De un Hada en problemas

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La huida de Alexander se había convertido en una tortura constante durante los últimos días para su hada madrina, quien desesperada, había buscado ayuda en distintos caballeros. A sabiendas que no podía exponer la situación a cualquiera, había acudido a aquellos más cercanos al reino, recibiendo una políticamente correcta declinación, pues nadie en su sano juicio quería tener que no-rescatar a un príncipe habituado a escapar y con un muy buen talento para usar la espada.

Pero sus opciones más adecuadas se habían acabado, y miró el último nombre tachado de su lista.

Se retorció las manos nerviosa, mirando una vez más su hoja, reconociendo que su última opción no era precisamente ortodoxa.

Pero White era conocido por su discreción y silencio.

Era un enigmático caballero, silencioso y de armadura blanca, quizás el único caballero con una reputación intachable. Y nadie sabía quien era realmente.

Marla aguardó expectante, arrugando el papel en su mano, mientras escuchaba un par de pasos acercarse por el pasillo de la posada que había escogido para su reunión, lejos del castillo y del escrutinio del rey y del imbécil de Magnus, que vivía metiendo sus narices en todo.

Aguantó la respiración mientras el pomo de la puerta giraba revelando una armadura brillante pero abollada por el paso de los años. Su estatura dejó estupefacta al hada, quien no se esperaba que semejante valentía viniera...pues en un envase tan pequeño.

Algo en su forma de moverse y en su contextura física, incluso oculta por la armadura dejaba entrever que había algo que no cuadraba con este famoso caballero y el resto de los caballeros a los que había conocido.

Pero no tenía tiempo para ponerse quisquillosa, si no encontraba al príncipe, la que iba a terminar pagando el precio era ella.

"Cuando vuelvas te las vas a ver conmigo Alexander" pensó molesta.

La figura en armadura se detuvo frente a ella, con una leve inclinación de su cabeza en señal de respeto. Marla carraspeó.

—Gracias por venir White. Mi nombre es Marla, y necesito que me ayudes a encontrar a mi...protegida—Marla se quizó morder la lengua por tamaña mentira, pero ya lo había sopesado un buen tiempo. Conocía las historias de White y sabia que el sólo rescataba a princesas y doncellas en peligro. Nunca iba a torneos, nunca se embarcaba en las guerras que el resto de los hombres añoraban, y nunca aceptaba tratos que involucraran revelar su identidad. Si quería su ayuda tendría que mentir, aunque se sintiera pésimo por ello.

White le hizo una señal de asentimiento con la cabeza, señal que Marla asumió como una invitación a seguir hablando.

—Necesito que la encuentres y la traigas conmigo antes de que se cumpla un ciclo lunar. Su compromiso y la coronación vendrán pronto, y si no la encuentras esto podría ser un grave problema político. Tengo una pista de donde podría estar, pero será peligroso, y no puedo prometer que su presencia no los expondra a más de un problema. Pero necesito tu ayuda con urgencia—el caballero se balanceo hacia los lados, como si estuviera dudando de aceptar esa búsqueda, pero luego de lo que a Marla le pareció una eternidad, un claro asentimiento de cabeza se hizo visible en White. El hada le entregó un papel con las indicaciones del último lugar en que había sido visto, esperando a que la mentira que había dicho no dificultara más las cosas.

Pero Marla no tenía ninguna certeza de que dicho caballero fuera a cumplir su palabra. Normalmente en esas situaciones era fácil llegar a un acuerdo. La mayoría de los caballeros pedía además de dinero alguna retribución pública, un anuncio de sus hazañas, una posición entre los caballeros del rey, la mano de alguna doncella acaudalada, tierras, algo que de alguna forma anclara su alianza con el reino en cuestión. Pero White solo había pedido el dinero, y no tenía ninguna certeza de que este tuviera un lazo lo suficientemente fuerte para no traicionar su confianza.

Huracán Thornbird - Los Seis Reinos #2Where stories live. Discover now