44. Redimirse

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Iban 40 minutos más o menos en los que Lauren esperaba fuera del pequeño supermercado. De pronto vio a la tranquila mujer salir de la tienda de comestibles con una bolsa de papel en su brazo. Sin quitarse las gafas oscuras, y a cierta distancia, comenzó a seguirla. La vio dar vuelta en una esquina y luego irse derecho. Recorrió unas 6 calles a paso relajado, hasta que se metió a lo que parecía un pequeño estudio.

Con aire despreocupado, la ojiverde pasó frente a la galería un par de veces, con las manos dentro de las bolsas de su chamarra. Alcanzó a ver que el cartel de la puerta de vidrio anunciaba como abierto el local, a lo que Lauren aprovechó para deshacerse de las gafas y entrar. Comenzó a dar un pequeño recorrido por el pasillo que se encontraba más al fondo, tratando de buscar señales del paradero de Sinuhé ahí. Y sin darse cuenta, se encontró admirando el arte de aquel lugar. Había fotos y pinturas, y todos eran realmente hermosos. En todos los cuadros de ese pasillo había colores ávidos y cálidos que daban a Lauren una sensación de confort, una que la hizo recordar a una persona: Camila. Un suspiro escapó de su cuerpo y no pudo empujar el recuerdo de su amada de su mente. "Mierda". No habían pasado ni 3 días y ya extrañaba como loca a la morena, pero seguía molesta, y Lauren tenía su orgullo. Negó para sí misma y siguió caminando. Es que no era posible, no iba a dar su brazo a torcer. Ésta vez Camila le había mentido, ¿no confiaba en ella?

Siguió caminando y llegó a un pasillo donde la atmósfera cambiaba bruscamente.

Esta zona, a diferencia de la otra, era de colores pálidos, fríos y muy nostálgicos. La ojiverde quedó asombrada por cómo tantos colores se complementaban y le expresaban tantas sensaciones. Se limpió una pequeña lágrima de la mejilla y se sintió tonta al instante. Esas lágrimas no eran tanto por la pintura. Realmente le dolía no tener a Camila a su lado para compartir todo eso. ¿Por qué Camila le mentiría? Negó y siguió caminando.

En el último pasillo se sorprendió por el cambio de atmósfera. Había retratos de todo tipo, ancianos, niños, mujeres jóvenes y hombres maduros. Parejas, grupos de gente, y Camila. ¿Qué? Se detuvo frente a un cuadro que mostraba a una pequeña Camila, con Sofi en sus brazos, sonriendo ambas. El gesto contagió a Lauren que estiró su mano para tocar el rostro de su amada.

- No puedes tocar. - Una voz detrás de ella impidió que hiciera contacto con el papel fotográfico. Giró para encontrar a Sinuhé con una taza de té en la mano que ofreció a Lauren. - Has tardado demasiado. - Movió impaciente la taza en sus manos para que Lauren la tomara, y la joven lo hizo. Luego dio media vuelta y comenzó a caminar. Lauren hizo lo propio.

- ¿Me esperaba? - Preguntó con curiosidad.

- Por supuesto. - la mujer mayor encontró un camino con escaleras. - Me preguntaba cuánto tardarías en dar con el estudio. Además llevas un rato siguiéndome.

La luchadora dudó un momento, y al final terminó subiendo. Arriba parecía ser un pequeño departamento, lo único que había ahí eran cuatro paredes, la cama en una esquina bajo un tragaluz, a unos metros un lavabo con una cocinita rústica integrada, un closet hecho de cajas de verduras, y una pequeña mesa con dos sillas. - Siéntate Lauren. - La ojiverde se quedó parada unos segundos. Sinuhé se quitó sus gafas y señaló con la mirada a la silla. Lauren la tomó.

- Emm... ¿Usted vive aquí?

- Sí.

- Pensé que estaba con el señor...

- ¿Carlos? Somos pareja, pero respeta mi espacio. - Lauren asintió no comprendiendo del todo toda esa situación. - Ansiaba mucho conocerte. - Lauren puso la taza en la mesa.

- Nos presentaron hace unos días. - La ojiverde se sentía extraña frente a aquella mujer.

- Un "Hola, buenas noches" no transmite información de ninguna persona.

Yo te protejo. [Camren]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora