Capítulo 16

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Hermione frunció el ceño al ver que la reunión que iba a realizarse en la oficina de presidencia no era la esperada. Cuando su secretaria le dijo que su padre la necesitaba urgente, llegó a la conclusión de que era porque requería una explicación inmediata de lo que había sucedido en la entrada. En ningún momento pensó que sería una reunión con sus padres y su madrina, quienes se callaron al escucharla llegar.

—Cariño ¿estás bien? —exclamó Jane al acercarse apresuradamente a su hija—. ¿Esos periodistas de pacotilla no te hicieron daño? —inquirió mientras la abrazaba.

—Tranquila, mamá. Estoy bien.

—¿Segura? —esta vez preguntó John Granger evidentemente preocupado.

La morena sonrió conmovida por el amor de sus padres y asintió afirmativamente—. Tenemos al mejor jefe de seguridad del país, papá.

—Hermione tiene razón —intervino Narcissa con una sonrisa de alivio—. Joseph tiene años a nuestro servicio, siempre ha demostrado eficiencia y en este caso no fue la excepción. Recuerda aumentarle el sueldo, John. La calidad se premia.

—Y lo haré —concordó el cobrizo—. Y hablando de seguridad, les informo que, hasta que este desastre no se acabe, todos tendremos guardaespaldas.

—Pero...

—Será mejor que todos tomemos asiento —cortó Jane la réplica de su hija, a la vez que la guiaba hasta el sofá—. Tenemos mucho de qué hablar.

En ese momento la puerta se abrió nuevamente y un molesto rubio entró al lugar. Sus platinados ojos barrieron el lugar hasta encontrar a la castaña que estaba buscando. Se acercó a ella y, para sorpresa de la misma y de los demás, la envolvió en un fuerte abrazo.

—¿Estás bien?

El corazón de Hermione comenzó a latir con fuerza al sentir la preocupación en la voz de él, a la vez que su cuerpo se tensaba por el inesperado abrazo. Sonaría como si fuera una locura pero, por un momento, se trasladó a ese tiempo donde un Draco de niño, después de aparentar no ser afectado por nada, al final se ponía modo protector y la consolaba de cualquier tristeza. Suspiró y, sin querer, aspiró aquel aroma masculino y especial. Un aroma que la envolvió y la relajó a tal punto que le correspondió el abrazo y asintió en respuesta a la pregunta.

—¿Segura?

La castaña se separó de él y le respondió con una sonrisa divertida—. Sí, estoy bien. Puedes respirar tranquilo.

—No te hagas la chistosa. No le veo la gracia —gruñó Draco, mirándola con severidad—. Esa vieja bruja escribió muchas estupideces de ti que muchos van a creen.

—Tú lo has dicho: estupideces. ¿Desde cuándo se le hace caso a estupideces? —replicó la ojimiel.

Draco la tomó por ambos lados de la cara y se acercó a centímetros de ella—. Desde que esas estupideces buscan hacerte daño. Y nadie te hará daño, no en mi guardia. —y le dio un beso en los labios, y que ella le correspondió sin dudar.

Un carraspeo los sacó de su conversación. Un gratamente sorprendido John, y unas sonrientes mujeres los observaban con atención. Hermione se sonrojó por la atención recibida, mientras que el rubio los saludó como si no hubiera pasado nada, para luego sentarse en el sofá a la vez que le indicaba a su novia que hiciera lo mismo. El joven abogado fue el primero en iniciar la reunión.

—Supongo que todos saben de qué trata el dichoso reportaje.

Su padrino asintió—. Jane y tu madre ya me contaron lo que decía el dichoso reportaje. Pero, no está de más conocer la versión de los involucrados.

Dulce PesadillaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora