Capítulo 15 | Miel contra azul

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Me desperté a su lado, recorrí con la mirada sus facciones y lancé un suspiro

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Me desperté a su lado, recorrí con la mirada sus facciones y lancé un suspiro. Decidí salir de la tienda para dar un paseo y aclarar mi cabeza, regresar a casa de mis padres no era una idea que me hiciera feliz, por el contrario, pero sentía que no me quedaba otra opción; algo en mi interior me decía que tenía que regresar, aunque eso me convirtiera en una estúpida.

Di un par de pasos, no obstante, me arrepentí al instante. Mi madre estaba sentada en uno de los troncos de madera de la fogata, mirándome, parecía como si me estuviera esperando porque en cuanto me vio me indicó con la barbilla que me acercara a ella.

El hielo penetró mis venas, arterias y nervios con tan solo una simple mirada. Parecía que el frío se apoderaba de mí cada vez que Ginger intentaba tener un momento privado conmigo. Yo no quería, no lo deseaba, me aterrorizaba muy en el fondo, a pesar de que creía que era fuerte y podía enfrentarla.

Siempre había tenido dos caras: la que usaba con la gente y con mi padre, y la que usaba cuando las dos estábamos a solas. La segunda era tan amenazante que en seguida me sentí inferior; como siempre; cada vez me hacía recordar, y eso me dolía. Agaché la cabeza como acto sumiso y caminé hasta ella, mi sien palpitaba, mi inconsciente me ordenaba que regresara al calor de mi mejor amigo.

—Siéntate, Carlene —dijo con una extraña animosidad, algo que me descolocó porque no solía hablarme de esa manera. Hice lo que pidió y clavé la vista en la tierra, no siendo capaz de hacerle frente, sabía cómo vencerme—. ¿Qué está pasando entre Dave y tú?

Guardé silencio, decidiendo mentalmente entre mentir o decir la verdad.

—Nada. —Hice el intento de levantarme porque necesitaba huir, pero sus uñas se cerraron en mi antebrazo y me regresaron al mismo asiento. Suspiré resignada, ¿qué más podía hacer?

—Carly, esto lo hago por tu bien. —Tragué saliva, aún no había dicho nada malo y yo ya estaba temblando, no quería escucharla y que llenara de basura mi mente. Estaba feliz, demasiado, lo arruinaría—. No te hagas la tonta, ¿de verdad piensas que un chico como Dave va a enamorarse de ti? Carlene, sé que lo quieres, pero no permitas que eso que sientes te ciegue, hija.

Un nudo se comenzó a formar en la base de mi garganta, me sentí mareada. Otra ola de recuerdos apareció en el fondo de mi cerebro, pero los aparté al instante, no quería torturarme más, no más tiempo. Ya no.

—¿Por qué lo dices? —pregunté con la voz temblorosa entretanto la miraba de reojo, esbozó una sonrisa de lástima que lo único que hizo fue partirme más el corazón.

—David tiene un expediente lleno de chicas, Carly, y ninguna es como tú, acéptalo de una vez o acabarás lastimada. Muy en el fondo lo sabes, continúas negándolo —dijo tratando de consolarme.

Se levantó, se dirigió hacia la casa de campaña que era de mis padres con su andar femenino y perfecto. Me quedé ahí, sentada. Antes habría corrido para esconderme debajo de la cama, llorar por horas y lamentarme porque mi madre me trataba de ese modo. ¿Cuánto podía aguantar una persona? No tenía idea, ni sabía si estaba agotada porque seguía retorciéndome en los mismos pensamientos. Lo que sí recuerdo es haber levantado la cabeza y susurrarme que iba a creer en la persona que había permanecido a mi lado todos aquellos años; el único que me había apoyado en cada decisión, y ese era David. Si Dave no hubiera estado aquellos días conmigo, yo jamás habría salido del pozo oscuro en el que estaba.

Luz de luciérnaga © (WTC #1) [EN LIBRERÍAS]Where stories live. Discover now