Beth Harper, una joven, exitosa y ambiciosa chica de Nueva York, es muy desafortunada en el amor. Pero, cuando viaja a Roma e impulsivamente roba unas monedas de una fuente en la que las personas la arrojan en busca del amor verdadero, Beth comienza...
- Celeste.- Beth sonrió falsamente escondiendo su nerviosismo.
- Te presento al señor Simon Le Bon, nuestro patrocinador y nos ha pedido conocerte.- dijo la jefa, el hombre se mostraba serio, aunque con un porte seductor.
- Eh... bueno ¡Hola!- extendió su mano para saludar al rubio.-¿no nos hemos visto?- preguntó mientras aquel guapo hombre se acercaba a ella.
- En mis sueños Beth.- tomo sus manos y las acarició delicadamente, ella estaba asustada, confundida y todo lo que se le relacione. Ambos rieron, Beth nerviosa y Simon enamorado.
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- Nuestra querida Beth ha conseguido una increíble obra central que encantará a todos.- dijo orgullosamente Celeste.
- En realidad, Celeste, tengo que decirte algo.- ella estaba muriendo y casi le da una ataque pero Simon vio a John y se acercó a él.
- ¿Eres aquel chico del rayo? ¡Claro que si! Si alguien conoce de dolor este tipo. Un millón de volteos sobre el cuello.- John solo bajó un poco la mirada.
- Eso es fulminante.- dijo Celeste sin interés. -Beth, ¿tienes mi obra principal?- estaba sonriendo maliciosamente.
- Mira Celeste, yo quería explicarte algo.- Beth iba a confesar que la obra principal no llegaría.
- Lo que quiere decir es que puede traer algo mejor.- John habló por ella.
- No es momento John.- dijo triste.
- Ella quiere traer un auténtico Petroccelli nunca antes visto.- dijo orgulloso.
- ¿Petroccelli?- Celeste no tenia idea de quien era ese Petroccelli.
- Si, Damian Petroccelli me dio el original y destruyó el negativo.- rascó su nuca.
- ¿Y por qué hizo eso?- mencionó Celeste desconfiada.
- Porque yo soy el protagonista de la foto. Volveré a vivir esa humillación electrizante en público y con Beth al mando se que está en buenas manos.- miró tiernamente a Beth, mientras que Simon hizo una mueca de fastidio y Beth solo podía sonreir sinceramente a John.
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- ¿Y la visita privada y guiada que ibas a darme?- Simon se puso frente a John y Beth solo regaló una sonrisa a Taylor.
- Sigame.- ella lo llevó por todo el museo. -Tenemos obras magnificas, Picasso, Rembrandt, Van Gogh, Dalí y muchos mas.- caminaban por los pasillos.
- Has dejado un excelente espacio entre cada pintura.- Simon buscaba cualquier cosa para alabar a Beth. -¡Has hecho un excelente trabajo! Admiro todo lo que hiciste.- Simon sonreía y alagaba cada detalle de su trabajo.
- Gracias.- sonrió nerviosa.
- ¡Oh! Tengo algo que quiero darte.- se acercó a ella y le entregó una bolsa decorada. -Es un regalo para ti.- sonrió dulcemente.
- ¡Vaya!- lo tomó algo apenada pero amable.
- No es algo grande, pero es una cosa que me gusta.- Beth abrió la bolsa y sacó un paquete de salchichas y en la etiqueta estaba Simon en una pose muy "sensual" si estar en las salchichas podía ser sensual.
- ¡¿Salchichas?! Esta es su cara.- rió junto con Simon.
- Si, ese soy yo. Tal vez te parezca raro pero la carne envasada es a lo que me he dedicado toda la vida. Soy como un experto igual que tu, un experto en salchichas.- trató de que su trabajo fuera atractivo para la chica.
- Bueno, la pasión es la pasión.- actuó normal aunque por dentro se decía "¿por qué todo el mundo está loco?
- ¡Eso es justo lo que digo yo! No hay idea o emoción en la tierra...- tomó a la chica por los hombros, ella lo miró asustada pues el hombre era demasiado alto. -... que pueda expresarse con una salchicha, y dirán hola y gracias por enseñarme el museo.- sonrió pícaramente a la chica y acercó su rostro al de ella, realmente quería besarla.
- Pues muchas gracias por el regalo.- se separó y caminó pero Simon tomó su brazo. -Dígame que está aquí porque siente un gran aprecio por el arte.- realmente estaba muy asustada.
- Yo siento un gran aprecio por ti.- Beth lo miró y salió corriendo.
- Se acabó la visita.- gritó y corrió ,pero Simon la seguía por los pasillos del museo.
-Se que es una locura porque también lo creo.- atrapó su brazo de nuevo, Beth estaba nerviosa y se retorcía hasta que escapó de él. -Al parecer te gusta jugar al gato y al ratón, ¡miau!- comenzó a perseguirla, fuera de que era aterrador tener a hombres tras de ella estaba riendo por ver a un magnate de las salchichas correr en un museo tras ella. Después ella pudo meterse a un pasillo para evitarlo, respiró y miro para percatarse de que ya se había librado de aquel rubio. Realmente se volvería loca.
