueltas, de pronto veía borroso y sus fuerzas pareciesen que hubieran desaparecido. Como un frágil papel Alejandra cayó al suelo inconsciente.

La muchacha de la limpieza vio tendida en el suelo Alejandra, intentó reanimarla pero ella no habría sus ojos, por lo cual llamó al gerente del hotel y éste llamó a una ambulancia.

La reunión había durado un par de horas, pero con excelentes resultados. Las dos empresas se habían asociado y Elian se sentía orgulloso por su trabajo. Una vez cerraron el trato y plasmaron sus firmas, Elian y Asier se dieron un fuerte apretón de manos.

―Me alegro que por fin nos hayamos avenido.―Empezó hablando Elian.

―Yo también Elian, pero debo añadir que este trato se ha cerrado gracias a su mujer.

― ¿A mi mujer? Explícate.―Cada músculo de su cuerpo se tensó, sus ojos grises se oscurecieron nada más oír el nombre de su mujer en boca de otro hombre.

―Yo no tengo nada que explicar Elian, la que te lo tiene que explicar es ella. Pregúntale, solo pregúntale Alejandra.―Con una risa farsa, Asier se marchó dejando descompuesto en ira a Elian. En ese momento lo llamaron de hospital.

Media hora después Elian se encontraba en la habitación donde se encontraba su mujer esperando que llegase un médico para informarle de lo sucedido.

―Buenas tardes, usted será el marido de la señora Zisis.―Preguntó una enfermera cargada con una bolsa de suero.

―Sí, soy yo. Quería saber que le ha sucedido a mi mujer.

―De momento no sabemos nada, solo le están haciendo pruebas, las personas del hotel no han sabido decirnos nada más.

«Hotel» Aquella palabra le sorprendió a Elian, tanto que se le clavó en lo más hondo de su corazón. De pronto recordó las palabras de Asier. «Pregúntale a Alejandra» Exasperado, furioso consigo mismo pego un puñetazo a la pared consiguiendo hacerse daño en sus nudillos. Volvió su rostro rojo de la irritación que sentía dentro de sí mismo contemplando a la mujer que se encontraba en tumbada en la cama. Enfurecido se marchó de la habitación necesitaba averiguar si era cierto lo que estaba pensado. Si Alejandra le estaba engañando con Asier.

Decidido a quitarse esa espinita, se dirigió al mostrador del hospital, allí le dieron el nombre del hotel. Mientras conducía hacia el hotel en sus pensamientos volvían a recordar las palabras de Asier y la forma de comportarse de su mujer. ¿Desde cuándo eran amantes, o todo era falso?

La Ambición De QuererteWhere stories live. Discover now