Un nuevo ¿Amor?

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Segunda parte. La era después del crepúsculo

Narra Zelda

Había pasado un año desde que mi padre se fue a la guerra, durante ese tiempo Link y yo nos encargamos de restaurar el reino de Hyrule de todos los daños que las huestes de Ganondorf habían ocasionado. La amiga de Link, Ilia poco a poco iba recuperando su memoria y el consejo real estaba consternado por la muerte de la gobernante de los Zora, Rutela, por lo que su hijo Ralis tuvo que ocupar su lugar en el concilio. 

Durante la primera junta del consejo, los líderes me cuestionaron bastante mi decisión de rendirme y dejar el castillo bajo asedio. Les expliqué que consideré que esa era la mejor opción, pues de no ser así, nos habrían matado a todos. Omití el hecho de que debido al dolor que Ike había dejado en mi corazón, me fue imposible pelear como hubiera querido. 

A pesar de eso, las cosas en el reino mejoraron bastante, Link había devuelto la esperanza a todos, en la ciudadela se escuchaban canciones sobre sus hazañas y a pesar de que Midna fue quien ayudó a salvar tanto el reino del Crepúsculo como Hyrule, yo también fui reconocida por las personas de la nación. Me seguía sintiendo culpable de la invasión... culpaba a Ike por haberme abandonado pero sobre todo, me arrepentía de haberme enamorado de él hasta el punto de llegar a pensar que podía convertirse en el héroe del reino. 

Link había vuelto a su aldea en Latoan para acompañar a su amiga y a los niños secuestrados de vuelta a casa, sin embargo, después de unos días, regresó a la ciudadela para ayudarme con mi trabajo en el castillo, por lo que el maestre Ludwig se encargó de prepararle una habitación. Él era un joven bastante amable, siempre me trataba con dulzura y cortesía, no había día que no me sonriera. Era valiente, todos lo admirábamos por eso pero también era gentil y honesto. 

Impa le insistió que se uniera a la guardia real, pero él no estaba seguro. Decía que tenía un origen humilde como campesino en Ordon y que a pesar de haberse convertido en un héroe, no merecía un honor tan grande.  

Todas las mañanas, Link se despertaba muy temprano y salía al enorme jardín del castillo a practicar tiro con arco, desde el balcón de mi habitación podía verlo perfectamente, me sorprendían sus habilidades y su destreza, debí imaginar que Ike no estaba destinado a ser aquel héroe y tampoco a estar conmigo. Lloré al recordarlo, al pensar que todas sus promesas no habían sido más que mentiras. 

Un día Impa me descubrió observándolo y por más que intenté disimular no lo conseguí, así que la sheikan me convenció de bajar y acompañarlo al jardín. Al llegar, Link y yo hablamos de nuestro pasado, de cómo era nuestra vida antes de la invasión, le conté algunas cosas sobre mí omitiendo, por supuesto todo lo que había vivido con Ike. 

—Desde que te conocí, pude ver en ti una enorme tristeza , supuse que se debía a lo que pasó en el reino, pero ahora que Hyrule está libre de las sombras, sigo viéndote tan triste como la primera vez que te vi— afirmó el rubio en un intento deliberado por averiguar que me pasaba. 

—El rey se fue a la guerra a pelear en favor de un país extranjero, me quedé a cargo del reino desde entonces, Ganondorf aprovechó mi vulnerabilidad para atacarte a ti y a Midna y se que todo lo que pasó fue mi culpa— respondí bajando la mirada. Extrañaba a mi padre, no me sentía capaz de gobernar un reino y a pesar de que contaba con el apoyo del consejo y de Impa, me seguía sintiendo sola. 

—Tienes que dejar de culparte por eso, princesa, nadie sabía que Zant intentaría conquistar el reino y mucho menos que Ganondorf había vuelto— contestó él.  —Además la mayoría de los caballeros están en Altea, luchando por...—

Ike y Zelda "Amor Prohibido"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora