Beth Harper, una joven, exitosa y ambiciosa chica de Nueva York, es muy desafortunada en el amor. Pero, cuando viaja a Roma e impulsivamente roba unas monedas de una fuente en la que las personas la arrojan en busca del amor verdadero, Beth comienza...
- Me ha gustado tu brindis.- John le extendió la mano a Beth para ayudarla a bajar por las escaleras y darle otra copa.
- Gracias. El hermano de Humberto me ha "tirado los perros" y su familia cree que soy una pervertida, pero aun así gracias.- Beth bajó con John y ambos rieron por lo sucedido, pero la anciana a la que había golpeado con el jarrón pasó cerca y escupió a los pies de ella.
- Ah... significa suerte.- John hizo una mueca.
- Bueno, ¿dónde has aprendido a hablar italiano tan mal?- ambos comenzaron a caminar.
- En la escuela, compartía cuarto con Humberto. Él me enseñó a hablarle a las chicas en italiano y yo la música inglesa.
- Increible. Oye, yo quería hacerte una pregunta.- ambos se detuvieron.-¿Tienes cobertura, cuál es tu compañía?.- John la miró confundido. - Recibiste una llamada en la boda. Déjame tu teléfono, debo hacer una llamada, es del trabajo.- arrebató el teléfono de las manos del chico.
- No puedo dejarte mi teléfono.- se lo quitó a Beth.
- ¿Por qué?
- Tomaras mi número.
- No tomaré tu número.- ambos sonrieron coquetamente.
- Claro que si, tomaras mi teléfono para llamar al tuyo y registrarlo para después llamarme y ligar a las tres de la mañana.- John ofreció una sonrisa picara.
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- ¡Yo no... damelo, de verdad lo necesito!
- No puedo, Humberto me hizo apagarlo por el incidente de hace rato.- Beth rió al recordarlo, pero el sacerdote se acercó a ambos para saludar a John.
- Hola John, ¿jugamos una partida de pocker?
- No lo creo... me dejaste limpio en la despedida de soltero de Humberto, se acabaron las cartas.- trataba de explicarle a Beth.
- Pero juré que no volvería a jugar. Perdóname dios, perdoname.- el sacerdote se lamentaba.
- Vamos, solo fue una partidita.- John golpeó el hombro del sacerdote y este se alejó rezando.
El baile de los novios comenzó, se veían tan felices.
- Mira a esos dos.- dijo John viendo como bailaba Cindy y Humberto.
- Dime que es un buen tipo.
- Es un santo, ¿y ella?
- Un ángel.
- ¡Vaya! Un santo y un ángel. No les doy ni un año.- dijo John mirando el baile.
- ¡Yo no les doy ni seis meses! Esta boda es una locura, se conocen de hace dos semanas.- Beth comenzó a reír.
- No es suficiente ni para saber cuanto gana.- el chico hizo una mueca y Beth solo actuó sorprendida, es su misma frase. - ¿Qué?
- Nada.- Beth sonrió y siguió viendo el baile. Pero John tomó a la chica del brazo y la jaló para moverse al ritmo de esa danza regional, al parecer de ¿Holanda? Quien sabe. Ambos se movían divertidos, pareciera que ese par se entendía bien, bailaban, brincando y moviéndose de aquí para allá, pero cuando John hizo un moviendo con el pie,algo así como una patada y giró, golpeó la charola de las bebidas que un mesero llevaba, derramando el líquido en las conecciones eléctricas creando un corto circuito.
- Lo siento, ha sido culpa mia.- dijo en medio de la oscuridad. Al parecer no era muy cuidadoso el querido John Taylor.