Capítulo 4

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Su corazón parecía luchar por salirse de su pecho y empezaba a costarle respirar. Cuando sus pies tocaron suelo daxamita supo que ya no tenía forma de volver hasta dos horas después que su padre iría a recogerla. Quizá estaba allí en vano, quizá se estaba volviendo loca y había imaginado a esa chica. ¿Qué posibilidades había de que un producto de su imaginación la hubiera mantenido despierta toda la noche? La había visto unos diez minutos y no podía sacársela de la cabeza, necesitaba respuestas.

Su curiosidad la iba a matar aunque era consciente de que quizá no era todo verdad, quizá su imaginación y espíritu aventurero habían agrandado la situación para imaginar que la historia de aquella chica fuera digna de uno de los libros de aventuras que tanto le gustaban de niña. Quizá no era más que una delincuente.

Pero antes de aquello debía encontrar a Mon-el, inventarse una buena excusa para poder irse y rezar a Rao para que el chico le ayudara sin hacer muchas preguntas.

-Kara qué agradable sorpresa -exclamó Rhea cuando uno de los guardias acompañó a la rubia hasta el salón principal-. ¿En qué puedo ayudarte?

-¿Está Mon-El? -sintió su propia voz lejana, apagada, nerviosa.

-En su habitación supongo.

-¿Me disculpa? Tenía que hablar con él.

-Claro, acompaña a la joven al cuarto del príncipe -se dirigió al guardia.

Fue escoltada por los pasillos inundados de la luz del sol que aquel día brillaba sin nube alguna que intentara eclipsarlo. Cuando llegaron el guardia se fue sobre sus pasos y Kara tocó de inmediato varias veces, sabiendo que si dudaba saldría corriendo.

-¿Mon-El? -abrió lentamente, buscando en el interior de la inmensa habitación al chico.

-¿Kara? -se sorprendió bajando de la cama, dejando el libro que estaba leyendo en la mesita.

-Recuerdas aquel pequeño favor...

-Sí claro cualquier cosa.

-Tengo que hacer algo -cerró la puerta tras de si y se acercó al chico- aquí en Daxam, necesito que me cubras. Solo por hoy.

-Vale -se pasó las manos por el pelo-, puedo aprovechar para ver a Zira...

-¿Tu novia?

-Sí...

-¿Tus padres no saben nada?

-No. ¿Cuándo te irás?

-En dos horas.

-Nos vemos en una hora y media en el laberinto, donde el otro día.

-Gracias.

-Saldremos de palacio juntos para que nos vean y nos separamos en el jardín, iré a casa de Zira a darle una sorpresa -sonrió cambiándose de camiseta.

La rubia sonrió asintiendo y siguió al chico hasta la puerta trasera, asegurándose de que varios de los guardias les vieran salir juntos.

-¿Puedo saber qué vas a hacer? Por si ocurre algo... -dijo antes de adentrarse en el laberinto.

-De momento no, si vuelvo a venir por el mismo motivo te lo diré.

El chico asintió pensativo, parando en el centro del claro que dejaban los arbustos.

-En hora y media aquí.

Kara asintió comprobando su reloj de muñeca, giró a la derecha evitando que el chico viera cómo volvía atrás para volver al palacio. Sentía los nervios a flor de piel. Paró en frente de la puerta trasera de las estancias de los criados y pasó los dedos por la madera, empujándola suavemente.

Take You Home (SuperCorp)Where stories live. Discover now