Capítulo 20: El clon del mal

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Katniss

— Necesito que traigas a los niños, no los quiero lejos de mí mientras ese hombre anda suelto —le digo a Effie antes de tener permiso de ver a Peeta.

Ella me sonríe y me aprieta en un cálido abrazo, intentando transmitirme fuerzas.

— Les daré el desayuno y luego te los traigo.

Le sonrío en forma de agradecimiento, ya que tanto ella como Haymitch me están ayudando bastante.

Firmo varios papeles antes de ingresar a la habitación, ahora soy responsable y el contacto de emergencia de Peeta. Entrego las hojas rápidamente, la expectativa de ver sus ojos abiertos me consume por dentro.

Siento falta de sus besos, sus abrazos, y me gustaría descubrir el sabor de su boca después de tanto tiempo separados.

Cuando llego frente a la habitación giro la manija de la puerta, sintiendo náuseas a causa del olor a antiséptico del hospital; nunca me ha parecido un lugar del todo agradable y aún peor, bajo estas circunstancias.

Presiono la tela de la manga del abrigo que Effie puso sobre mis hombros, sintiendo frío y nervios a la vez.

Al abrir la puerta me lo encuentro al otro lado, con los ojos aún cerrados. Me aproximo lentamente hasta la cama, y con cuidado tomo una de sus frías manos entre las mías, acariciando su piel.

Paso mi piel contra la suya para brindarle calor, intentando traer de vuelta la sensación de vida, lo que él siempre me había dado; Peeta era capaz de darme una expectativa positiva de un futuro mejor.

— Buenos días, panadero —le digo suavemente mientras una sonrisa se dibuja en mi rostro involuntariamente, nunca sé que decir en momentos como estos —. Me asustaste bastante.

La superficie dorada de su anillo decorando uno de sus dedos llama mi atención. Comienzo a juguetear con la misma, rodándola por su dedo mientras me muerdo el labio, arrancando pequeños pedazos de piel del mismo.

Dejo que el silencio se apodere de la habitación, aparto la vista hacia la ventana y observo el paisaje movimentado de la ciudad a todo vapor. El mundo me resulta mucho más pequeño cuando me siento en agonía.

La tristeza transforma mis pensamientos y acciones, hacer algo simple resulta difícil, como tomarlo de la mano ahora inmóvil, simplemente hace que el corazón se me estruje como ni siquiera puedo explicar.

— Necesito que me prometas que no vas a odiarme —le susurro, pasando mis dedos sobre su nariz y luego sus mejillas. Unos minutos después me siento en una silla al lado de la cama —, no me parece justo, Mellark.

Trago el nudo que se instala en mi garganta, rodando los ojos para evitar que las primeras lágrimas se acumulen y me nublen la visión, sin mucho éxito.

— Y no me parece justo ya que apenas estoy comenzando a recordar y sentir de verdad.

Siento que tropiezo y caigo en mi propio miedo, su situación y estado están completamente fuera de mi control, no puedo recordarle más la hora en que debe tomarse una medicina o hablar con él sobre un tema sin alterarlo.

Solo me queda pensar que todo estará bien, suplicar que todo sea normal de nuevo, a pesar de verlo muy difícil.

Aparicio su mentón, trazando dibujos imaginarios sobre su piel, admirando la belleza de sus facciones. Aprovecho este momento para apreciar y decorar cada pequeño detalle de su rostro.

— Eres alguien a quien nunca podría olvidar —confieso en un hilo de voz, pensando lo que pasaría si despertara de esta realidad, temiendo que mis  más profundos secretos puedan ser escuchados.

Tiempo » [Katniss & Peeta]Where stories live. Discover now