Capitulo 8

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Frustrado, aunque queriendo aparentar tranquilidad, Elian hizo unas preguntas a la chica que se encontraba como recepcionista. Para su suerte y con un varios billetes que puso en un papel doblado dándoselo a la recepcionista con disimulo, empezó hablando con afecto.
Ésta al ver la cantidad de dinero que le había ofrecido supo inmediatamente que se trataría de un hombre engañado, por lo cual no tuvo pelos en la lengua en darle la información que Elian no deseaba escuchar. Era una realidad, su mujer lo estaba engañando con Asier.

Enfurecido salió del hotel sintiendo pequeñas descargas de molestias, enfadado consigo mismo se preguntaba con qué clase de mujer se había casado. Si había algo que no podía soportar y menos perdonar Elian, era que lo engañasen y encima lo hicieran pasar por tonto. Justo eso fue lo que había hecho  Alejandra. Asqueado decidió irse a emborracharse​, el alcohol y la compañía de una mujer hermosa lograrían de algún modo bajarle el enfado y aunque sea por unos minutos olvidarse de todo. Dejar a un lado esos malos pensamientos sobre su mujer y lo que le hará cuando la tenga cara a cara.

Tres días después Alejandra hablaba con el doctor que le había tratado.

―Doctor no se ande con rodeos dígame que es lo que tengo.―Se enfrentó Alejandra al doctor que la miraba con nostalgia intentando encontrar las palabras adecuadas para darle el diagnostico.

―Señora Zisis, le hemos hecho pruebas y al parecer usted tiene un tumor en la cabeza, de ahí es donde le vienen los dolores de cabeza. Por desgracia y tras hacerle una biopsia, el tumor es maligno, por lo cual hay que operarla inmediatamente si desea recibir tratamiento y poder salvar su vida.

―¿A qué está esperando doctor entonces? Opéreme ahora mismo, por Dios yo no quiero morir, no puedo soy muy joven.

―Sí, se puede operar, pero hay un problema. Usted está embarazada.

―¿Embarazada?

―Sí, embarazada y para someterse a la operación debe perder a su hijo. Señora Zisis sé que es una decisión muy complicada e incluso difícil, pero es lo que hay. Su vida o la de su hijo.

―¿Las dos no pueden ser?―Los ojos de ella ya estaban tristes, lentamente posó su mano en su vientre, su llanto aumentaba de tener que encontrarse entre la espada y la pared.

―Mire señora Zisis, ahora le daremos el alta, vaya a su casa, descanse y piense muy bien lo que va hacer. Deba entender que no puede estar embarazada, debe abortar si desea vivir, es imposible seguir con el embarazo tras la operación debe darse la quimioterapia. Me entiende.

―Comprendo doctor.

El doctor firmó el alta, dándole instrucciones a una enfermera se marchó dejando Alejandra decaída y apenada con mucho miedo de encontrarse en esa situación.

Horas después Alejandra llegó a su casa, con la ayuda de Tara se fue a su habitación donde pudo descansar todo el día.

Al llegar a su casa tras un duro día de trabajo, Tara le comunicó a Elian que Alejandra estaba en su habitación. Dejándose llevar por el odio que emanaba dentro de él, subió los escalones de dos en dos hasta llegar a su habitación, de malos modos abrió la puerta, sus ojos miraron con desprecio a la mujer que tanto amaba y que en ese momento la aborrecía.

―Vaya que manera de ir a visitarme al hospital.―Empezó Alejandra hablando.

―Qué vaya a visitarte dice la otra. Dime Alejandra, que tienes tú que ver con Asier Mateo. Responde Alejandra.―Elian no podía ocultar el odio que sentía en ese momento hacia su mujer y más viendo como su rostro se volvía más pálido antes sus preguntas.

―Yo...yo...no tengo nada que ver con ese tal Asier Mateo. ¿Por qué lo preguntas?

―Dime la verdad adúltera. ―Elian le apretaba más y más su brazo llegando a dejarle sus dedos marcados en su piel.

―Suéltame, estas loco o qué te pasa. Ahora te crees de los chismes de la gente, así confías de mí, por favor me estás humillando Elian, mi propio marido desconfía de mí sin motivo alguno.

―Maldita zorra, acaso me has visto la cara de estúpido o qué. Fui al hotel a preguntar y ellos mismos me han dado la información. Te veías con tú amante mientras yo trabajaba. Maldita zorra desagradecida. Lárgate ahora mismo de mi casa.

―Espera Elian hay algo que debes de saber, espera, escúchame por favor.―Ni las súplicas, ni el llanto de arrepentimiento que recorría el rostro de su bella mujer consiguió que su marido la perdonase, si no todo lo contrario, la hizo que se vistiera y la echó de su casa sin ninguna contemplación.

―Por favor Elian no me hagas esto, yo...

―Ahora vete Alejandra y que te mantenga tu amante o con esos hombres que me has engañado, maldita trepadora, solo querías mi dinero.

―Elian hay algo que debes saber, dame un minuto y hablamos.

―Yo no escucho a las mujerzuelas como tú que me engañan y encima tienen la descareza de negarlo, eres una ambiciosa, una víbora que solo piensas en ti sin importarte nada, nunca me has querido, si lo hubieras hecho no te hubieras metido en la cama con otro hombre. Qué, ¿acaso no tenías bastante conmigo? ¿Qué he sido para ti Alejandra?,¿EH? un títere que  has manejado para que te comprase tus caprichos mientras te revolcabas con sepa dios cuantos hombres. Ahora vete a que te consuele tu amante porque yo no quiero volver a verte en mi vida.―Dándole un empujón la echó de su casa cerrándole la puerta a la que fue su mujer, a esa mujer que tanto quería y ahora lo había traicionado.

Alejandra lloraba desconsoladamente golpeando la puerta, de rodillas le pedía perdón a su marido, quería contarle que estaba embarazada de él. ¿Pero acaso la creería?
Se acabó todo, todo lo que tanto ambicionaba, lo que deseaba en la vida se había ido como se estaba yendo su vida. Sin dinero, ni joyas, ni vestidos caros ni maquillaje, sin nada masque unos pantalones y un jersey puesto Alejandra caminaba bajo la llovía agarrada así misma llorando de amargura hasta que llegó a casa de su amiga Adela. Ella al verla con su rostro mojado, toda empapada la dejó entrar diciéndole que se diera una ducha y se pusiera algo de ropa aunque sea suya.

Sentadas con una taza de café Alejandra le pedía ayuda a su amiga, pero ella quedándose seria, le dijo que no podía ayudarla, apenas le alcanzaba para ella y mandar dinero a su madre y a hermanos pequeños. Además no quería correr el riesgo que Elian se enterase que estaba en su casa y la echara del trabajo con la falta que le hacía.

―Lo entiendo Adela, no quiero causarte más molestias. Me voy.

― ¿Dónde vas Alejandra?

―No lo sé aún, ya veré. Gracias por la ropa y la comida.―Alejandra se despidió de su amiga y se marchó hacia la calle.

A la calle, pensó Alejandra muerta de miedo y terror de saber que su vida se apagará de un momento a otro. Aun así el poder llevar un hijo de él en su vientre le daba fuerzas necesarias para  salir adelante, por supuesto sola no podía, necesitaba ayuda, y en esos momentos tan desesperantes y trágicos de su vida a las únicas personas que podía recurrir era a su hermana y su madre.

No tenía ni un céntimo en su bolsillo, por lo cual de la manera más humillante y desagradable para una persona como ella, Alejandra tuvo que ponerse a pedir limosna si quería comprar un billete de avión e irse para España y contarle lo que le estaba sucediendo a su familia.

La Ambición De QuererteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora