Terrores que salen de noche

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Jeno dudaba entre dos opciones, tumbado en el sofá, mirando al techo mientras esperaba que el sueño llegara y lo invadiera. Primero; si Renjun no lo echaba, Él no se iría. Podía enfadarse todo lo que quisiera, pero el rubio se quedaría allí hasta que el otro señalase la puerta y le pidiese que se marchara. Segundo; iba a evitarlo hasta que se calmara, por si decidía volver a aplastar la pared, dejando una mancha de sangre en ella. La pintura podía taparlo, pero… Jeno no pensaba tentar a la suerte.

Eran cerca de las dos de la mañana cuando Renjun regresó al apartamento y, nada más escuchar el sonido de la cerradura, el rubio se echó las sábanas por encima de su cabeza y fingió estar dormido. No es que fuera incapaz de explicarle lo que hacía en la oscuridad, pero no quería que pensara que lo había estado esperando, en cualquier caso. Prefería pasar un día entero en el infierno, antes que eso.

Jeno escuchó unos pasos dirigiéndose a la cocina. Segundos después, oyó cómo un armario se abría, el sonido de los vasos chocando entre sí y los ruidos de una botella al abrirse, hasta que consiguió hacerlo. Después, un instante de silencio y el sonido del vaso al depositarse en el fregadero. Él se mantuvo tan quieto como pudo, al escuchar los pasos aproximándose. Se detuvieron al borde del sofá-cama. El rubio ardió en deseos de abrir los ojos para ver lo que estaba ocurriendo, pero seguramente lo hubiese descubierto. Pero, ¿por qué estaba ahí parado? ¿De verdad esperaba que se hubiese marchado?

Pasó un minuto. ¿Qué demonios estaba haciendo? Su mente se imaginó todo tipo de situaciones asquerosas, pero no escuchó nada. Sólo… la respiración. Quería mirar. La curiosidad lo estaba matando. Justo cando estuvo a punto de rendirse, Jeno escuchó el sonido de sus pies alejándose, hasta llegar a la esquina del salón en la que se encontraba el cuadro.
El chico abrió los ojos, aunque sabía que no sería capaz de verle la cara, pues había una especie de pared que separaba la entrada del salón. Entonces esperó y escucho a Renjun llorar.

Su respiración se condensó en su garganta, mientras los leves sollozos invadían el apartamento. Jeno penso que tal vez la mano derecha le doliera tanto, que no podía hacer otra cosa más que llorar, Jeno no queria imaginar ser el causante de tal llanto… aunque el haberle recordado su pasado tal vez lo había afectado.

Es tan triste… pensó, cerrando los ojos. Parecía irreal que alguien como Renjun, con esa horrible personalidad y comportamiento imposible, pudiera llorar y querer darle esa sensación de proteccion. Si no le hubiera desquiciado así, pensó con tristeza, nunca lo hubiese escuchado llorar probablemente, tan aliviador para un corazón roto, un delicioso sueño para los dormidos el descubrir que el dueño de hogar portaba esos sentimientos.

Y, en sus sueños, lo vio, destacando en la oscuridad de la noche lluviosa...

Por favor, por favor… Que alguien me mire.

Y Renjun dejó caer su paraguas, cayó tan bajo como el rubio, le cogió las manos y fueron juntos a la cima del mundo.

Jeno se despertó de un impulso. Se incorporó despacio, frotándose los ojos. La luz del sol traspasaba la ventana, detrás de la mesa del comedor, cubriendo al joven con rayos dorados. ¿Qué había sido eso? El apartamento estaba abandonado  y, por un momento, se centró en el silencio de la sala, antes de ver la hora en el reproductor de DVD: las 8:45 y Renjun ya se había marchado.

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- ¿Un regalo para un compañero de piso cabreado?- intervino Yuta en el bar, habiendo escuchado la conversación de Jeno y Chittapon. Ambos se encontraban en su posición estándar, detrás de la barra, donde hablaban de los clientes o de las mesas vacías. Jeno ya sabía muchas cosas de Ten; la semana siguiente empezaría en una académia de baile, lo cual le apasionaba, amaba el otoño, venia de Tailandia, y tenía un novio que sus padres y amigos no aceptaban, por ser mucho mayor que él. Yuta nunca lo había visto, aunque fuese muchos días al trabajo a buscar a Ten, y el sobre-protector jefe se mostró contrario a que alguien tan joven e inocente saliera con una persona mucho mayor. Al final, habrá problemas, decía, con un tono muy maternal.

Muse (NoRen)Where stories live. Discover now