Mercenario

343 32 46
                                    

Narra Zelda

Aquella mañana desperté bastante temprano y opté, no volver a dormir, me levanté y me vestí lo más rápido que pude, estaba emocionada, Ike y yo habíamos acordado la noche anterior que ese día hablaríamos con la corte real para proponer un programa de ayuda a las familias de los reinos del norte afectadas por la invasión.  Mientras caminábamos por el bosque de Farone, Ike dijo que los niños de su pueblo dejaron de estudiar, que muchas personas enfermas no cuentan con atención médica y que aquellos que perdieron sus casas, no tienen a donde ir. Debido a eso, pretendíamos convencer a mi padre de intervenir, enviando barcos desde aquí con recursos para ellos, o en casos extremos, traer refugiados al reino. 

Después de arreglarme, salí de mi habitación en busca de Ike, supuse que aún seguía dormido, no quería despertar a mi guardaespaldas, sin embargo, el peliazul apareció en el corredor a los pocos minutos.

—Buenos días princesa— dijo con una sonrisa.

—Buenos días Ike— respondí.

—Zelda... tengo que hablar contigo—

—Lo sé, pero aquí no. Vamos a la "Tasca de Telma"—sugerí,  sabía que ahí nadie podría sospechar nada.

Él asintió y juntos salimos del castillo, todo el pueblo estaba vacío, salvo por un grupo de músicos que ensayaba una canción melancólica cerca de la fuente. 

Ike parecía serio, me preguntaba qué era lo que pasaba por su mente. Al llegar a la Tasca, nos sentamos en una mesa alejada. 

—Quiero pedirte un favor princesa— comenzó el peliazul. 

—Claro Ike, ¿Qué pasa?— pregunté temiendo que algo malo hubiera pasado. 

La tabernera, Telma nos sirvió un guisado de cordero con verduras y posteriormente se retiró al mostrador. 

—Se trata de mi hermana, Mist, en su última carta menciona que las cosas en el norte no están bien, cada reino está reuniendo aliados, Marth está buscando su trono de vuelta y al parecer ha establecido una acuerdo con la reina de Crimea, Elincia. Lo que intento decir es que mi familia está en peligro y necesito tu ayuda, eres la única que puede hacer algo por ellos— explicó mi guardaespaldas mirándome a los ojos. 

—Claro Ike, puedo hacer que te den un aumento por tu trabajo, estoy segura de que convenceré a lord Bastian de que...— 

—No me refiero a eso princesa— interrumpió Ike.

—Bueno, también puedo interferir para que la corte te haga un préstamo—  deduje. 

—Gracias Zelda, de verdad, pero tenía en la mente otra cosa, tu ¿Podrías hacer que un barco de Hyrule vaya hasta Crimea y traiga aquí a mi hermana y a mi familia? — preguntó Ike

—Yo... no se si pueda hacer eso, sabes que Hyrule se ha quedado al margen de la guerra, pero hoy cuando hablemos con el consejo sobre nuestra idea para ayudar, puedo proponerlo, voy a a hacer todo lo que pueda para ayudar— respondí tratando de sonar calmada. Sin duda la situación era grave y quería ayudar a Ike para que su hermana y su familia pudieran estar a salvo. 

—Por eso es que te amo tanto, siempre eres tan gentil con todos, muchas gracias— Murmuró. Ike me tomó por ambas manos mientras me agradecía, en cuanto me di cuenta de que la tabernera nos estaba mirando, me aparte de inmediato. 

—Talvez deberíamos regresar al castillo, para prepararnos para la reunión, espero que podamos hacer algo— expresé. 

Terminamos de almorzar en silencio, le imploraba a las diosas que mi padre me escuchara y aceptara mi propuesta. Salimos de la Tasca y entramos al castillo, no sin antes darnos un beso en un callejón solitario. 

Ike y Zelda "Amor Prohibido"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora