Cap 5

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-despierta... oye Nati despierta

La voz de Kelvin entra por mis oídos, pero el dolor de cabeza me manda que siga dormida

-¿Dónde estoy? -pregunto aun con los ojos cerrados

-en la cabaña, tienes que despertar - siento su mano en mi muslo

-cabaña ¿Cuál cabaña? - mi vos se escucha débil

-eso no importa, tienes que levantarte - pone sus manos en mis hombros y hace que me siente en el borde de la cama.

Y aunque mi vista esta borrosa puedo distinguir la silueta de Kevin enfrente mío. Los rayones y grafitis en las paredes se distinguen un poco. Esos rayones, rayones, no son solo líneas al azar, rayones, como en las cárceles, rayones, seis pequeñas líneas verticales y una diagonal encima de ellas. Formando un total de siente líneas, rayones, simple siete rayones, siete, líneas, siete.

Kevin me observa por un tiempo, tiempo, siete segundos, siete, SIETE DIAS. Siete días, una semana. Las paredes llenas de líneas, de dibujos, de tiempo, semanas. Eso significa que no había sido la única persona encerrada en este lugar. Unas gotas de lágrimas caen por mis mejillas. Cuanto tiempo encerrada, tanto tiempo en un oscuro y tenebroso cuarto, cuanto tiempo....

-¿Cuánto tiempo llevo aquí? - pregunto derramando más lagrimas

-tres días

-¿tres días?

El dolor en mi cuerpo dice que he estado meses y el dolor en mi mente dice que he estado años en esta habitación

-la mayor parte del tiempo te la pasas durmiendo - dice Kevin. La mayor parte de mí, siente que no he dormido nada

-¿Por qué me haces esto? ¿Por qué?- le pregunto -¿Por qué no me dejas ir?

-te estoy ayudando, así que mejor ya cállate

-¿ayudando? Tú me secuestraste

-yo no te secuestre, yo te ayudo y ya te dije que guardes silencio

- tu ibas en la camioneta, gracias pero no quiero tu ayuda

-si quieres sobrevivir necesitaras mi ayuda, soy tu única esperanza

No sé si confiar en Kevin, el conducía en la camioneta, él está aquí enfrente de mí, la mejor ayuda que podría tener por parte del seria que me dejara libre, o que me dejara escapar.

-ahora pórtate como niña buena- dice, saca del bolsillo del pantalón un pedazo de tala sucio- y no vayas a gritar

Me coloca el trapo en la boca, me agito para evitar que me lo ponga, pero lo único que ocasiono es que este se ponga entre mis dientes. Lo golpeo con mis manos y me intento hacer para atrás, pero Kevin es más rápido y amarra el trapo atrás de mi cabeza. Kevin no es fuerte pero me imagino que ha ido tomando experiencia y habilidad.

-toma mi consejo Nati, y no vayas a gritar

¿Por qué no quiere que grite? Agito mis manos para zafarme del lazo, pero está muy apretado y lo único que ocasione es que me lastime más las muñecas. Intento mover la boca y la cara, pera quitarme el trapo sucio, pero se entierra más en mi mandíbula.

Sale Kevin de la habitación y me quedo sola, otra vez sola.

Tres días sola, han pasado tres días desde que llegue a este cuarto, tres días, solo han pasado tres días. Una eternidad reducida en tres días.

Mi piel se pone tensa al escuchar el ruido de la puerta abriéndose. Era el mismo tipo de la vez pasada.

En una mano tiene un cigarrillo encendido y en la otra un encendedor. Mi corazón se acelera, sabe que algo malo va a pasar.

-no vayas a gritar- su vos áspera me ordena

Pone el cigarrillo en sus labios y juega con el encendedor. Su aliento apesta a tabaco y perro muerto.

Me golpea en la cara y caigo sobre la almeada, encojo mis pies para quedar en posición fetal. El calor del encendedor se siente en mi piel, demasiado cerca para sentir el ardor quemar mis bellos. Con la llama de fuego encendida acerca el encendedor a mi brazo quemándome la piel. Grito pero el trapo sucio ahoga mi suplica.

Cuando aleja el encendedor la piel me arde. Pone el encendedor en mi pierna, pero por el calor la alejo rápidamente. Lo vuelve encender y acerca el fuego otra vez a mi brazo. El ardor recorre mi piel, el dolor mis venas. Pone el cigarrillo en su boca y da una bocanada, toma mi muslo para quemarlo con el encendedor. Mi grito ahogado retumba por toda la habitación. Avienta el esendedor al piso cuando se quema por el calor del mismo y toma su cigarro.

Alza mi blusa y apaga el cigarro en mi vientre. Mi cuerpo arde de calor, sufre de dolor.

He dejado de gritar, pero mis lágrimas una por una caen por mis mejillas.

Me toma de mi cabello y jala fuertemente, las lágrimas siguen derramándose de dolor. Me empuja fuera de la cama e inútilmente intento tomar mi cabello para amortiguar el dolor pero es en vano y el tipo me avienta contra la pared. Antes de que pueda caer al suelo por lo débil de mis piernas él toma mi cuello y me mantiene de pie quitándome poco a poca la respiración.

Como un viejo saco de boxeo el tipo empieza a golpearme una y otra vez. Mi vientre, mis cotillas, mi hígado, el riñón, la cara, a donde caiga el golpe mi cuerpo se retuerce de dolor. Por mis labios sale sangre cuando da el último golpe que me hace caer al piso.

Su respiración es acelerada e intenta tomar mucho aire. Cuando por fin recupera el aliento vuelve a levantarme de mi cabello y comienza de nuevo con la ronda de puñetazos. Solo puedo sentir el leve hormigueo por mis venas al ser mallugadas, el dolor me domina y vuelo a caer al suelo a punto de desmayarme. Y como si no hubiera pasado nada el tipo recoge el esendedor y sale de la habitación.

 Mi madre me decía: no entres a la cocina o te quemaras. Tres días llevo en esta habitación, y entre los golpes y los cigarrillos, estoy ardiendo de dolor

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