Nada Personal

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Una semana. Dos semanas. Sin saber cómo, Renjun contaba los días. Había sido raro desde el principio; la inquietante sonrisa, la forma de tocarse el pelo, que terminaba nada más empezar, como una tormenta de verano, quedándose con la mirada perdida y jugueteando con la pulsera que llevaba atada al tobillo. Y le molestaba e irritaba que no le prestara atención; él hacía los mismos chistes sobre el rubio, pero éste se limitaba a sonreír, destacar el descaro del insulto o no escucharlo.

De no haber sido Huang Renjun, se habría enfrentado a él. Le habría pedido que le contara lo que había ocurrido aquel día en que regresó con su nuevo par de zapatos, la noche en la que sonrío y se disculpó por haber tardado tanto, mientras se excusaba por querer acostarse tan temprano. Lo habría agarrado por los hombros, meneado hasta escuchar su cerebro y dicho que no era Lee Jaeno. Ese chico distante, silencioso y, joder, hasta educado, no era Jeno.

Le gustaba pensar que lo conocía mejor que nadie, aunque también le gustaba pensar lo que era mejor para todo el mundo. Pero con cada segundo, cada día que pasaba en ese tenso y asfixiante ambiente, él no podía evitar molestarse por los límites que habían establecido, en ese primer momento. Un muro que los separaba miles de kilómetros, hecho de algo concreto e impenetrable. Y, de no haber sido quien era, de estar tan sumamente irritado por el hecho de que el otro hubiera decidido ignorarlo de pronto, sin ningún tipo de aviso, habría destruido ese muro con sus propias manos. Habría luchado contra él hasta que ambos sangraran, hasta que sus huesos se rompieran, hasta que no tuviera más opción que dejarse llevar por él, hasta acabar destrozado y exhausto. Por suerte, era quien era y sus intentos por hacerlo salir de su estupor fueron superficiales y totalmente inútiles.

Porque, al final, no era de él de quien estaba preocupado… concluyó Renjun, sentándose en su sillla frente al escritorio donde bosquejaba mientras sus manos estaban a los lados de la libreta y nada más que el vacío invadía su mente.

- Voy a salir- le informó el rubio, sin apenas ánimo- Volveré tarde, ¿de acuerdo?

Renjun miró la libreta, mientras relajaba sus manos y la puerta se cerraba a su izquierda. Al final, todo era por él. Sus deseos, sus necesidades. Los asuntos que ese extraño, llamado Lee Jaeno, tuviera… no eran asunto suyo.

Al menos, eso se repetía cada día y cada noche, desde hacía dos semanas.

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Jeno estuvo gustosamente ocupado. Con el comienzo de la academia, Ten dejó de supervisarlo en el trabajo, lo que significaba que tendría que enfrentarse solo a aquello. Al ser un auténtico camarero, tuvo que ocuparse de todas las mesas sin desconcentrarse; identificaba cada plato con cada comensal casi al instante, encantaba a los clientes con su buen humor y llegaba a casa con un tremendo dolor de pies. Incluso Yuta estaba impresionado.

Por supuesto, tenía que agradecérselo a Mark. El canadiense le había, literalmente, presentado a todos los inquilinos del edificio, así que había desarrollado muchísimo la memoria con tanto nombre. Estaba Na Jaemin, que vivía al final del pasillo, en la sexta planta y que tenía un estudio de baile en su apartamento, a pesar de ir en contra de las normas; sin embargo, el dueño de NCT nunca estaba por ahí, para reñirle. Era muy pequeño, por lo que Jeno se sorprendió al descubrir que tenía un año más que él y el título de entrenador personal calificado. El joven les invitó a dar clase junto con las demás alumnos, pero los jóvenes rechazaron la invitación con cortesía.

También estaba el infame Seo John, o Johnny, que vivía en el quinto piso, justo debajo de Mark y Donghyuck. Jeno lo reconoció al instante como aquel hombre que lo había asaltado la mañana que intentó escaparse de NCT y él lo recordaba como el encantador joven que escapó a sus encantos "fingiendo" ser un gigolo; aunque, ahora que tenía dinero, no le importaría aceptar su oferta. Él contestó diciéndole que se había retirado. Además, el rubio se dio cuenta de que el hombre tenía una peculiar y algo obsesiva fijación con el canadiense. A Jeno posteriormente se informó de que Johnny deseaba a Mark más que a ningun otra persona y, como consecuencia, odiaba a Haechan. Además, las cosas no mejoraban teniendo en cuenta que, dada la ubicación de su apartamento,  John podía oírlos claramente cada vez que se acostaban.

Muse (NoRen)Where stories live. Discover now