Ella era una adolescente aficionada a las novelas románticas, con un poco de cliché, estaba enamorada en secreto del hermano de su mejor amiga. Él era un completo desconocido, sin embargo, lo que no se sabía era que cuando conectaban miradas, sus mu...
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XXI- Capítulo Veintiuno.- Convencidos
No habíamos parado de caminar miles de tiendas, Angelina y yo habíamos recorrido medio centro de la ciudad, comprando tanto las cosas que necesitaban mis bebés, como una madre primeriza, aunque hoy tendríamos cita con la obstetra para saber, el sexo de ambos, pues decidimos esperar a cumplir la mitad del embarazo, para organizarnos, y también organizar los detalles de la boda.
Llegué a casa me quité los tacones, mis pies dolían, mi corazón latía rápidamente, me quité la ropa que traía, fui al baño, me recosté en la bañera y me relajé en la oscuridad de mi baño. Me recosté a descansar antes de irme a la consulta donde descubriríamos el sexo de nuestros nenes. Cuando sonó mi alarma, me coloqué un vestido que hacía verse notar mi panza abultada, unos tacones bastante altos, mi cartera y me maquillé, me peiné y salí hacia la consulta.
Al llegar, mi prometido se encontraba ya sentado esperándome, cerca de muchas embarazadas. Lo saludé con un beso en los labios, me senté tomando su mano y conversando sobre el sexo de los bebitos. Nerviosos, entramos. Me recosté en la camilla, directamente al entrar, la doctora observaba la pantalla con detenimiento, prediciendo el sexo de mis bebitos.
Exclamó con alegría y una sonrisa en sus labios: Querida familia, Quintero son una niña y un niño-Mencionó y nos empezó a explicar, cómo iban mis bebitos creciendo.
Cielo, somos los más afortunados-Mencionó Ángel y me besó castamente.
Salimos de la consulta con una sonrisa. Llegamos a casa, fundiéndonos, uno con el otro. Amándonos, una vez más en nuestras cobijas aterciopeladas. A solo días de nuestra unión con la iglesia, mi alegría, no podía ser más exclamativa, a todos.
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Observaba, las habitaciones completas de mis hijos, cada uno tendría su habitación, aunque los juntaríamos en una para los primeros meses, y que no rompieran ese lazo, que ambos tenían.
Luego de probarme el vestido para el gran día, la unión de un lazo eterno, mi gran historia que daría paso a miles de recuerdos, mi boda. Me recosté en mi cama, pensando en Ángel, pero no había ningún medio por el cual hablarle. Mañana sería el gran día, no quería ponerlo más nervioso de lo que podría estar. Me detuve a pensar, ¿Quién era hoy en día? ¿Me sentía feliz de mis logros? Me di cuenta que siempre me faltaba algo, detenerme y pensar lo afortunada que era. Veía, una lista de nombres para bebés. Me detuve a subrayar, algunos que me agradaban, me quedé dormida con un libro de maternidad en manos.
