Capítulo 01 | Memorias felices y dolorosas II

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—¡Hey, Dave! —exclamó un chico de cabello oscuro y los ojos más azules que había visto en su vida

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—¡Hey, Dave! —exclamó un chico de cabello oscuro y los ojos más azules que había visto en su vida.

Desde que pusieron un pie en Niston, la que era su nueva escuela, David se le pegó como una lapa malhumorada. La llevaba a su costado con la mandíbula tensa y sin mirar a los que lo saludaban. Pensó que esta vez D iba a detenerse, pero solo elevó la barbilla como saludo y la tomó del antebrazo para guiarla a otro lado.

Las instalaciones eran enormes, no sabía cómo haría para no perderse entre todo el alumnado.

—¿Quién era él? —preguntó.

—Ian, un compañero del equipo de lacrosse —respondió, seco.

Decidió no prestarle más atención a su actitud y se dedicó a observar. Recién es que se dio cuenta de que se dirigían a la coordinación. Se detuvieron al final de una extensa fila.

—¿Estás molesto por algo? —cuestionó. Él levantó la mirada y la clavó en la suya. Dio un paso al frente, haciendo que quedaran muy juntos.

Siempre era así, siempre estaban muy cerca, pero eso no quería decir que había aprendido a mirarlo como algo normal.

Automáticamente su corazón comenzó a acelerarse, sus ojos eran tan verdes que por un momento creyó que estaba en el bosque, bajo las copas de los árboles, como los del campamento al que iban todos los veranos. Luego recordó que era su mejor amigo y no debía sentirse de esa manera.

—Solo quiero cuidarte, Carlene, todos esos chicos van a buscar una sola cosa y no voy a permitir que te lastimen, ¿me entiendes? —Todo el aire se atoró en sus pulmones cuando Dave levantó su mano y acarició su mejilla con los dedos.

—¿A quién tenemos aquí? ¿Ella es la famosa Carlene? —Una voz desconocida la sacó de su momento, también logrando que David diera un paso atrás.

Buscó la fuente de la interrupción, un joven moreno, un tanto obeso, portaba una sonrisa amigable. Su mejor amigo relajó los hombros y le regresó la sonrisa.

—Ella es, Roger —musitó. El mencionado la recorrió de arriba abajo con la vista y sonrió aún más.

—Ahora puedo entender la fascinación —respondió con aprobación. Ella miró a David pidiendo una explicación a ese comentario, sin embargo, él solo se encogió de hombros—. Soy Roger, preciosa, el mejor amigo de tu amigo.

Iba a responder que era un gusto, pero alguien interrumpió, más bien dos chicos tan rubios que el color amarillo se quedaba corto. Lo que hizo que abriera los ojos fue que eran idénticos, como dos gotas de agua, hasta usaban la misma clase de gafas.

—¿Son gemelos? —Roger y David soltaron una risita secreta. Los chicos despegaron la vista de sus aparatos electrónicos al mismo tiempo, sincronizados. Dos pares de pupilas celestes, detrás de grueso vidrio, la observaron.

Luz de luciérnaga © (WTC #1) [EN LIBRERÍAS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora