Katniss
Después de haber tomado el té y conversado sobre los últimos acontecimientos, ambos nos dirigimos a la habitación. Antes, me detengo en el cuarto de los niños, me disculpo con ellos con un beso en la frente de cada uno y luego sigo mi camino.
Doblo las puntas de la manta y me meto a la cama, la tensión entre Peeta y yo no parece disiparse nunca, la atmósfera a nuestro alrededor sigue igual.
Peeta me dejó sin palabras, sus declaraciones llegaron en un momento inesperado, me tomó por sorpresa y no supe qué decir.
No puedo decir que lo amo, apenas y voy entendiendo lo que siento como para volverlo real con palabras, todo es nuevo para mi; pero me siento extrañamente mal.
Él se sienta en el sillón cerca de la ventana, acomoda sus almohadas y cubre sus piernas con una manta, baja la intensidad de la luz que sale de una pequeña lámpara, evitando que nos moleste a ambos.
Me obligo a tragar las palabras que quieren salir, mis labios están sellados, recuesto mi cabeza sobre la almohada y giro al lado contrario para no tener que mirarlo, cierro los ojos y pienso que no es justo dejarlo dormir allí, tan incómodo después de todo lo que hizo por mí.
No sé en qué momento me quedo dormida, pero cuando vuelvo a despertar el pequeño reloj gira y gira al igual que yo en la cama. Cuando marcan las cuatro de la madrugada decido levantarme, estoy sudando, mi cuerpo se siente pesado y tengo un leve dolor de cabeza.
Camino hasta el baño tambaleándome y cierro la puerta lentamente para no despertar a Peeta, abro el grifo y derramo algo de agua en mi rostro, me preocupo al sentir mi piel caliente; estoy ardiendo en fiebre.
La lluvia en el bosque me trajo un fuerte resfriado, comienzo a temblar y tengo deseos de regresar a la cama cuando todo da vueltas, en eso llega un estornudo, seguido de otro, y uno más.
Intento mantenerme en pié cuando comienzo a sudar otra vez, siento un frío extraño y no es para menos, la temperatura de mi cuerpo está desregulada y sé que necesito de alguna medicina para evitar empeorar.
Salgo del baño dando tumbos, me mareo fácilmente y debo sostenerme a algo para no caer, en eso me golpeo contra el armario y el ruido hace que Peeta se remueva en su lugar para luego despertar.
— ¿Katniss?
Se levanta de un salto y llega hasta mi al verme débil, siento dolor y como si fuera a desvanecerme en cualquier momento, él me toma en sus brazos y cuando los míos llegan hasta su cuello me mira preocupado.
— Estás ardiendo —. Murmura.
No puedo hablar, siento la garganta seca y adolorida, sus fuertes brazos me dejan sobre la cama fría, y yo no me muevo, no puedo hacerlo.
— No tuve una médica como madre, pero esto debe servir —. Dice mientras regresa del baño con un paño húmedo entre las manos.
Lo deposita sobre mi frente y un escalofrío me recorre entera, levanto una de mis manos y uno mis dedos calientes a los suyos que están fríos; pero se siente muy bien.
— Voy a cuidar de ti.
Abro los ojos que me arden, intentando ver los suyos azules, dos pequeños mares que logran calmarme y colorear mi mundo.
Estoy delirando.
Su mirada, su sonrisa, su voz en forma de susurro logran tranquilizarme de una manera inexplicable.
— Sé que lo harás —. Logro pronunciar esas palabras con la voz algo ronca.
Pasan muchos minutos, incluso algunas horas en las que remoja una y otra vez el paño con agua helada, hasta que me siento un poco mejor, así que decido pedirle que vaya a descansar.
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Tiempo » [Katniss & Peeta]
FanfictionEl futuro de Katniss y Peeta es revelado justo en el momento en el que unen sus manos, en medio de su primera cosecha de la Septuagésima Cuarta edición de los Juegos del Hambre. Dos jóvenes de dieciséis años son enviados a un mundo completamente dis...