Te amo

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Narra Ike

Salí de por debajo de la cama de la princesa Zelda, me dolía tanto la espalda que no podía moverme con comodidad, Marth había salido de la habitación hace apenas unos minutos, al levantarme me encontré cara a cara con Zelda, ésta estaba pálida y parecía a punto de llorar de nuevo.

—Ike vete— dijo la joven fríamente.

—¿Por qué me tendría que ir? ahora más que nunca tengo que estar a tu lado — dije no estando muy consiente de mis palabras

—No Ike, olvídalo por favor, lo que alguna vez sentí por ti se ha acabado— la castaña bajó la mirada con melancolía.

—Zelda yo te amo...—dije sin rodeos

La princesa comenzó a sollozar de nuevo. Realmente yo no tenía idea de todo el daño que le había causado, no soportaba verla de esa forma, así que me acerqué y la rodeé con mis brazos, ella se apartó enseguida.

—Basta, me casaré con Marth, lo sabes— dijo ella alejándose de mí.

—Si, lo sé, acabo de oírlo Zelda, pero no tienes que hacerlo si no quieres...—

—Tengo que hacerlo por el bien de Hyrule, de mi reino—susurró ella.

—Tu no tienes que cargar con esa responsabilidad—

—Soy la princesa Ike, desde que nací me comprometieron con Marth, estoy destinada a ser su esposa...—

—Pero no vas a ser feliz...— aseguré tratando de acercarme de nuevo a ella.

—Lo seré, eso espero...—

Miré a Zelda dudando, apenas esa mañana conoció a Marth, era imposible que ya se hubiera enamorado de él.

En ese momento se me ocurrió la idea mas extraña y descabellada que se me pudo haber venido a la cabeza.

—¡Escapemos juntos!—dije, tomé a la princesa de las manos y me dispuse a besarla dejándome llevar por la emoción del momento. Le rezé por unos segundos a un dios que nisiquiera conozco para que ella accediera.

Zelda solo se apartó de nuevo. Me pareció que mi comentario la había sobresaltado bastante, pero ella lo disimulaba a la perfección así que traté de insistir un poco más.

—Piénsalo Zelda, seríamos libres, podríamos ir a donde quisiéramos y ya no tendrías que casarte con Marth a la fuerza— dije intentando que la chica me mirara al los ojos, esperaba que me dijera que aceptaría, eso me haría muy feliz y yo me encargaría de que ella también lo fuera... Esta vez no la iba a abandonar.

—No, no puedo hacerlo, si no me caso con Marth, Hyrule estará vulnerable en la guerra...—

—La guerra es inevitable, surge por la ambición de los hombres corrompidos por el poder, tu no tienes que sufrir por ello— dije intentando que mi voz sonara lo más dulce posible, aquella frase me la había dicho mi padre cuando era un niño y consideré que era perfecta para el momento.

—Pero,  la boda puede impedirlo...—

—Nada podrá impedir la guerra, ni siquiera las alianzas, por más fuertes que sean—

La princesa me miró con esos azules que tanto me gustan.

—Ike...yo...yo no amo a Marth, pero...creo que tampoco te amo a ti...—

Sentí como mi corazón se rompía en pedazos, no dije nada, solo miré a Zeda en busca de alguna señal que indicara que me había mentido sin embargo, ella continuó hablando. Mi mejilla comenzaba a punzar debido a la bofetada pero lo que dolía era mi corazón. 

—Cuando te fuiste... Hyrule fue asediado por el enemigo de mi reino, Ganondorf, él me mantuvo encerrada y me lastimó mucho para intentar tomar mi parte de la Trifuerza, pero un joven me rescató con ayuda de la espada maestra, la que te enseñé en el Templo del Tiempo y bueno yo...—

—Te enamoraste de él— concluí.

—Si... eso creo, realmente no lo se—

No respondí, tenía el corazón destrozado y todo me lo había ganado por imbécil, por nunca regresar con mi Zelda... en el momento en el que me fui no pensé que fuera buena idea regresar a Hyrule porque ella sabía que yo era en realidad un mercenario y no un caballero y por lo tanto pensaba que me rechazaría, pero ahora que sabía la verdad ya no me importaba nada, quería escapar con Zelda y estar con ella el resto de mi vida. Ya nunca más la abandonaría... Pero ella, ella ya había tomado una decisión y yo me encontraba demasiado arrepentido.

—Comprendo Zelda, yo... solo intenté arreglar aquel error del pasado— dije antes de dar media vuelta, salir de su  habitación y dar un fuerte portazo.

<Maldita sea, a veces se me olvida que yo no soy más que un simple mercenario y ella es una princesa>

Bajé las escaleras rápidamente en busca de mi amigo Soren, quería irme de una buena vez pero el sujeto se había perdido entre la multitud, algunas personas seguían en el gran salón y aunque la fiesta estaba terminando, había bastante gente, pero no logré ver a Soren por ningún lado, a lo mejor estaba con alguna muchacha o peor aún con otros mercenarios en la cantina de la posada donde nos hospedábamos...

Salí del castillo lo más rápido que pude, no quería tener que rescatar a mi amigo de algún aprieto en el que se hubiera metido y mucho menos si era con piratas o contrabandistas.

Crucé el jardín y vi de reojo a Marth, éste estaba con un joven pelirrojo y le contaba con entusiasmo como Zelda lo había besado apasionadamente...
Puse los ojos en blanco, salí del castillo y me dirigí a la cantina de la posada. 

Al entrar escuché la música alegre de los juglares quienes sin duda celebraban la coración del nuevo rey. Busqué con la mirada a Soren, como lo supuse, él estaba en la última mesa con cuatro contrabandistas a los que aparentemente les debía dinero, tenía que actuar rápido, así que empuñé mi espada y me acerqué hacia aquellos hombres, eran altos, aparentemente fuertes y lucían bastante rudos

—Hey Soren— grité — Ya es hora de irnos-.

Los cuatro hombres se giraron a mirarme y dejaron de ver amenazadoramente a Soren, yo me acerqué lentamente dispuesto a atacar, al parecer funcionó mi distracción pues mi amigo logró atacarlos desde atrás, yo aproveché para empujar a dos de ellos los cuales estuvieron dispuestos a batirse en duelo con nosotros, contraatacamos, se podía decir que Soren y yo no éramos nada malos a la hora de luchar, pero aquellos hombres nos superaban en número y aquella cantina no era el mejor lugar para pelear con espadas, si bien no estaba prohibido, era un lugar algo pequeño y para variar estaba lleno.

Uno de los contrabandistas derribó a Soren, los demás hombres me rodeaban y me era bastante difícil defenderme y al mismo tiempo auxiliar a mi mejor amigo, estábamos a punto de rendirnos, cuando un muchacho rubio vestido de verde apareció frente a mí y atacó a los contrabandistas, dejando inconscientes a dos de ellos y haciendo que los otros dos salieran corriendo.

Las personas a nuestro alrededor nos miraban con curiosidad, no le dí importancia, me dirigí hacía donde Soren y lo ayudé a levantarse, gracias a los dioses no sufrió ningún rasguño, me volví hacia el muchacho rubio y enseguida me dí cuenta de que era el mismo con él que hablé en la fiesta... Link.

Esta vez lo analicé más a detalle,  se veía bastante joven y al ver sus orejas comprobé que en efecto, era un hyliano, quizá algún caballero de la guardia de Hyrule...

—Te debo una muchacho— dije acercándome amistosamente a aquel joven.

—No, no es nada, se lo tenían merecido, los vi en la fiesta del castillo intentando robar algunas joyas...—respondió el muchacho.

—¿Y por qué te fuiste de la fiesta del castillo? —pregunté.

Link se encogió de hombros.
—Ven siéntate te invito un trago— dije, había algo en aquel chico que me hacía pensar que tenía información valiosa que brindarme...

Hola, muchas gracias por leer, estoy muy contenta ya que tenemos nueva portada, mi hermano me ayudó a hacerla y me encantó el resultado.
Si les gustó el capítulo me gustaría que me dejaran su voto y quisiera saber como les esta pareciendo la historia.
Saludos!!

Ike y Zelda &quot;Amor Prohibido&quot;Where stories live. Discover now