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La mañana siguiente Beth decidió salir a correr como siempre, temprano, para sentirse con energía, corrió por un parque, cruzando el puente de un lindo lago y a un lado de la gente que alimentaba los patos, pero pasó tan cerca de aquel pintor, o artista independiente, como hacia llamarse, él miró un poco a la chica y volvió a su pintura pero regresó rapidamente la mirada a ella pues se sentía atraído exageradamente por ella, aunque no solo eso, pues pareciera que ya la había visto tantas veces, su dibujo era Beth en un muy bello vestido pero sus pies eran un desastre, él tomó su lienzo y todo su equipo y comenzó a correr tras ella.

- Princesa, ven aquí, espera, tengo que verte los pies

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- Princesa, ven aquí, espera, tengo que verte los pies.- Beth sintió algo de pánico y la gente que cruzaba ese parque los miraba asustados o desconcertados.

-No corras, bueno no importa que detrás tengo una excelente y muy placentera vista.- seguía corriendo y Beth quería acelerar el paso.

-Princesa, no corras, aunque dicen que en Italia, cuando una mujer huye quiere decir que te quiere, y tu debes quererme demasiado.- Beth seguía corriendo, tenia miedo de que fuera algún loco acosador o asesino tal vez.

- ¿Como voy a demostrarte mi amor si no paras? Princesa.- para ser un hombre bajito era demasiado ágil y muy rápido.

-Mi amor, solo necesito un momento con tus pies.- corrió, pero Beth esquivó unas carretas jaladas por caballos, a lo que el lindo pintor no pudo, chocando con ella y saliendo por los aires con todo su equipo artístico. Solo así Beth regresó algo austada pensando en ayudarlo.

- ¿Estas mal del coco amigo?- dijo el conductor de la carreta. El pintor solo balbuceava.

- ¿Que dice?- preguntó algo preocupada.

- Lo lamento señorita, no hablo idioma idiota.- el carretero se burló.

- Sólo déjame ver.... tus magníficos pies.- comenzó a quitar su zapato y Beth se levanto muy asustada. Él hombre de la carreta tomo algunos lienzos y los husmeó, viendo que cada dibujo era una versión distinta de Beth.

- Déjame explicarte, mi nombre es Andy Taylor, soy un pintor o artista independiente de Inglaterra. ¡Auch, mi espalda!- se quejó e hizo una cara graciosa pero la chica solo podía hacer muecas de confusión.

-Hace unos días, vi la cara del amor, vi tu rostro, tu cuello, tu torso, tu...- ella no lo dejó terminar, sabia muy bien que había visto, si iba en orden anatómico.

-Bien, ¿y?

- Pero no he podido ver tus pies.- dijo afligido aun tirado en el piso.

- Ok, ¿has venido solo para pintar mis pies?-eso la estaba asustando mucho más.

- No, también para conseguir tu amor.- dijo un poco embobado.

- Creo que me confundes con otra persona.- sonrió nerviosa. -Ponte hielo y cuidate.- se alejó rapidamente dejándolo ahí tirado.

- Está bien, pintaré tu rostro en todos los edificios de esta ciudad hasta que reconozcas mi amor princesa.- trató de levantarse pero le dolía su espalda, Beth se sentía extraña y eso que solo era el comienzo de esa locura.

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Hola chicas, espero que les guste esta historia, y espero que se rían tanto como yo imaginandolos como acosadores de Beth.

Las amo Duranies

When In Rome (TERMINADA)Where stories live. Discover now