Capítulo 23

704 52 4
                                    

—Piénsalo, madre, es un buen plan —gimió Astoria—. Si me hago amiga de Draco, podré tener la cercanía suficiente para ganarme su confianza.

—Es un buen plan... ¡si tuviera alguna oportunidad de ser posible! —gruñó Margareth levantándose del sofá de ocupaba el recibidor de su habitación—. ¿Acaso crees que Draco aceptará una repentina amistad contigo después de lo ocurrido? Desgraciadamente lo dudo. Eso y sin contar que, si los Granger decidieran adelantar la boda de un momento a otro, estoy segura de que accederían, y todo por la "unión de las familias".

—¿Entonces qué hacemos? ¡No podemos permitir que Draco se case con esa tonta!

—Pues..., ya que no lograste convencer a Draco, tendremos que convencer a la hija de los Granger —dijo la pelinegra mayor mirando por la ventana su amplio y florido jardín—. Pero ese es el detalle ¿Cómo convencerla?

—Ya te lo dije una vez, madre, ella sería muy estúpida si dejara ir al prometido más codiciado del país.

—No si se enterase de que Draco no le conviene, o... —Margareth se giró y miró pensativa a su hija—. Si supiera que él no la desea en lo más mínimo. Los Granger son orgullosos, y estoy segura que semejante ofensa no la tolerarían.

—Sí, tienes razón —concordó Astoria, esbozando lentamente una sonrisa malévola—. Además, si Granger lo aleja, él no tendrá otra opción que buscar una nueva esposa..., una que sea cercana a la familia.

La señora Greengrass asintió gustosa—. Así es y, en ese momento, entraras en escena, querida.

—¡Suena perfecto!

—Como todos mis planes. —se regodeó la mujer—. Ahora solo debemos conseguir una confesión de Draco para que funcione. Tendrás que hablar nuevamente con él, princesa, y conseguir una grabación con lo que necesitamos. Cueste lo que te cueste.

—¡Maravilloso! ¡Otra grabación!

—¿Otra grabación? ¿De qué hablas? —inquirió Margareth desconcertada.

—Pues..., cuando fui a la oficina de Draco, aproveché para grabarlo, y así escuchar su voz cada vez que quiera; aunque no dice nada lindo —explicó la joven pelinegra con un puchero.

La mujer se quedó mirando pensativa a su hija, su cerebro funcionando con rapidez con esa nueva información y formando un nuevo plan en su cabeza.

—Esa grabación... ¿dice algunos insultos?

—Insultos para mí —espetó la chica—. Me dice malcriada, berrinchuda, que no soy su tipo de mujer y otras cosas más.

—¿Tienes la grabación a la mano?

Astoria respondió sacando el teléfono de su bolsillo, lo manejó unos segundos antes de entregárselo a su madre con la grabación reproduciéndose. Al culminar, la mujer se quedó nuevamente pensativa.

—Sí..., puede funcionar —se dijo a sí misma mientras una sonrisa frívola adornaba poco a poco su rostro—. Y más rápido de lo que esperábamos.

.............................................

Oliver Wood se encontraba absorto en la revisión de unos documentos cuando unos golpes en la puerta lo interrumpieron.

—Señor Wood, la señorita Granger desea hablar con usted —anunció su asistente.

—¿Hermione está aquí? —dijo sorprendido, la asistente asintió en respuesta—. Hazla pasar y que nadie nos moleste.

—Sí, señor.

Al cabo de unos minutos, una castaña entraba a la oficina con paso firme, impresionando al joven por su nuevo look y su expresión seria.

Dulce PesadillaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora