Sentimientos revelados

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Narra Zelda

Estaba asombrada, Shad, el chico listo de la ciudadela, en su última reunión con su amiga Salma en la "Tasca de Telma" había recibido noticias sobre unas criaturas de nieve parecidas a los lobos blancos de la cima nevada, solo que a diferencia de estos, aquellos seres parecían ser espectrales. La simple idea de que nos encontrábamos ante el posible descubrimiento de una nueva criatura, me hacía querer investigar cuanto antes. Esa misma tarde le dije a Ike todo lo que había escuchado al respecto, pues no podía esperar para escuchar su opinión.

—No deja de sorprenderme este reino, es como estar en otro mundo—sonrió.

—¡Lo se! Y también sé que cada lugar en la tierra es tan especial como Hyrule, cada lugar es único— respondí mientras cruzaba la biblioteca en busca de algún libro que nos diera pistas de la misteriosa criatura.

Ike no contestó. Sabía que en ocasiones se ponía algo melancólico al recordar a su hermana pequeña Mist y al resto de su familia que se quedaron en su tierra natal, me sentía culpable por eso, pues a veces yo solía insistir en que me hablara sobre las regiones de Embla y él cortésmente lo hacía, incluso solía incluir en sus relatos a sus difuntos padres, quienes se encargaron de hacer de la infancia de Ike una increíble aventura.

—Lo encontré— declaré mientras elevaba el libro de criaturas mitológicas volumen tres de la estantería. Ike miró el pesado escrito y me ofreció una silla cerca de la luz del candelabro, la cual acepté de inmediato, el peliazul se sentó justo al frente mientras yo leía en voz alta la leyenda de la supuesta criatura.

—Tenemos que ir hacia el noroeste, antes de llegar al rio congelado, justo en las faldas la cumbre el pico nevado— murmuré mientras interpretaba el mapa del libro.

—Espera Zelda ¿No estarás pensando en ir a en busca de la criatura o si?— preguntó mi guardaespaldas adoptando un tono serio.

—Claro que pienso ir, siempre me ha gustado descubrir cosas nuevas, apuesto a que será una investigación muy interesante, imagina, es un animal que prácticamente nadie a visto, solo hay rumores de avistamientos y leyendas en libros antiguos— objeté.
—Además mañana mi padre estará ocupado en su gabinete y tendré todo el día libre- agregué.

—Pero, puede ser peligroso— intervino.

—Sí, menos mal que no iré sola— respondí mientras sonreía.

—De acuerdo princesa, iré contigo— afirmó él devolviéndome la sonrisa.

El camino hacia la base de la montaña no fue complicado, me encargué de que ambos lleváramos ropa adecuada para las bajas temperaturas y gracias al mapa, pude trazar la ruta sin mayor dificultad. Mi corazón estaba más acelerado de lo que esperaba y no sabía identificar si era por la emoción que me provocaba ir a una misión fuera de mis deberes reales o porque iba a solas con Ike por primera vez. Después de pensarlo un minuto, deduje que era porque no le dije a Impa hacia dónde íbamos y aquello talvez ocasionaría una discusión entre ambas. Sin embargo, ya no tenía que rendirle cuentas a ella, Ike era mi guardaespaldas ahora.

Cruzamos el lago congelado hasta llegar a una pequeña arboleda en la que sin duda tendríamos una mejor vista panorámica de la región. Pasada aproximadamente una hora, pudimos vislumbrar a lo lejos una manada de lobos. Estos eran blancos, con algunos matices grises pero parecía que se podía ver a través de ellos y al mismo tiempo sus patas no parecían tocar la nieve al desplazarse.

Sigilosamente intenté acercarme, llevaba varios rollos de pergamino y tinta, si me daba prisa podía hacer un dibujo de ellos y posteriormente analizar su comportamiento.

Justo un segundo después de poner un pie en el rio congelado, sentí la mano de Ike apretar ligeramente mi antebrazo.

—Zelda ¿Qué haces? es peligroso— afirmó intentando hacer que diera la vuelta.

Ike y Zelda "Amor Prohibido"Where stories live. Discover now