Ser la pareja de un actor de Hollywood, definitivamente había sido una de las cosas más difíciles que había hecho en mi vida.
Aunque si "actor de Hollywood" lo sustituimos por "Sebastian Stan", quizá la cosa mejore. Para mi, lo hacía.
Recuerdo cuando le conocí en aquella fiesta, una de las miles a las que había asistido en Nueva York con tal de conocer gente nueva. "Abrirte puertas" decía mi manager, y lo único que abrí, fue mi boca para balbucear cosas sin sentido en cuanto vi a Sebastian.
Aún, cuando recordaba aquel terrible momento, me ponía roja y me golpeaba la frente mientras Sebastian se reía y me abrazaba burlándose de aquel momento.
Aunque tan mal no lo tuve que hacer si ahora era mi novio. ¿No?
Aunque bueno, ahora, sola, a tres mil seiscientos trece kilómetros de él, no me parecía tan buena idea.
Volví a suspirar dramáticamente mientras mi teléfono no dejaba de sonar por las felicitaciones que estaba recibiendo. Respondía a las mas importantes, pero el nombre de mi Seb no aparecía por ninguna parte.
Silencié los mensajes y entré a navegar por Twitter.
- ¿Acaso irá Stan al cumpleaños de su pareja? ¿Problemas en el paraíso? -leí burlona.
- ¿Demasiado ocupado promocionando I, Tonya para acordarse? ¿O es que ya no están juntos?
Acabé saliendo de Twitter con un gruñido.
- Vamos, Tatiana. Eres mayorcita para estás cosas, debes llamarle.
Me puse frente a un espejo.
- Tu novio es Sebastian Stan, que está de gira por su película con Margot Robbie. No es un problema. -jadee- Venga ya, hasta yo se que Margot es un ángel del cielo.
Volví al sofá y marqué el número de Seb. A la tercera llamada, lo cogio.
- Nena, ¿todo bien?
¿De verdad?
- Si que has tardado en cogerlo.
- Estoy con las entrevistas de la gira. ¿Estás bien? Te noto extraña.
Lo iba a matar.
- Todo perfecto. Por cierto, ¿Qué día es hoy?
- Mmm. Ocho de Noviembre.
¿Nada?
- Si, cierto. Debo colgar, sólo avísame cuando tengas tiempo.
- Vale, nena. Te quiero.
Colgué y me levanté.
- ¿¡PERO CÓMO PUEDE SER TAN ESTUPIDO!? Al final tendrá razón mi madre cuando me dijo que no me casara con un actor, ¡le odio!
Y antes de darme cuenta, me había dormido en el sofá tras haber llorado por la decepción.
Noté unos suaves golpes en el hombro y desperté para ver como la lamparita de la mesilla de noche estaba encendida.
- ¿Chris? ¿Qué haces aquí?
- Te dije que te llevaría a cenar por tu cumpleaños.
- Oh Dios, disculpa. Lo olvidé.
- Te recomiendo que te duches y te arregles, esperaré en el comedor.
- Eres un mandon, ¿lo sabías, Evans?
Él se levantó con una risa y se fue. Tras menos de una hora, ya nos encontrábamos en el restaurante donde me sorprendieron diversos amigos. Me alegre al comprobar que la mayor parte del cast de Marvel se encontraba allí, aunque fuera porque los conocí gracias a Sebastian.
La noche pasó bien, pero no perfecta. No pude evitar reír con los chistes de Robert para luego reír más cuando Chris reía tocándole el pecho izquierdo a Mackie. Pero me falta Seb.
- ¿Vienes fuera? Necesito comprobar una cosa.
- Evans, hace frío.
- Deja de quejarte, te he recogido en casa, me lo debes.
Rodé los ojos mientras le acompañaba a la fría noche de Nueva York.
- Te odio, Chris Evans.
- ¡Mierda, me dejé la cartera!
- Entra y cógela rápido.
Me giré para ver como Chris desaparecía por la puerta del restaurante, y aquella mano en el hombro, me hizo soltar un grito desde el fondo de mi alma.
- ¡Soy yo!
Me llevé la mano al corazón mientras le miraba.
- ¡Sebastian Stan, casi me matas!
Él soltó una risa mientras me abrazaba. Yo inspiré su colonia.
- Pensé que te habías olvidado.
- Cariño, no. Sólo tenía que conseguir que te entretuvieran hasta que aterrizara.
- Otro motivo mas para odiar a Chris.
Él sonrió y acunó mi cara entre sus manos mientras me dejaba un suave beso.
- Felicidades, Tatiana.
- Gracias, mi amor.
Se separó un poco de mi para mirarme intensamente.
- No sabía que regalarte.
- Seb, no pasa nada.
- Pero se me ocurrió algo.
Me crucé de brazos.
- Sorpréndeme.
- ¿Recuerdas cuando te regale el collar con mi nombre?
Me llevé la mano al cuello y se lo mostré.
- Si.
- ¿Recuerdas lo que te dije?
Lo pensé unos segundos.
- Que me dabas tu nombre hasta que pudieras darme tu apellido.... Oh Dios mío, Seb.
Me llevé la mano a la boca mientras él hincaba la rodilla en el suelo.
- No sabía que regalarle a alguien que lo tiene todo, así que he pensado en darte algo, que en realidad ya tenías, a mi. Así que Tatiana, mi amor, ¿me harías el hombre más feliz del mundo casándote conmigo?
- ¡Si, si, si! ¡Mil veces si!
Él me puso el anillo y yo me lancé a abrazarle mientras él me besaba.
Nunca había querido tenerlo todo, pero en aquel momento, tuve mi mundo, en el anillo de mi mano.
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