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Cinco días después de regresar de la soleada California, Harry estaba sentado una vez más en el aparcamiento del hospital. Había entrado dos veces en el vestíbulo.

Había pensado qué podía decir a los Deiner, pero luego se le ocurrió que podía sobornar a una enfermera.

Además, Jeremy Lyon era el médico de familia de los Deiner, y dado que había estado comprometido con Faith... Seguramente podía proporcionarle un poco de información privilegiada, ¿verdad?

De acuerdo, no era muy ético.

Ojalá pudiera ver a Josh y... y... y ¿qué? ¿Pedirle disculpas? ¿De verdad pensaba que Josh se despertaría del coma y le diría: «¡Hola, gracias por haberme sacado del agua! ¡Eres el mejor! No te preocupes, hombre, ¡estoy muy bien!».

Harry suspiró. Su aliento empañó el parabrisas.

Era como si no hubiera estado en Malibú. Había treinta centímetros de nieve, y la temperatura estaba a diez grados bajo cero. Josh Deiner no estaba ni mejor ni peor, y su familia acababa de presentar una demanda contra Harry alegando que al tener un título de primeros auxilios debería haber reconocido que las necesidades de Josh eran mayores a los de los otros muchachos.

También habían demandado a la ciudad por no tener una protección mejor en el lugar de los hechos y por no haber respondido de forma más rápida a la llamada al 911.

Según le había asegurado su abogado, la familia de Josh no iba a ganar la demanda. El muchacho conducía al doble de la velocidad permitida. Si no fuera por Harry, Josh estaría muerto.

No, solo se trataba de unos padres en duelo atacando como podían.
Por desgracia, aquello causó una conmoción colectiva entre los buenos habitantes de Manningsport y, una vez más, él se convirtió en tema de conversación. Aquello fue suficiente para que Harry deseara que volvieran a pillar a Carl y a Prudence en una situación comprometida.

Y además estaba Hadley.

La había visto la primera noche que estuvo en casa. Regresaba del hospital y tuvo que detenerse en el cruce de la zona verde, donde había una exhibición de esculturas de hielo. Varias docenas de personas con parkas y botas miraban cómo Carlos Méndez tallaba un lobo en un enorme trozo de hielo. Harry vio a algunos miembros de su familia, y por un instante se le ocurrió unirse a ellos.

Entonces vio a los padres de Sam Miller, y para que no lo abrazaran ni ahogaran de agradecimiento una vez más, permaneció en el interior de la pickup.

En ese momento vio a Hadley. Llevaba en brazos una bolsa con comida y estaba parada en la calle, alejada de la multitud. Algunas personas pasaron por delante de ella. La notó tan sola que casi la llamó.

Hadley no le importaba a nadie en el pueblo. Solo a él. A Harry le preocupaba, pero no quería volver a involucrarse con ella. Aun así, no quería que se sintiera rechazada, sola o desgraciada.

Por suerte, ella siguió su camino hasta el edificio de apartamentos Opera House. Él continuó hacia su casa.

Desgraciadamente, la vio de nuevo a la noche siguiente, cuando ella fue a buscar la cena (que compró a la empresa de catering que acababa de instalarse en el pueblo) y se detuvo temblando ante su puerta hasta que él la dejó entrar. Estuvo en el vestíbulo durante seis minutos hasta que él le dijo que tenía que marcharse.

Hablando de mujeres complicadas, estaba un poco molesto con... Emmaline.

No estaba acostumbrado a que las mujeres lo rechazaran. De hecho, su problema era justo lo contrario. Como cuando se había encontrado con Shelayne Schanta escondida en la parte de atrás de la pickup como si fuera una asesina en serie. O la vez en que Shannon Murphy escribió un ensayo en la universidad sobre lo que suponía estar enamorada de un hombre mayor (él), lo que dio como resultado que sus padres, muy furiosos, estuvieran dispuestos a castrarlo, a pesar de que su único contacto con Shannon se hubiera limitado a hacerle un homerun la primavera anterior durante un partido de béisbol.

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