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¿Cómo es esa expresión? ¿«A plena luz del día»?

Sí.

El tiempo que Emmaline tardó en abrir el ojo izquierdo no estuvo segura de por qué estaba muerta de miedo. ¿Resaca? No, no, no se sentía mal en absoluto. De hecho, se encontraba bastante bien y...

Entonces recordó, y el pesar y la vergüenza la inundaron a partes iguales.

«Mierda, mierda y más mierda.»

Se había acostado con Harry. Se había acostado con él con todas las consecuencias, ya que no solo habían mantenido relaciones sexuales, sino que él estaba profundamente dormido a su lado.

Salió corriendo de la cama y, consciente de repente de que estaba desnuda, agarró la colcha y se envolvió en ella.

—¿Qué ha pasado? ¿Qué ha ocurrido? ¿Quién ha muerto? —soltó Harry sentándose en la cama. Le encantaba con el cabello despeinado, y los músculos de sus brazos eran fuertes y...

—No ha pasado nada. Nada. —Apartó la mirada de la gloria dorada que era su compañero de cama—. Tengo que hacer el equipaje. Ya es tarde. Tenemos que salir dentro de media hora. Nos hemos quedado dormidos.

—Emmaline...

—Muévete, Harry. Haz el equipaje.
«Estupendo —le dijo su cerebro—. Eres muy sensible.»

—Ya lo tengo hecho —respondió él, mirándola con los ojos entrecerrados.

—Bueno, pero yo todavía no.

—¿No puedes hacerlo delante de mí?

—No, no puedo. Así que dúchate, aféitate y come algo. Vete. Tengo que lavarme los dientes. —«Y vestirme. Rápido.»

Se dirigió al cuarto de baño y recogió la maleta de camino.

Esto. Había sido. Un error.

Un revolcón... No, eso no. Era una palabra demasiado fea. Un coito agradable, ¿mejor?

Sí.

Harry Styles, dios de Manningsport, se había acostado con ella porque la encontró en la madre de los momentos patéticos. Despechada y soltera, desesperada por sentirse atractiva, medio borracha después de dar cuenta del vodka casero de los rusos y con sobredosis de caramelos masticables.

Bueno, quizá hubiera sido culpa únicamente del vodka casero y los caramelos, pero lo demás también contaba.

Todos esos pensamientos que había desechado cuando fue al cuarto de baño la noche anterior aparecían ahora en un tono autoritario y decepcionado. Cosas sobre acostarse con alguien por acostarse con alguien. Sobre lo fácil que era echarle la culpa al vino y al vodka. Entonces ¿para qué estaba lleno de condones el cajón de la mesilla de noche? Podía considerarse una especie de carta blanca para lanzarse de cabeza al pecado, ¿verdad? No, de eso nada.

Se recogió el pelo en una coleta, se dio una ducha muy rápida y, enfadada, se puso la ropa.

«Estúpida, zorra, estúpida. Te has equivocado.» Había usado a Harry para tener relaciones sexuales. ¡Oh, claro! Él había estado dispuesto, a fin de cuentas era un hombre y se trataba de sexo.

Pero era un hombre que tendría que enfrentarse a graves problemas cuando regresara a casa, por no hablar de que tenía una exesposa que quería reconciliarse con él. La había acompañado allí porque era un buen tipo y ella había hecho algo reprobable.
Le había hecho sentir lástima por ella. Llamaron a la puerta y pegó un brinco.

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