Tiempo » [Katniss & Peeta]

Capítulo 10: Gale

Katniss

Es evidente que existe algo entre Peeta y Gale; una especie de enemistad e indiferencia. Cuando mis labios pronuncian su nombre, el rubio endurece sus facciones y frunce el ceño de manera inquisitiva.

— ¿Quién es él, mamá? —me pregunta mi hija, volviéndome a la realidad.

— Un viejo amigo, cariño —le respondo, formulando otra respuesta en mi cabeza.

«El chico que fabricó las bombas que mataron a mi hermana»

Se siente extraño pensar de esa forma, cuando lo cierto es que lo recuerdo como mi mejor amigo; el único que tenía, con quien cazaba en el bosque, alguien con quien sobrevivía.

Tomo valor y deslizo los dedos por la abertura del sobre para ver su contenido, dentro hay una hoja doblada en dos, marcada con sus letras chuecas tan reconocibles.

«Catnip... Katniss.

Hace varios años atrás, mis acciones me llevaron a cometer algo que nos lastimó profundamente a ambos. Y sabes perfectamente de lo que hablo.

Perdí muchas cosas, y de entres ellas, te perdí a tí.

Estaré llegando al doce el viernes, espero que podamos encontrarnos en el lugar de siempre... ya sabes, en el bosque al mediodía.

Sinceramente no puedo vivir con este peso sobre los hombros que me atormenta todos los días de mi vida, es algo que me golpea de tal manera que prefiero morir antes de seguir soportando.

Recuerda que siempre voy a respetar tu decisión, sea la que sea.

Un saludo para los niños y un abrazo.

Hasta pronto.

Gale H.»

Peeta me agarra del brazo suavemente, pienso que tal vez quiera tomar la carta para leerla, pero me mira dándome a entender que quiere un poco de atención.

— ¿Podemos hablar? —me pregunta y yo asiento, miro hacia donde se encuentran nuestros hijos y ellos me devuelven una mirada curiosa.

— ¿Por qué no van a la casa del tío Haymitch a jugar con Elizabeth?  —agrego.

— ¿Van a pelear? —cuestiona Willow mientras niego con la cabeza.

Me agacho frente a ambos, sintiendo algún que otro mareo a causa del resfriado, les sonrío y los miro a los ojos.

— Sólo vamos a hablar un momento, luego iré a buscarlos de nuevo.

Peeta abre la puerta y los lleva hasta nuestro vecino, enseguida Effie los recibe con una sonrisa e intercambia algunas palabras con él antes de regresar junto a mi.

Trago saliva, nunca tuve ese tipo de conversación con alguien, y algo me dice que no será de aquellas tranquilas y amigables. A pesar de que no puedo imaginar a Peeta enojado y gritando, su voz siempre es suave y serena cuando se dirige a mí o a los niños.

Soy yo la que grita y se altera por todo.

Camino hasta la sala y me siento en el sofá, cubriendo mis piernas frías con una manta, los ojos y la nariz me arden y siento un malestar general.

Peeta se sienta frente a mi, en otro sofá de manera que estamos frente a frente y demasiado cerca, pone toda su atención en mi, aún con el ceño fruncido.

— ¿Qué es lo que tienen Gale y tú?

— Somos amigos —murmuro, me molesta que me pregunte algo así, ni siquiera somos nada, creo...