28-. Ataques y contraataques

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—¿Qué se supone que debemos hacer? —pregunta Larissa, cruzando los brazos sobre su pecho.

—Puedo ver que ambos, especialmente tú —el líder la señala—, han tenido contacto directo con las Sombras, y sobra decir que su experiencia nos vendrá de maravilla en el grupo de ataque.

—Así que has estado hurgando en nuestras mentes, ¿eh? —mi compañera esboza una media sonrisa.

—Solo en la de tu amigo, que al parecer acaba de notarlo —se burla Miles.

¿Hurgó en mi mente? ¿Cómo? ¿Y cuándo?

—Como les decía, nos dividiremos en dos equipos; uno de ataque y otro de contraataque. De esta manera evitaremos descuidar cualquiera de los flancos y será mucho más difícil que nos tomen por sorpresa —indicó el sujeto.

—¿Y quién estará al mando de cada uno? —inquiere una mujer de unos veinticinco años sentada al fondo del lugar.

—A eso voy —Miles se aclara la garganta—. Debido a su experiencia en el campo de batalla, Larissa se hará cargo del grupo de ataque y yo del de contraataque.

Algunos murmullos recorren la sala, aunque duran pocos instantes, y finalmente el silencio se hace presente.

—Les explicaré con detenimiento las funciones de cada equipo, así que si alguien tiene dudas es mejor que pregunte ahora qué a que por guardárselas nos arruine la estrategia y nos veamos obligados a dejarlo atrás.

Esta última frase cala en todos los presentes, e incluso quienes pretendemos ser indiferentes no podemos ocultar el impacto que tiene sobre nosotros. En especial porque se nota que no es una simple amenaza, sino una advertencia.

—No escucharon mal, si eso es lo que creen —reafirma el líder—. No estamos en el ejército ni pienso dar mi vida por quien eche a perder los planes. Así que como alguno de ustedes caiga en las garras de las Sombras y nos veamos obligados a huir, será abandonado.

El lugar se encuentra en absoluto silencio.

—A lo que iba: el grupo de ataque se aproximará a las personas poseídas de manera directa para intentar librarlos de esas entidades, y el de contraataque se encargará de cuidarle la retaguardia, o de ser necesario, actuará como refuerzo durante el combate.

—¿Y cómo sabemos a cuál de los dos pertenecemos? —pregunta un hombre de baja estatura, corpulento y con un marcado acento latino.

—Hoy Larissa y yo escogeremos a quiénes nos llevamos y mañana se lo haremos saber a todos —responde Miles—. Antes de terminar la junta, ¿hay algo que quieran acotar acerca del enemigo?

—Le temen al contacto con el fuego —digo, acomodándome en la silla.

—Por mucho daño que le hagas al cuerpo contenedor, las entidades no sienten nada, y de ser necesario pasan a habitar otro en mejor estado —agrega Larissa—. También suelen atacar en grupo y hasta ahora no he descubierto la manera de expulsarlos.

—Existen dos formas de hacerlo pero no son para nada fáciles. Esas cosas saben que si los echan de su contenedor y no logran encontrar un nuevo huésped en seguida, van a morir —explica el líder entrelazando los dedos de sus manos—. La primera y más efectiva es trasladarse al plano astral y obligar a la entidad a soltar a su víctima. Y como allí sí podemos ponerles las manos encima directamente, si los despegamos de los cuerpos por unos cuantos segundos, el alma de la persona puede volver a ocuparlo y la Sombra se quedará vagando durante lo poco que le quede de vida.

«¿Plano astral? ¿Cómo se supone que me traslade hasta allá?», pienso.

—La segunda es causarles daño directo con una larga exposición a la luz solar o al fuego —continúa hablando—. El único inconveniente es que cuando ya tienen un cuerpo bajo su poder, esto les afecta mucho menos que en su estado natural y el contacto con estos elementos debe ser mucho más prolongado.

Los presentes intercambiamos miradas de confusión, tratando de procesar lo que escuchamos.

—¿Alguna duda? —el líder nos observa atentamente.

—Sí, ¿qué es el plano astral y cómo se llega a él? —inquiero, devolviéndole la mirada.

—Qué bueno que lo preguntes, porque sé que estos son términos nuevos para la mayoría —se pasa una mano por el cabello—. Existen diferentes planos en este y otros universos, incluyendo el físico, que es donde nos encontramos justo ahora, y el astral, que para la mayoría de los que lo conocen la única vía de acceso es estando dormido.

Larissa sonríe, por lo que supongo que está familiarizada con la información.

—Sin embargo, nosotros al no ser humanos normales podemos entrar sin necesidad de eso, solamente usando nuestra glándula pineal.

«¿Glándula pineal?»

—Es lo que en las antiguas culturas llamaban tercer ojo —explica, como si hubiera leído mis pensamientos. ¿O en verdad lo hizo?—. Esta se encuentra calcificada en la mayoría de las personas, quienes nunca han sabido ni sabrán usarla, pero en nosotros, pase lo que pase, permanece intacta.

Escuchamos en silencio, atentos a cada palabra.

—Eso, sumado a los poderes mentales que poseemos, nos da algo que muy pocas criaturas pueden presumir: la posibilidad de viajar a través de las distintas dimensiones a nuestro antojo —coloca las manos en la mesa—. Claro que hay que desarrollarlo antes de llevar a cabo el ataque, o de lo contrario estaremos perdidos.

—¿Y cuándo van a entrenar? —Larissa arquea una ceja. Parece estar bastante confiada.

—Mañana a primera hora, por lo que les aconsejo irse a dormir de inmediato —Miles le echa un vistazo a su reloj de pulsera—. En unos minutos serán las once de la noche.

Acto seguido, el chico se levanta de su silla y sale de la estancia, dejándonos a solas para poder procesar toda aquella montaña de información.

Canción: Time of Dying

Banda: Three Days Grace

JoeyNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ