Un camino oscuro

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Los días avanzaron lentos y pesados, llenos de silencios y miradas hirientes entre Huracán y Hardy. Preparativos iban y venían pues aunque el tiempo entre los dos parecía extenderse infinitamente, fuera de las tierras de Lady Margaret el rumor de que William Van Blast estaba vivo se había extendido como una enfermedad contagiosa de boca en boca, y era solo cosa de días para que ese mismo rumor llegara a oídos de los reyes actuales de Rampagne. 

Por más que a Will le hiciera ilusiones la idea que su hermana supiera que el aun seguía con vida, sabía que en el momento que todo se supiera, ella estaría en peligro y se convertiría en una posible moneda de cambio, pues era solo un peón más en un juego del que ninguno de ellos quería ser parte.

Así pues los días que siguieron a la revelación de la sirena, Huracán se abstuvo de todo contacto con ella y se dedicó a preparar la siguiente parte de su viaje, que según indicaba los llevaría hasta Rolfner, el Reino de la Oscuridad.

Madge le entregó una serie de artilugios, invenciones de ella por supuesto, que los ayudarían en su camino por uno de los reinos más extraños entre todas las tierras habitadas. Pequeñas pipas que emitían una luz ámbar y lúgubre, chasqueadores y dinero eran algunas de las cosas que se encontraban en sus macutos listas para emprender el viaje.

Y mientras Huracán se afanaba en continuar ignorando la existencia de Hardy, la sirena se encontraba en un extraño letargo. 

Los primeros días fuera del mar pensó que su cansancio se debía únicamente a las emociones humanas que conquistaban terreno a su alrededor. Pero mientras más avanzaban en su búsqueda del tesoro más claro era para ella que aquella vulnerabilidad no era solo por causa humana. Podía notarlo en como bailaban las gotas de agua en sus dedos, cada vez más frágiles y pequeñas. Cada vez era más difícil conjurar sus poderes y su brillo se iba apagando poco a poco. Lo que antes fuera un brillo sobrenatural, ahora no era más que una luciérnaga en una camino particularmente oscuro.

Sabía que mientras el tesoro siguiera existiendo ella no podía morir, pero como había comprobado un par de noches atrás, ser inmortal no la convertía en alguien invulnerable. Algo había ocurrido dentro de ella y su existencia se apagaba con aterradora rapidez. No estaba muriendo pero le estaba pasando algo mucho peor. Su alma se estaba desvaneciendo.

No sabía si era posible que su cuerpo pudiera existir una vez que su esencia desapareciera, pero era una gran posibilidad. Su magia estaba anclada al mar, y ella estaba muy lejos de casa para recibir la protección del océano. 

Mientras ayudaba con los preparativos para la siguiente parte de su viaje, la idea de que no lograría recobrar el tesoro se estaba implantando con fuerza en ella. Y aquello la tenía aterrada. 

En esos silenciosos días creyó vislumbrar por primera vez la respuesta a porque ella no podía sentir por si misma, pero si podía reconocer las emociones humanas. La inmortalidad los alejaba de los sentimientos pues quien no puede morir no puede reconocer el temor de lo desconocido ni la esperanza del mañana. Suponía que su pueblo había sentido alguna vez por si mismo, de no ser así no entendía como habían conseguido el tesoro ni porque ella había salvado a Thorn, pero era probable que con el paso de los años hubiesen olvidado como sentir por completo. Amor, temor, esperanza, olvido, nada tenía sentido para quien sabía que su existencia estaba asegurada. 

También tenía claro que no por el hecho de haber olvidado como sentir significaba que no podía volver a recordarlo, y eso era lo que estaba casi segura que estaba ocurriendo. Por eso no podía olvidar como se sentía cada emoción que había conocido en su camino.

Estaba aprendiendo.

Y también desapareciendo.

Conforme se acercaba la noche dispuesta para la partida de Huracán y Hardy, la hostilidad del primero se hacía más evidente. Una parte de Huracán sentía una rabia cegadora, y convencido de que la sirena debía pagar por lo ocurrido con su familia, se repetía a si mismo que su pueblo merecía cualquier cosa que pudiera pasarles. Pero su hostilidad no pasaba desapercibida.

Huracán Thornbird - Los Seis Reinos #2Where stories live. Discover now