Beth Harper, una joven, exitosa y ambiciosa chica de Nueva York, es muy desafortunada en el amor. Pero, cuando viaja a Roma e impulsivamente roba unas monedas de una fuente en la que las personas la arrojan en busca del amor verdadero, Beth comienza...
Beth hizo un viaje de varias horas hacia Roma, para asistir a la boda de su pequeña hermana Cindy, ella se sentía algo triste de saber que su hermanita se casaría antes que ella.
Cuándo llegó al aeropuerto tomó un taxi para ir directo a su destino, ella observaba la cabina por dentro, en el espejo retrovisor colgaban pequeños peluches algo graciosos.
- ¿Cuánto tiempo se quedará en Roma, señorita?- preguntó el amable y sonriente taxista.
- Cuarenta y ocho horas o muchísimo menos.- dijo un poco seria Beth.
- No es mucho tiempo, pero tiene suerte, solo se necesita un momento para ver la belleza que tiene. La ciudad eterna es la ciudad más romántica del mundo, no se puede vivir sin haber amado en Roma.- dijo aquel amigable taxista.
- No hay mucha cobertura en este lugar.
- Deje un momento todo eso y mire la ciudad. Bienvenida a Roma.
- ¿Le he dicho que llego tarde a la boda de mi hermana?
- Si, muchas veces.- el taxista rió y se estacionó frente a la fuente del amor.-Por fin, la magnifica Fontane del Amore. Una bella maravilla en el mundo, un sitio donde los románticos del mundo buscan el amor. Gente mayor, gente joven... incluso los feos.- decía mientras sacaba las maletas de Beth de la cajuela del taxi y ella buscaba dinero para pagar. Dio el dinero al hombre y tomó sus maletas para correr a un lado de la bella fuente para encontrarse con su hermana ya con el vestido acompañada de su madre.
- Beth, cariño, te ves agotada.- dijo su madre al saludarla.
- Gracias mamá.
- Di que estas bien.- saludó la pequeña Cindy.
- ¡Y tu estas preciosa!- Beth abrazó a su hermana.
- Gracias.
- ¿Y ese rollo de ver a la novia antes de la boda da mala suerte?
- Chicas, no tenemos mucho tiempo. La zorra del mes de tu padre espera con tu vestido.- su madre sonrió.
- Te he oído y no es una zorra, es una jugadora de volley de playa.- se acercó a saludar a Beth. - Hola cariño.- dio un beso en la mejilla de su hija mayor, después Cindy llegó con su prometido.
- Él es Humberto.
- Ahora eres mi hermana.- Humberto tomó a Beth y la apretó entre sus brazos.
- Ven a conocer a su familia.- Cindy la jaló para que conociera a los demas.
- Pregunta si tiene un hermano, o un primo.- dijo el padre de Beth con lo cual ella solo lo fulminó con la mirada.
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Era el momento de la celebración, el sacerdote estaba desesperado esoerando al último miembro para que se pudiera celebrar la ceremonia. Beth miraba la puerta de la iglesia hasta que entró un hombre con el sacó en mano para correr por la alfombra mientras se lo ponía pero al llegar a la mitad su teléfono móvil comenzó a sonar con nada menos que Cherry Pie.
Aquel hombre alto, de cabello alborotado y hermosos labios trató de apagarlo pero cayó de su bolsillo y rodó por el piso, tratandolo de agarrar y apagar seguía rodando hasta que por fin pudo callarlo. El sacerdote aún tareaba la canción.
- Llegas tarde Taylor, y súbete la bragueta. - dijo el otro padrino que estaba a un lado. Taylor reaccionó de inmediato. -Cuando quieras.- dijo para avisar que estaban listos. Beth y aquel hombre intercambiaron miradas, ya que ella era una dama de honor, estaba al otro extremo de él.
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La ceremonia había comenzado y Cindy se veía tan feliz de unirse con Humberto, el italiano que conoció hace dos semanas. Aunque ¿ella sería la única con suerte?
